Entrevista a Pedro Mujica, divulgador tecnológico, tecnohumanista y embajador del Pacto por la Divulgación de la Ciencia y la Innovación de Canarias
Pedro Mujica es un especialista en Inteligencia Artificial. Ingeniero Superior en Ciencias de la Computación, ejerce como CEO y fundador de WECOLAB NETWORK. Es autor del libro Superhumanos: cómo empoderar a las personas mediante la inteligencia artificial y el metaverso (Editorial LID, 2025), tomo en el que relaciona el impacto de la tecnología y las capacidades humanas, y cómo el desarrollo de tecnologías como la IA o el metaverso, pueden tener un efecto positivo si está orientado a una perspectiva ética. “La divulgación no es comunicación, es infraestructura cognitiva. Sin ella, el conocimiento no transforma nada”, destaca en esta entrevista.
¿Cómo surge tu interés por vincular la ciencia y la tecnología con el factor humano y social?
Mi interés nace de una inquietud constante: cómo mantener lo humano en medio de la aceleración tecnológica. Desde siempre he entendido que el progreso técnico no garantiza el progreso humano. La historia demuestra que la tecnología amplifica tanto lo mejor como lo peor de nosotros. Por eso defiendo el tecnohumanismo: una forma de pensar que integra la innovación con la conciencia.
En mis primeros trabajos vi un patrón: abundaba la eficiencia, pero faltaba sentido. La tecnología se analizaba desde la velocidad, no desde la ética. Ahí comprendí que la ciencia necesitaba recuperar su relato social, volver a conectar con la ciudadanía.
Hoy mi propósito es ese: traducir la complejidad tecnológica al lenguaje humano. Enseñar que la inteligencia artificial, la automatización o la robótica no son fines, sino medios para ampliar nuestra capacidad de comprensión, empatía y creación.
«La ética no frena la ciencia, la orienta»
¿Qué papel juega la ética en el desarrollo científico y en la inteligencia artificial?
Es central. La ética no debe ser el último filtro, sino el primer diseño. En la IA, las decisiones técnicas tienen impacto social inmediato: en la privacidad, en el empleo, en la educación, en la equidad. La ética convierte la innovación en progreso real.
No se trata de prohibir, sino de entender que cada algoritmo es una visión del mundo. La ciencia moderna necesita una ética anticipatoria, capaz de prever consecuencias antes de que ocurran. De lo contrario, el desarrollo se convierte en experimento social sin consentimiento.
Canarias tiene un valor diferencial: puede desarrollar una IA más humana, inclusiva y sostenible, alineada con los valores de comunidad y diversidad que caracterizan a las islas. Esa es la dirección correcta: pequeña escala, gran conciencia.
«El Pacto es un tejido, no una campaña»
¿Qué te motivó a unirte al Pacto por la Divulgación de la Ciencia y la Innovación de Canarias?
El Pacto me atrajo porque plantea una visión colectiva del conocimiento. No busca imponer un modelo, sino tejer una red entre científicos, comunicadores, educadores y ciudadanía. Es, en esencia, una llamada a la cooperación.
Lo valioso es que trasciende lo institucional. No es una acción puntual, sino un movimiento de fondo que quiere sembrar una cultura científica estable. En un momento de desinformación y polarización, este pacto reivindica la ciencia como espacio común.
En el encuentro mis tres valores guía: conocimiento, comunidad y propósito. Conocimiento que se comparte, comunidad que se cuida y propósito que inspira. Es una forma de hacer divulgación con alma.
«Canarias puede pensarse científicamente»
¿Cómo definirías este Pacto y qué lo hace distinto?
El Pacto no busca añadir más ruido, sino más conexión. Es una alianza duradera que integra educación, comunicación y política científica. Lo que lo diferencia es su estructura distribuida: trabaja en red, sin jerarquías, sumando voces diversas. Frente a la lógica de los eventos aislados, propone continuidad. Frente a la fragmentación, propone comunidad. Es un modelo de cooperación adaptado a la escala del archipiélago: descentralizado, ágil y profundamente humano.
Su objetivo final no es solo divulgar, sino transformar la identidad científica de Canarias. Que la ciencia deje de ser un tema de especialistas y se convierta en una forma de cultura compartida.
«Sin divulgación, no hay innovación sostenible»
¿Por qué la divulgación debe formar parte de las políticas públicas?
Porque sin divulgación no hay cultura científica, y sin cultura científica no hay progreso democrático. La divulgación convierte la ciencia en un bien común. Traducir lo complejo a lenguaje ciudadano es una forma de justicia cognitiva. Además, la divulgación crea confianza. Permite que la sociedad entienda las inversiones públicas, participe en los debates éticos y valore la investigación local. No es un accesorio: es un puente entre conocimiento y ciudadanía.
Canarias tiene una oportunidad para institucionalizar esa visión. Incluir la divulgación en las políticas públicas no es comunicación: es gobernanza del conocimiento.
«Tenemos talento, falta estructura»
¿Qué obstáculos debe superar Canarias para consolidar una cultura científica real?
Primero, la fragmentación. El ecosistema científico canario está lleno de talento, pero disperso. Faltan redes estables que conecten personas investigadoras, divulgadoras y medios. Segundo, la falta de continuidad. Las iniciativas surgen, brillan y desaparecen. Sin estructuras permanentes, no se construye cultura. La ciencia necesita ritmo, no ráfagas. Y tercero, la visibilidad. Los divulgadores canarios existen, pero no siempre tienen escaparate. Hay que contar sus historias, darles presencia y convertirlos en referentes para la sociedad.
«La juventud no solo escucha ciencia, la crea»
¿Qué papel deben tener las nuevas generaciones?
Un papel protagonista. Las nuevas generaciones no solo consumen ciencia, la narran. En redes, en vídeos, en proyectos de innovación educativa. Tienen la capacidad de transformar la divulgación desde dentro.
Pero necesitan acompañamiento. Formación en comunicación científica, recursos digitales, mentoría. Hay que enseñarles que divulgar no es “simplificar”, sino traducir con rigor.
Ellos representan el relevo generacional que dará continuidad al Pacto. Son quienes convertirán la curiosidad en cultura.
«Las redes son el nuevo ágora del conocimiento»
¿Qué papel tienen las redes sociales?
Las redes sociales son el terreno donde la ciencia se juega su reputación pública. Si no está presente ahí, otros ocuparán ese espacio con desinformación.
No basta con publicar datos; hay que construir relatos. Las redes exigen una nueva alfabetización científica: emocional, audiovisual y narrativa. La ciencia debe aprender a contar sin traicionar su rigor.
El reto es pasar de la viralidad efímera al impacto formativo. Convertir los 30 segundos de atención en una semilla de pensamiento.
«La IA no sustituye al divulgador, lo amplifica»
¿Cómo puede la Inteligencia Artificial potenciar la divulgación en Canarias?
La IA puede personalizar la divulgación, traducir artículos complejos, generar materiales inclusivos y conectar comunidades científicas entre islas. Es una herramienta de ampliación cognitiva.
Aplicada con criterio, puede ayudar a superar la distancia territorial y democratizar el acceso al conocimiento. Pero su valor real depende del uso ético y creativo que hagamos de ella.
La IA no debe reemplazar la voz humana. Debe servirle de amplificador. Cuando la tecnología multiplica la capacidad del divulgador, se convierte en una fuerza cultural.
«Una red viva y colaborativa»
¿Cómo imaginas la cooperación entre instituciones, empresas, medios y ciudadanía?
Como un ecosistema vivo. Cada actor aporta un valor: las instituciones estructura, las empresas recursos, los medios difusión y la ciudadanía sentido.
La clave es la orquestación. No se trata de centralizar, sino de conectar. De crear proyectos compartidos y plataformas donde cada pieza vea su papel en el todo. Si logramos esa sinergia, Canarias puede ser un modelo de divulgación participativa a escala europea.
«La ciencia debe formar parte de nuestra identidad»
¿Qué impacto te gustaría que tuviera el Pacto dentro de unos años?
Que la ciencia forme parte del relato cotidiano de Canarias. Que esté presente en la educación, en la cultura, en los medios, en la empresa. Que el conocimiento se viva como patrimonio.
Quisiera ver jóvenes que aspiran a ser científicos o divulgadores con el mismo entusiasmo que artistas o deportistas. Que la curiosidad vuelva a tener prestigio. El éxito del Pacto será medible cuando la ciencia deje de necesitar justificación para estar en la agenda pública.
«Más que anunciar, quiero activar»
¿Qué puedes adelantarnos sobre tu intervención del 18 de noviembre?
Será una presentación visual, simbólica y activa. No se trata solo de hablar del Pacto, sino de encenderlo. Quiero que el público experimente lo que significa convertir la ciencia en relato compartido.
Hablaré de cómo Canarias puede liderar una nueva etapa de divulgación ética, interconectada y participativa. Mostraré cómo ciencia, innovación y cultura pueden caminar juntas.
Será el punto de partida de algo mayor: un proceso de transformación cultural que conecte a las islas a través del conocimiento.









