domingo, 9 noviembre 2025

Belén Rueda (60 años), actriz : «Se aprende mucho más de aquellas cosas que no han salido bien que de las que han salido bien»

A los 60 años, Belén Rueda combina madurez, talento y una mirada serena sobre la vida. La actriz reflexiona sobre los aprendizajes del oficio, el valor de fallar y la búsqueda constante de autenticidad en cada paso.

A sus 60 años, Belén Rueda sigue brillando con la serenidad de quien ha aprendido a mirar la vida con los ojos de la experiencia. La actriz, una de las figuras más queridas del cine español, no solo habla desde el oficio, sino desde una madurez que entiende que cada tropiezo es también una forma de crecer. En su mirada —tan expresiva en pantalla como en persona— hay una mezcla de dulzura, firmeza y reflexión.

Conocida como la “reina del grito” por su éxito en el cine de terror, la actriz madrileña llega con una nueva película, Los Mertimer, pero el estreno es apenas una excusa para hablar de todo lo que ha marcado su carrera: la televisión de los 90, la fama, el paso del tiempo y la filosofía de una vida entendida como evolución constante. Belén Rueda no da lecciones: comparte aprendizajes.

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Del ballet al cine: la construcción de una actriz completa

Del ballet al cine: la construcción de una actriz completa
Fuente: agencias

Su historia profesional está lejos de seguir una línea recta. Belén Rueda comenzó como azafata, pasó por la conducción de programas televisivos y se consolidó como actriz en series emblemáticas como Médico de familia y Los Serrano. A los 40 dio el salto al cine con Mar adentro, una interpretación que le valió el Goya y la confirmó como una actriz de enorme sensibilidad. Desde entonces, ha demostrado que no existen caminos únicos en el arte, solo trayectorias personales que se construyen a fuerza de talento y perseverancia.

En su oficio, Belén Rueda encuentra una conexión profunda entre la técnica y la emoción. “En cine hablan más los ojos que las palabras”, recuerda que le dijo un amigo actor mientras preparaba un casting. Desde entonces, aprendió que el rostro —y especialmente la mirada— puede contar más que cualquier diálogo. Para ella, interpretar es un ejercicio de escucha y de presencia: mirar al otro para saber dónde colocar la emoción. Esa búsqueda, dice, solo se logra desde la observación de la vida cotidiana, desde una memoria emocional que permite revivir lo humano sin imposturas.

El valor de fallar: aprender a asimilar la vida

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Belén Rueda rechaza la palabra “fracaso”. La actriz prefiere hablar de “evolución”. Cada película que no funcionó, cada proyecto que no alcanzó el éxito esperado, le sirvió para entender que se aprende mucho más de lo que no sale bien. “El fracaso es de un momento, no te define”, afirma. Con los años, ha aprendido a colocar el dolor en un sitio más sano, a asimilarlo sin que paralice. “El dolor no se elige, pero el sufrimiento sí”, reflexiona, convencida de que quedarse anclado en lo que duele es renunciar a lo que la vida aún tiene por ofrecer.

En esa filosofía se resume una carrera que combina talento y autenticidad. Belén Rueda no se deja arrastrar por la vorágine de las redes ni por la exigencia de mostrarse siempre impecable. Prefiere la naturalidad de las conversaciones honestas, el trabajo bien hecho y la conciencia de que el éxito no siempre se mide en premios o cifras de taquilla. “Hay momentos de felicidad, no una felicidad constante”, dice con la calma de quien sabe que el brillo verdadero está en lo que permanece cuando las luces se apagan.


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