Rosa María Sardà nacida en Barcelona el treinta de julio de mil novecientos cuarenta y uno, fue una actriz que supo combinar magistralmente el humor con el drama en todas las disciplinas del arte escénico. Su formación fue completamente autodidacta, comenzando en teatro de aficionados en el barrio de Horta antes de dar el salto al teatro profesional en mil novecientos sesenta y dos. Desde entonces, su trayectoria se caracterizó por la diversidad y la excelencia en cada proyecto que abordaba. La carrera de Rosa María Sardà transcurrió entre el teatro, la televisión y el cine, convirtiéndola en una de las pocas actrices españolas que logró mantener la misma relevancia en los tres ámbitos.
Durante los años setenta, mientras consolidaba su presencia teatral, Sardà también exploró el mundo audiovisual. En mil novecientos setenta y cinco protagonizó la obra televisiva «Una vella, coneguda olor» basada en un texto de Josep Maria Benet i Jornet. Su debut cinematográfico llegó bajo la dirección de Ventura Pons en «El vicario de Olot», abriendo así las puertas a una larga filmografía. Estos primeros pasos audiovisuales consolidaron su versatilidad como intérprete en múltiples géneros. Poco después, en mil novecientos setenta y nueve, presentaría su propio programa televisivo «Festa amb Rosa Maria Sardà», que le permitió demostrar su talento como anfitriona y comediante.
EL FENÓMENO DE «AHÍ TE QUIERO VER»
A principios de los años ochenta, Rosa María Sardà alcanzó una popularidad masiva gracias al programa televisivo «Ahí te quiero ver», que se convirtió en un fenómeno de audiencia en TVE-1. Este espacio combinaba entrevistas desenfadadas, actuaciones musicales y sketches de humor donde Sardà trabajaba junto a Enric Pous, quién interpretaba al famoso personaje del «Honorato». El programa revolucionó el entretenimiento español al ofrecer humor inteligente y cercano que conectaba profundamente con millones de espectadores. Su capacidad para improvisar y su fino sentido de la ironía la convirtieron en la estrella indiscutible de la pareja cómica, ganando incluso el Premio TP de Oro a la mejor presentadora en mil novecientos ochenta y cuatro.
Durante los cinco años en que el programa estuvo en antena, Rosa María Sardà no solo presentaba sino que también elaboraba y supervisaba los guiones, dirigía e interpretaba los diferentes sketches, asumiendo un rol mucho más allá del de simple presentadora. Su genio cómico fue reconocido tanto por crítica como por audiencia, consolidando su posición como una de las grandes figuras de la televisión española. Este éxito en la pequeña pantalla le permitió diversificar su carrera hacia proyectos más ambiciosos en cine y teatro. La química que compartía con Enric Pous se consideraba prácticamente perfecta, generando momentos memorables que todavía hoy permanecen en la memoria colectiva de los españoles.
LOS PREMIOS GOYA Y EL RECONOCIMIENTO CINEMATOGRÁFICO
En la década de los noventa, Rosa María Sardà experimentó un giro importante en su carrera al demostrar su capacidad para papeles dramáticos en cine. Su trabajo en «La niña de tus ojos» de Fernando Trueba la convirtió en candidata al Premio Goya a la mejor interpretación femenina de reparto, reconocimiento que ganaría dos veces por sus actuaciones en «¿Por qué lo llaman amor cuando quieren decir sexo?» de mil novecientos noventa y tres y en «Sin vergüenza» de mil novecientos noventa y ocho. Estos galardones consolidaron su estatus como una de las mejores actrices del cine español contemporáneo. Además de los Goyas, Sardà también fue maestra de ceremonias de la gala cinematográfica en tres ocasiones: en mil novecientos noventa y tres, mil novecientos noventa y ocho y dos mil uno.
Su versatilidad dramática le permitió colaborar con algunos de los directores más importantes del cine español e internacional, como Pedro Almodóvar, quien le ofreció un papel importante en «Todo sobre mi madre» de mil novecientos noventa y nueve. También trabajó con realizadores de la talla de Icíar Bollaín en «Te doy mis ojos», Emilio Martínez-Lázaro en «Ocho apellidos catalanes» y Fernando Trueba en «El embrujo de Shanghái». Su presencia en pantalla transmitía siempre una seguridad y una autenticidad que pocos actores españoles de su generación lograban alcanzar. En mil novecientos noventa y nueve, la Academia de Cine le otorgó la Medalla de Oro a su trayectoria completa.
LA TRAYECTORIA TEATRAL Y EL TEATRO COMO REFUGIO
Aunque Sardà fue ampliamente conocida por sus trabajos televisivos y cinematográficos, el teatro siempre fue una pasión central en su vida artística que nunca abandonó. En los últimos años de su carrera, se volcó especialmente en el teatro clásico y contemporáneo, participando en obras de relevancia histórica como «Wit» de Margaret Edson en el año dos mil cuatro, donde interpretaba el papel de la doctora Vivian Bearing. Esta actuación le permitió ganar premios teatrales de gran importancia como el Fotogramas de Plata a la mejor actriz de teatro y el Premio Max a la mejor actriz protagonista. El teatro se convirtió para ella en el espacio donde podía explorar con mayor libertad sus capacidades emocionales y dramáticas. Su dedicación a la escena fue reconocida cuando recibió el Premio Max de Honor en dos mil quince como tributo a su trayectoria artística.
Una de sus últimas grandes interpretaciones teatrales fue en «La casa de Bernarda Alba» de Federico García Lorca, donde interpretaba el papel de Poncia junto a Nuria Espert en el año dos mil nueve. Este trabajo le permitió conectar con uno de los textos clásicos más profundos de la literatura española, demostrando que a los sesenta y ocho años mantenía plenamente sus capacidades interpretativas. Su interpretación de Poncia fue considerada por la crítica como una de las más memorables de las últimas versiones del texto lorquiano. Sardà también participó en otras obras relevantes como «Crec en un sol déu» bajo la dirección de Lluís Pasqual, consolidando su imagen como una actriz completamente dedicada a su oficio sin importar su edad.
EL LEGADO DE NOVENTA Y SEIS PRODUCCIONES AUDIOVISUALES
A lo largo de su vida profesional, Rosa María Sardà participó en más de noventa y seis producciones audiovisuales diferentes, incluyendo películas de cine, series televisivas y montajes teatrales que se grabaron. Su filmografía cinematográfica incluye títulos tan variados como «Moros y cristianos» de Luis García Berlanga, «Rateta, rateta», «La fiebre de oro» de Francesc Betriu, «Alegre ma non troppo» de Fernando Colomo y «Airbag». Este volumen de trabajo demuestra su capacidad para mantenerse activa profesionalmente durante más de cinco décadas sin perder relevancia ni calidad interpretativa. Además, Sardà fue una de esas pocas actrices españolas que logró circular fluidamente entre el cine en castellano y el cine en catalán, ampliando así significativamente sus oportunidades laborales.
En televisión, más allá de «Ahí te quiero ver», participó en series como «Abuela de verano» donde coincidió con su hijo actor Pol Mainat, «Homenots», «Vetesifils» y seriales dramáticos como «La Rambla de las Floristas» y «Las amargas lágrimas de Petra von Kant». Su última película de largo alcance fue «Salir del ropero» de dos mil diecinueve, donde compartía cartel con Verónica Forqué en una comedia sobre la amistad y el amor sin edad. La capacidad de Sardà para adaptarse a nuevos proyectos y géneros le permitió seguir siendo visible en la pantalla incluso en los últimos años de su vida. Su muerte el once de junio de dos mil veinte a los setenta y ocho años no fue debido al envejecimiento, sino por un linfoma que padecía desde dos mil catorce.
LA FAMÍLIA SARDÀ Y SU VIDA PERSONAL
Rosa María Sardà pertenecía a una familia profundamente vinculada con el mundo del espectáculo y la comunicación, caracterizada por individuos de considerable talento y relevancia pública. Su hermano mayor fue Javier Sardà, periodista y presentador de televisión de gran reconocimiento que tuvo una carrera radiofónica y televisiva muy exitosa en España. Otros hermanos suyos incluían a Fede Sardà, empresario, y Juan Sardà, diseñador, cada uno de ellos desarrollando carreras significativas en sus respectivos campos. La familia Sardà representaba la excelencia en distintos ámbitos profesionales, probablemente alentada por un ambiente familiar que valoraba profundamente el talento artístico. Su hermano fallecido por sida en mil novecientos ochenta dejó una huella profunda en Sardà, quien posteriormente se convirtió en una defensora silenciosa de diversas causas sociales.
En lo personal, Rosa María Sardà estuvo casada con Josep Maria Mainat, miembro del célebre grupo de comedia La Trinca, con quien formó una pareja que generó chispa tanto en el plano personal como artístico en ocasiones. De su matrimonio nació Pol Mainat, quien también siguió la profesión actoral, llegando incluso a trabajar con su madre en series como «Abuela de verano». A diferencia de muchas actrices de su generación, Sardà nunca permitió que la maternidad interrumpiera su carrera ni viceversa. Aunque su matrimonio con Mainat llegó a su fin, la actriz mantuvo siempre una relación cercana y colaborativa con su hijo, demostrando la fortaleza de los vínculos familiares que transcendía los formalismos legales. Su vida personal fue discreta en comparación con su vida profesional, lo que la convirtió en una figura pública que respetaba los límites entre lo privado y lo público.

                                    





 



