miércoles, 5 noviembre 2025

Gustavo Martínez, economista: “España no tiene educación financiera, y por eso el ciudadano delega su responsabilidad en el Estado”

Gustavo Martínez advierte que la falta de educación financiera mantiene a España estancada y dependiente del Estado. Propone una revolución liberal que empiece en las aulas para recuperar la libertad económica y romper el ciclo de ignorancia fiscal.

España atraviesa una etapa en la que las cifras macroeconómicas parecen mejorar, pero el malestar social se mantiene. Mientras los titulares hablan de crecimiento, muchos ciudadanos sienten que su poder adquisitivo se desvanece. En ese contexto, el economista Gustavo Martínez advierte que el verdadero problema del país no es la coyuntura política ni los ciclos económicos, sino la falta de educación.

Para Martínez, la raíz de casi todos los males que afectan a la economía española se encuentra en una carencia profunda de educación financiera. Una sociedad que no comprende cómo funciona el dinero, asegura, es una sociedad que inevitablemente delega su libertad económica en el Estado.

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La educación financiera como punto de partida

La educación financiera como punto de partida
Fuente: agencias

Durante su intervención en el programa “Tengo un plan”, Martínez fue tajante: “España está en la misma situación que hace diez o veinte años; seguimos viviendo con cloroformo mental”. Según su visión, la educación es el primer paso hacia una verdadera transformación, ya que permite al ciudadano entender conceptos esenciales como el valor del ahorro, el efecto de los impuestos y la inflación como forma silenciosa de expropiación.

El economista señala que la falta de educación financiera genera una dependencia cultural del Estado. “Cuando no se comprende el valor del esfuerzo individual —afirma— se delega toda responsabilidad en el poder público”. De ese modo, la educación se convierte en el eje central de un cambio de paradigma que Martínez define como “revolución liberal”, basada en la autonomía, la meritocracia y la comprensión del sistema económico.

Para él, la educación es también la herramienta más eficaz contra la corrupción estructural. Al enseñar desde edades tempranas cómo funciona la economía y cómo se produce la riqueza, los ciudadanos adquieren criterio, dejan de culpar a terceros y comprenden el peso de sus decisiones. “Sin educación, la población sigue anestesiada, creyendo que el Estado puede resolverlo todo, cuando en realidad es quien más se beneficia del desconocimiento”, sostiene.

Un modelo insostenible

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Martínez remarca que el actual modelo español es insostenible. “De lunes a jueves trabajamos para el Estado”, afirma, al denunciar que entre impuestos directos, indirectos, tasas y cargas sociales, el ciudadano medio ve expropiado entre el 60 y el 70% de su producción. La educación, insiste, permitiría comprender esta realidad y exigir una gestión más eficiente de los recursos.

Con más funcionarios que autónomos y un gasto público que no se traduce en mejores servicios, el economista considera que el sistema se sostiene por inercia. Sin educación económica, la población no analiza las cifras ni cuestiona la distribución del gasto. “La educación financiera —dice— no solo enseña a ahorrar; enseña a pensar, a medir, a comparar, a no dejarse engañar por discursos vacíos”.

En su análisis, Martínez subraya que el 29% del sector privado sostiene al otro 71% del país, un desequilibrio que tarde o temprano terminará por romperse. Para él, este es el único camino para revertir esta tendencia: una educación que fomente la responsabilidad, la comprensión de los impuestos y la necesidad de una economía más competitiva.


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