sábado, 8 noviembre 2025

Así funciona una bomba nuclear explicado por un químico

Un químico revela cómo funciona una bomba nuclear, desde los principios de fisión y fusión hasta los dilemas éticos que rodean su existencia. Ciencia, poder y destrucción en su máxima expresión.

A lo largo de la historia moderna, pocas creaciones del ser humano han generado tanto temor y fascinación como la bomba nuclear. Su poder destructivo no solo transformó el curso de la Segunda Guerra Mundial, sino que redefinió por completo la política, la ciencia y la ética del siglo XX. Pero, ¿qué ocurre realmente dentro de una bomba nuclear cuando explota?

Un reconocido químico y divulgador científico explicó los principios que hacen posible este fenómeno tan complejo como aterrador. Desde las diferencias entre fisión y fusión, hasta los secretos detrás de su estructura interna, su relato permite comprender por qué la bomba nuclear sigue siendo, a día de hoy, uno de los mayores desafíos de la humanidad.

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Bomba nuclear: De la fisión a la fusión: el corazón de una bomba nuclear

Bomba nuclear: De la fisión a la fusión: el corazón de una bomba nuclear
Fuente: Cedoc

El experto comienza diferenciando dos conceptos básicos: fisión y fusión, los dos procesos nucleares en los que se basa el funcionamiento de una bomba nuclear. En la fisión, un núcleo atómico pesado —como el uranio-235 o el plutonio-239— se divide en dos, liberando una cantidad enorme de energía. En la fusión, por el contrario, núcleos ligeros, como los del hidrógeno, se unen para formar uno más pesado. Ambas reacciones están regidas por una misma ley universal: la energía que se libera proviene de la masa que se pierde, tal como anticipó Einstein con su célebre ecuación E=mc².

El químico explica que la bomba nuclear de fisión es, en esencia, un dispositivo diseñado para provocar una reacción en cadena. Cuando un neutrón impacta sobre un átomo de uranio-235, este se rompe en dos partes y libera nuevos neutrones, que a su vez golpean otros núcleos, multiplicando exponencialmente la reacción. Todo ocurre en una fracción de segundo, generando una liberación de energía capaz de arrasar ciudades enteras.

Por su parte, la bomba nuclear de fusión —también conocida como bomba de hidrógeno— funciona de manera más compleja. Utiliza una primera explosión de fisión para alcanzar las temperaturas y presiones necesarias que permitan unir átomos de hidrógeno. De esta manera, se produce una explosión mucho más potente, con una energía prácticamente ilimitada. “Es como una muñeca rusa”, explica el especialista, “una bomba dentro de otra bomba, donde cada etapa desencadena la siguiente”.

Ingeniería del terror y dilemas éticos

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El diseño de una bomba nuclear implica un nivel de precisión y control inimaginable. Cada milisegundo cuenta. Por ejemplo, en el proceso de fusión se aprovechan los rayos X generados por la primera explosión para comprimir el combustible secundario, a menudo una mezcla de hidruro de litio y deuterio. Lo más sorprendente es que incluso materiales tan comunes como el poliestireno expandido (poliestireno o poliespán) pueden jugar un papel clave, ya que, al convertirse en plasma, ayudan a canalizar la radiación hacia el núcleo de fusión.

El químico también hace referencia a otros tipos de bombas nucleares, como las denominadas “bombas saladas”, diseñadas para contaminar vastas regiones mediante la radiación de elementos como el cobalto-60. O las bombas de neutrones, creadas para eliminar seres vivos sin destruir la infraestructura. Todas ellas representan el punto máximo del ingenio científico, pero también del horror.

En su análisis, el experto aborda un debate inevitable: la paradoja moral de la bomba nuclear. “Admiro su perfección técnica como un biólogo admira a una serpiente venenosa”, comenta. “Sabes que puede matarte, pero no puedes evitar asombrarte ante su diseño”. Para él, las bombas nucleares simbolizan tanto el poder disuasorio de las grandes potencias como la fragilidad de la existencia humana.

La bomba nuclear, en definitiva, sigue siendo un recordatorio de hasta dónde puede llegar el conocimiento científico cuando se pone al servicio del poder. Un artefacto capaz de transformar el equilibrio político mundial, pero también de recordarnos que, en el fondo, la línea entre la genialidad y la destrucción absoluta puede ser tan delgada como el núcleo de un átomo.


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