miércoles, 12 noviembre 2025

Dr. Estivill (76), especialista en sueño y pediatra: «Dormir poco no te hace más productivo, te hace menos eficiente y más irritable»

- Dormir no es rendirse, es reparar el cuerpo y la mente para volver a empezar con más fuerza.

Hay una idea que flota por ahí —en las oficinas, en los móviles, en las cabezas cansadas— y es bastante peligrosa: que dormir es tiempo perdido. Que el éxito va de dormir poco y hacer mucho. Que quien duerme ocho horas “no quiere lo suficiente”.

Y sin embargo, cada vez que alguien dice eso, el cuerpo se ríe por dentro. O más bien no se ríe: pide ayuda.

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El Dr. Eduard Estivill, que lleva décadas estudiando el sueño, lo dice con absoluta claridad:

“Dormir es el taller de reparación de todo lo que desgastamos durante el día.”

El error cultural de dormir menos para hacer más

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El cuerpo repara cada célula mientras dormimos: es su taller secreto de vida. Fuente: Canva.

Vivimos en una cultura que glorifica la agenda llena, los emails a medianoche, el “yo con cinco horas voy sobrado”. Y no, no vas sobrado. Vas con la reserva puesta.

Estivill lo dice sin adornos:

“Esa creencia es una estupidez. Va en contra de nuestra biología.”

Dormir poco nos vuelve irritables, torpes, impulsivos. Baja la concentración, la memoria, el estado de ánimo. Y aunque creas que rindes, tu cuerpo te está pasando factura. A veces en voz baja, con insomnio. Otras, con ansiedad. A la larga, con enfermedades.

Cada etapa de la vida necesita su descanso. Los niños, unas once horas. Los adolescentes, nueve. Los adultos, alrededor de ocho. Solo un 5% de la población puede dormir seis o menos sin consecuencias.

Dormir bien

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La luz del amanecer apaga la melatonina y despierta al cuerpo sin esfuerzo. Fuente: Canva.

El sueño está sincronizado con la luz solar. No lo decidimos nosotros: lo marca la biología. Y por la mañana, hay tres cosas que ayudan a poner en marcha ese reloj natural:

  1. Desayunar bien.
  2. Mover el cuerpo.
  3. Salir a la calle, a que nos dé la luz.

Parece básico, y lo es. Pero también es poderoso. Porque ese primer contacto con el sol frena la melatonina y activa el cortisol, la hormona de la actividad. El cuerpo sabe que es de día. Sabe que toca estar despierto.

Por la noche, pasa lo contrario. Necesitamos oscuridad, calma, rutina.
“Dos horas antes de dormir hay que desconectar”, dice Estivill.

Café, postura y otros detalles que lo estropean

Hay cosas pequeñas que se nos escapan. Mucha gente duerme boca arriba sin saber que favorece los ronquidos y la respiración por la boca. Mejor de lado. Da igual si es izquierdo o derecho, lo importante es que el cuerpo respire bien y descanse.

¿Y si trabajas de noche?

No todo el mundo duerme cuando toca. Quienes trabajan por la noche —sanitarios, vigilantes, conductores— tienen que engañar al cuerpo un poco. Durante la guardia: luz intensa. Al salir: gafas oscuras. En casa: melatonina natural, silencio y oscuridad.

También ayuda conocer tu cronotipo. Hay gente más activa por la mañana, y otra que funciona mejor por la tarde. Saber eso no es un capricho: te permite organizar tu día de forma más amable contigo mismo.

Las madres y el insomnio silencioso

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Dormir bien no es un lujo: es la medicina más antigua del mundo. Fuente: Canva.

Estivill también habla de algo que se menciona poco: el sueño de las mujeres, sobre todo de las madres.

Durante la lactancia, el cerebro de la mujer mantiene un sistema de alerta. Y muchas siguen así incluso cuando el bebé ya duerme bien.

Estivill lo explica con respeto y contundencia:

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“Las mujeres duermen menos porque cargan con la mayor parte de la responsabilidad emocional y doméstica. Incluso dormidas, siguen cuidando.”

Y claro, al final, eso pasa factura. A la energía. Al humor. A la salud.

Enseñar a dormir también es educar en autonomía

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En el silencio nocturno, el cuerpo encuentra la paz que el día no le dio. Fuente: Canva.

¿Y los niños? ¿Deben dormirse solos?
Aquí entra el famoso “método Estivill”, que tantas veces se ha malinterpretado.

El propio doctor lo aclara:

“No es un invento mío. Es lo que recomienda la Sociedad Americana del Sueño.

Dormir es vivir mejor (y más tiempo)

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Al final, todo se resume en esto:
Dormir bien no es lujo, ni debilidad, ni pérdida de tiempo.
Es lo más sensato que puedes hacer por ti.
Y por los que te rodean.

Porque una persona que ha dormido bien es más paciente, más clara, más justa. Tiene más energía, más ternura, más margen. Está menos irritable, menos cínica, menos agotada.

Dormir no te quita horas de vida. Te las devuelve.
Te repara por dentro.


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