La proteína no es magia, es solo una parte del equilibrio que el cuerpo necesita para crecer con sentido. Hablar con Yago Heracles Fit es entrar en el mundo del culturismo desde una mirada diferente, más sensata, más humana. No es el típico entrenador que mide el éxito por el tamaño del bíceps o los kilos en la barra. Es un obseso de la técnica, de la biomecánica y de la programación del entrenamiento, convencido de que el progreso no nace del exceso, sino del equilibrio.
Lo que le mueve, dice, es enseñar a las personas a entender el porqué detrás de cada movimiento. “La programación es el pilar que muchos pasan por alto —explica—. Es lo que marca la diferencia entre entrenar y progresar”.
Y, como suele repetir, en el entrenamiento no hay absolutos. “Cuando alguien me dice siempre o nunca, lo descarto automáticamente. El cuerpo no entiende de extremos, sino de adaptación.” Su filosofía se apoya más en la ciencia que en las modas, y más en el sentido común que en los atajos.
La intensidad: esa llave que abre todas las puertas

Para Yago, la intensidad es el primer paso hacia cualquier mejora real. “Si empiezo a trabajar contigo, lo primero que busco es intensidad”, dice sin dudar. “Es la llave que abre la puerta; y detrás de esa puerta está el volumen, que es el tesoro”.
En el fondo, lo que plantea es simple: sin esfuerzo real, no hay señal de crecimiento. La intensidad marca el punto en que el cuerpo empieza a construir. En sus propias palabras, “el umbral que activa las vías anabólicas, esas que ordenan al músculo crecer”.
Yago traduce esa intensidad a términos prácticos. Habla de RIR (repeticiones en recámara) o RPE (percepción del esfuerzo), pero más allá de los tecnicismos, lo que quiere decir es que hay que entrenar de verdad. Ni cómodos, ni con miedo al fallo. “Las mejores adaptaciones ocurren a partir de RIR 4”, apunta.
También desmitifica conceptos. “La densidad del entrenamiento no debe guiar la programación. Sirve para evaluar, no para planificar”, aclara. Más rápido no siempre es mejor; a veces el progreso llega cuando uno aprende a frenar.
Y sobre el sobreentrenamiento, sonríe. “Existe, claro, pero en el mundo del culturismo natural es raro verlo. Lo que más noto es la falta de chispa: te cansas antes, bostezas entre series, pierdes apetito… Es el cuerpo pidiendo una tregua”.
Entrenar como un culturista natural

Si algo defiende con convicción es que todo el mundo debería entrenar como un culturista natural, incluso quien no compita. “No se trata solo de estética, sino de salud. Cada gramo de músculo ganado de forma natural es salud”.
Cuando el tiempo escasea, propone sesiones densas y efectivas, aprovechando cada minuto. Ahí entran las técnicas de alta intensidad (HIT): superseries, dropsets, parciales lentas… herramientas que permiten exprimir el entrenamiento sin alargarlo.
Eso sí, advierte contra el fanatismo que a veces rodea a la competición. “He visto gente hacer 40.000 pasos al día. Algunos acabaron con las rodillas destrozadas. En mi caso, jamás paso de 12.000.”
Describe las últimas semanas antes de competir como una paradoja: un cuerpo lleno de músculo, pero vacío de energía. “Fisiológicamente, el culturista se parece a una persona anoréxica, pero con masa muscular.” Luego llega la cara B del culturismo: la postcompetición. “Cuando sales del escenario, tu cuerpo solo quiere una cosa: grasa. Lo único que quiere es sobrevivir.”
Comer, entrenar, adaptarse

Aunque no es nutricionista, Yago no se muerde la lengua al hablar de alimentación. “El mercado proteico está muy romantizado. Se vende como la piedra filosofal, pero la ciencia no lo respalda. Con 0,8 gramos por kilo de peso es suficiente para cubrir las necesidades.”
Para él, los batidos no son imprescindibles. “Puedes ganar músculo sin ellos. Lo importante es cubrir tus macros con comida real.”
En cambio, reivindica los carbohidratos: “Son la gasolina más eficiente para entrenar fuerte. Una vez que tienes cubiertas proteínas y grasas, el resto deberían ser carbohidratos.”








