lunes, 3 noviembre 2025

Santiago Bilinkis, emprendedor y tecnólogo: “La inestabilidad de las parejas y la desigualdad en el reparto de tareas desincentivan la maternidad y paternidad”

La maternidad enfrenta un cambio cultural profundo: cada vez más personas la eligen o rechazan, afectadas por la economía, la inestabilidad de parejas y la desigualdad en tareas, transformando la infancia y la estructura familiar.

En nuestro país, la maternidad ha dejado de considerarse una certeza para convertirse en una decisión cargada de retos personales y sociales. La caída de la natalidad refleja más que cifras: es un reflejo de la transformación cultural sobre cómo se entiende larealización personal y el proyecto de vida. Lo que antes era inevitable hoy se elige, con efectos palpables en la estructura familiar.

Santiago Bilinkis, emprendedor y tecnólogo, apunta que la inestabilidad de las parejas y la desigualdad en el reparto de tareas desincentivan la maternidad y la paternidad. Esta realidad afecta especialmente a las mujeres, que dedican hasta tres veces más tiempo que los hombres al cuidado no remunerado, convirtiendo la maternidad en un esfuerzo desproporcionado y a menudo incompatible con el desarrollo profesional y personal.

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El desafío económico y social de la maternidad moderna

El desafío económico y social de la maternidad moderna
Fuente: Freepik

Tener hijos hoy supone costos económicos y personales que décadas atrás eran impensables. La maternidad dejó de ser un aporte al trabajo familiar y se transformó en un proyecto de consumo y atención constante. La inversión en educación, salud y actividades extracurriculares aumenta la presión sobre los padres y altera la percepción de la maternidad como vía de realización personal. Además, la corta duración media de las relaciones entre jóvenes refuerza la incertidumbre sobre la crianza compartida.

Más allá de lo económico, la maternidad moderna se enfrenta a un contexto social complejo: la preocupación por el futuro, la crisis climática y los recursos limitados llevan a muchas personas a cuestionar traer hijos a un mundo percibido como inestable. Así, la maternidad deja de considerarse un acto natural y se convierte en una elección consciente, incluso vista en ocasiones como un obstáculo para la felicidad individual.

El impacto de la crianza intensiva y el auge del hijo único

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El modelo de maternidad perfecta genera un desgaste notable. La sobreprotección y la exposición constante a pantallas condicionan la infancia, reducen la capacidad de tolerar el aburrimiento y limitan experiencias sociales básicas. Estudios indican que lo que los hijos realmente desean no es más tiempo, sino que los padres estén menos agotados y más presentes.

Paralelamente, el aumento de hijos únicos modifica la dinámica social y emocional. Sin hermanos con quienes negociar y compartir, los niños desarrollan menor tolerancia a la frustración y un sentimiento de derecho adquirido. Esto impacta directamente en la idea de tener hijos, intensificando la carga emocional y cuestionando la manera en que concebimos la crianza y la educación de la próxima generación.

La caída de la natalidad y la transformación de la maternidad reflejan un cambio cultural profundo en la sociedad occidental. La libertad individual y la búsqueda de bienestar redefinen la maternidad y plantean la necesidad de reconciliar los deseos personales con el cuidado y desarrollo de la próxima generación, para que ser madre o padre siga siendo una experiencia enriquecedora y sostenible.


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