domingo, 2 noviembre 2025

Era un chico tímido y fracasado: hoy da conferencias ante miles de personas. Así vencí el miedo

- Francesc Miralles, reflexiona sobre el propósito, la felicidad y la importancia de volver a escucharse.

El miedo puede encerrarte toda una vida… o empujarte a cambiarla por completo.
Hay personas que, cuando hablan, no te sueltan frases hechas: te dejan pensando. Francesc Miralles es una de ellas. Tiene esa forma pausada de hablar que hace que todo parezca más simple, incluso lo que no lo es. Escritor, periodista y conferenciante internacional, se ha pasado media vida buscando respuestas a una pregunta tan vieja como el mundo: ¿para qué estamos aquí?

Conocido en todo el planeta por Ikigai, el libro que escribió junto a Héctor García y que ya ha inspirado a millones de personas, Miralles no presume de éxito. Habla con humildad, con humor, con la serenidad de quien ha entendido que el sentido de la vida no se busca fuera, sino dentro.

Publicidad

Una vida sin propósito es un despropósito”, dice sonriendo, sin solemnidad. Y uno entiende enseguida que lo dice porque lo ha vivido. Porque sabe lo que es perder el rumbo, y también lo que cuesta recuperarlo.

El propósito frente a la pasión

miedo
El propósito evoluciona con nosotros: cambia cuando cambia la vida. Fuente: Canva

“Las pasiones cambian”, explica, “pero el propósito es lo que te sostiene cuando las demás cosas se caen”. Puede gustarte viajar, leer o tocar la guitarra, pero el propósito —ese motor invisible que da sentido a los días— va más allá.

Para Miralles, ese propósito siempre tiene que ver con los demás. No con salvar el mundo ni con gestas heroicas. “A veces el sentido de tu vida es hacerle el día más fácil a alguien. Escuchar. Acompañar. Cumplir un sueño pequeño.”

Y añade, casi en voz baja: “La felicidad empieza cuando dejas de girar en torno a ti mismo.”
No lo dice desde un púlpito, sino desde la experiencia. Porque sabe que mirar hacia dentro demasiado tiempo también puede ser una forma de perderse.

El propósito, insiste, no es algo que se encuentre una vez y ya está. Cambia con nosotros. Se mueve, respira. “Hay que seguir escuchando lo que la vida te pide. A veces el propósito que tenías a los veinte ya no sirve a los cuarenta.”

El adolescente perdido

Ikigai Merca2.es
Miralles asegura que el verdadero cambio empieza fuera de la zona de confort. Fuente: Canva

Cuesta imaginar que este hombre sereno fue un adolescente torpe y asustado. “Era un pésimo estudiante, un tímido patológico. Suspendía cuatro o cinco asignaturas por trimestre. No creía en mí. Y mi padre tampoco: me llegó a decir que nunca leería nada escrito por mí.”

Durante años le creyó. Hasta que apareció una profesora de alemán que vio en él algo que nadie más veía. “Cuando alguien confía en ti, cambia todo. Empiezas a verte con otros ojos.”

Aquel gesto lo transformó. Pasó de suspenderlo todo a sacar matrículas.
Ahí descubrió algo que luego marcaría toda su filosofía: el efecto Pigmalión, esa capacidad que tienen las expectativas de los demás para impulsarte o hundirte.

“Todos necesitamos faros”, dice. “Personas que te recuerden que vales, que te empujen cuando te has rendido.” Y si no los tienes, añade, hay que salir a buscarlos.
Él lo hizo viajando. “Viajar fue mi primer pre-Ikigai. Irme lejos, empezar de cero, sin etiquetas.”

El salto más difícil

La fuerza del proposito Merca2.es
“El tiempo es la divisa más valiosa que tenemos”, recuerda el autor. Fuente: Canva

“Cambiar cuesta. Pasar de la comodidad al propósito es como despegar de la Tierra. La gravedad son los miedos, los hábitos, la pereza.”
Pero una vez das el salto, dice, “lo más duro ya está hecho”.

Habla del propósito como algo exigente, no romántico. “Para que algo florezca, hay que picar piedra. Detrás de cualquier logro hay miles de horas que nadie ve.”

La felicidad y lo esencial

Cambio12 Merca2.es
Ikigai: encontrar sentido en lo cotidiano y vivir con propósito. Fuente: Canva

En su novela El Teléfono de Dios, Miralles imagina a un Dios que responde sin juzgar, como un amigo sabio. A través de esa historia reflexiona sobre el amor, la paz interior y la autoaceptación.
“La felicidad no se construye con lo que falta, sino con lo que ya tenemos”, dice. Y lo dice con esa claridad que solo tienen los que han vivido lo contrario.

Compara la vida con una pirámide: si la base está rota, no hay manera de construir arriba. “Hay que arreglar el cuello de botella —esa parte que bloquea tu bienestar— antes de intentar llegar a la cima.”

YouTube video

Publicidad