domingo, 2 noviembre 2025

Adrián Sáenz, especialista en criptomonedas: “Si no tienes las claves, no tienes las monedas”

Adrián Sáenz, especialista en criptomonedas, advierte sobre un principio esencial: solo quien posee sus claves controla su dinero digital. En un mercado vulnerable a hackeos y regulaciones, la verdadera seguridad depende de la autonomía del usuario.

Las criptomonedas han transformado por completo la manera en que entendemos el dinero. Sin embargo, mientras millones de usuarios confían sus ahorros a plataformas digitales, pocos son conscientes del verdadero riesgo que corren. Detrás de esa aparente seguridad, existe una regla de oro que todo inversor debería conocer: quien no posee las claves, no posee las monedas.

El especialista en criptomonedas, Adrián Sáenz, lo resume con una frase que se ha convertido en un emblema del ecosistema digital: “Si no tienes las claves, no tienes las monedas”. Una advertencia sencilla pero contundente que expone la fragilidad de dejar el control de los activos en manos de terceros.

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Las claves: el verdadero poder detrás de las criptomonedas

Las claves: el verdadero poder detrás de las criptomonedas

Cuando una persona adquiere criptomonedas a través de un exchange como Coinbase o Binance, debe saber que, en realidad, esos activos no están bajo su control directo. En esos casos, las criptomonedas figuran a nombre de la empresa, lo que significa que el usuario no es su propietario, sino un cliente que depende de las políticas y límites de la plataforma.

Sáenz explica que la única forma de tener control real sobre las criptomonedas es poseer tanto la clave pública como la privada. La primera funciona como una dirección bancaria: se utiliza para recibir fondos y puede compartirse sin riesgo. La segunda, en cambio, es el acceso absoluto al dinero. Si alguien la conoce, puede disponer de todas las criptomonedas almacenadas en esa cuenta.

Por este motivo, muchos expertos recomiendan trasladar los fondos a carteras personales o “wallets fríos”, como Trezor o Ledger. Estos pequeños dispositivos funcionan de manera desconectada y permiten resguardar las claves privadas sin depender de internet ni de servidores externos. Así, el inversor se convierte en el único dueño de sus activos digitales.

Seguridad, autonomía y responsabilidad: las tres reglas de oro

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Tener las propias claves ofrece independencia y seguridad, pero también implica asumir la responsabilidad total sobre el resguardo de las criptomonedas. Sáenz advierte que, si bien es poco probable que empresas grandes como Coinbase o Binance desaparezcan, existen otros riesgos más sutiles: regulaciones gubernamentales, bloqueos de cuentas o ciberataques que podrían comprometer los fondos de los usuarios.

En este contexto, la mejor defensa es el conocimiento. Los llamados wallets fríos permiten que las criptomonedas se mantengan fuera del alcance de los hackers y de cualquier intervención externa. Además, el proceso de recuperación se realiza mediante una “semilla” compuesta por 12 o 24 palabras únicas, que deben guardarse de forma física y segura. Esa combinación es, en definitiva, la llave maestra que garantiza el acceso a los activos incluso si el dispositivo se pierde o se daña.

Sin embargo, el experto recuerda que almacenar las criptomonedas por cuenta propia no está exento de dificultades. Si el usuario pierde esa semilla de recuperación, sus fondos podrían desaparecer para siempre. Por eso, empresas como Trezor ofrecen accesorios metálicos que permiten conservar esa información de manera más resistente que el tradicional papel.

La reflexión final de Sáenz es clara: en el universo de las criptomonedas, la verdadera libertad financiera llega solo cuando el usuario asume el control de sus claves. Depender de un exchange puede ser más cómodo, pero implica renunciar a la esencia de la descentralización, que precisamente fue la razón por la cual el sistema nació.


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