El estrés se ha convertido en el enemigo invisible que altera silenciosamente nuestra salud. Hablar con Marc Romera no es una charla más sobre salud. Es, más bien, una sacudida suave, de esas que te obligan a mirar hacia dentro. No te habla de modas, ni de superalimentos, ni de listas imposibles de hacer. Habla de entenderse. De escuchar al cuerpo como quien aprende un idioma que había olvidado.
“La salud no depende solo de comer bien o hacer ejercicio”, dice. “Depende de tu contexto, de cómo vives, de cómo gestionas lo que te pasa. Cuanto más sepamos sobre una persona —sus hormonas, su biología, su estado emocional—, mejor podremos ayudarla.”
Hace una pausa, sonríe con cierta resignación y añade: “El problema es que la mayoría de las analíticas apenas rascan la superficie. Nos dicen cuatro cosas y ya. Pero sin información real, estamos navegando a ciegas.”
El mito de las calorías y la orquesta del cuerpo

Romera lleva años repitiendo lo mismo: el cuerpo no es una calculadora.
“Si todo fueran calorías, ¿cómo es que la misma dieta puede funcionar en una persona y fracasar en otra? El contexto hormonal lo cambia todo.”
Para él, la fisiología es una especie de lenguaje secreto. Y entenderla implica ir más allá de las etiquetas o las apps que cuentan pasos. “No somos máquinas de contar. Somos orquestas biológicas. Cuando una parte se desafina —el sueño, el estrés, las emociones—, toda la melodía se distorsiona.”
Habla despacio, como quien ha visto demasiadas veces el mismo error: gente que se obsesiona con el número de calorías mientras su cuerpo grita por descanso o calma.
El estrés, ese ladrón invisible

Si hay algo que Marc repite como un mantra, es esto: el estrés te roba la salud sin que te des cuenta.
“Una gran parte de lo que determina una buena analítica o no es el grado de estrés que llevas encima”, explica. “Vivimos en alerta todo el día, y eso tiene un precio.”
Ya no huimos de depredadores, dice, pero nuestro cerebro no lo sabe. ““Nadie nos enseñó a cuidar de nosotros. En el colegio te enseñan matemáticas, pero no cómo descansar, cómo comer o cómo parar.”
El colesterol no es el villano (y la industria tampoco ayuda)

Romera desmonta otro mito con una comparación tan simple que resulta brutal:
“Decir que el colesterol es malo per se es como decir que el riesgo de accidentes depende del número de coches en la autopista.”
El verdadero problema, insiste, está en la oxidación y la inflamación, no en el colesterol total.
Y ahí es donde se indigna, aunque mantiene la calma: “Las estatinas son el medicamento más rentable del mundo. Y las industrias… no te quieren sano. La alimentaria te quiere hambriento, la farmacéutica te quiere enfermo.”
Cada palabra pesa. “Los ultraprocesados están diseñados para eso, para darte placer rápido y que quieras más. No es casualidad. Es ingeniería emocional y biológica.”
Comer real, ayunar con sentido y tres aliados del cuerpo

Marc no vende milagros. Su enfoque es casi de sentido común. “Comida real es todo aquello que puedas identificar sin leer una etiqueta. Si sabes lo que es, probablemente te conviene.”
Defiende el ayuno intermitente, pero sin dogmas. “En cuanto a los suplementos, lo tiene claro: tres básicos.
Omega-3, para frenar la inflamación. Magnesio, “la chispa que hace que la mitocondria arranque”. Y vitamina D, “porque vivimos encerrados y protegidos del sol”.








