sábado, 1 noviembre 2025

Omar Tayara (46), atleta olímpico: “Entrenar fuerza no es solo para verte bien; es prevención, es salud, es longevidad”

- El atleta olímpico Omar Tayara comparte su visión sobre el entrenamiento físico y mental, la salud metabólica y el equilibrio como verdadera forma de éxito.

El atleta olímpico y experto en metabolismo y longevidad comparte una mirada sincera sobre la mente, el fracaso, la salud y lo que realmente significa ganar. Hay personas que transforman el esfuerzo en una forma de vida. Omar Tayara es una de ellas. Atleta olímpico, empresario y referente en metabolismo y longevidad, lleva en la piel el peso y la belleza de la disciplina. Pero también la certeza de que la fortaleza real no se mide en segundos ni en medallas. “La verdadera fuerza”, dice, “se mide en la mente… y en el alma”.

La mente: el músculo más difícil de entrenar

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Entrenar la mente es el verdadero reto del alto rendimiento. Fuente: Canva.

Tayara lo tiene claro: entrenar la mente es mucho más duro que entrenar el cuerpo. “Las cosas no se consiguen con motivación, se consiguen con constancia”, repite, como si fuera un mantra.

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Pasó diez años en centros de alto rendimiento, rodeado de atletas con un talento brutal. Pero muchos, recuerda, se quedaban por el camino. “No por falta de físico, sino porque no sabían gestionar la presión, el miedo, el fracaso.” Y ahí aprendió una de las lecciones más valiosas: el éxito no lo logran los más fuertes, sino los que aguantan más tiempo sin rendirse.

“Empecé a escribir mis victorias para no olvidarme de agradecer, y mis errores para entenderlos sin machacarme”, cuenta. Esa costumbre le enseñó a mirar los fallos como maestros, no como enemigos.

También acudió al psicólogo. No por tener un problema, aclara, sino para “ser más fuerte mentalmente campeón”. Allí aprendió a respirar cuando el caos lo envolvía, a mantener la calma cuando iba a 50 km/h en un pelotón ciclista y el miedo lo paralizaba.

Curiosamente, su método era lo opuesto a lo que muchos esperarían. No meditaba ni visualizaba la carrera antes de competir. “La mente necesita pausas, no tensión constante”, dice. Prefería desconectar, vaciarse, y dejar que la adrenalina apareciera justo antes del disparo de salida.

El egoísmo del alto rendimiento

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La constancia supera a la motivación cuando el objetivo es grande. Fuente: Canva.

Hablar con Tayara es entender que el alto rendimiento no se construye con motivación, sino con decisiones difíciles. “La cualidad más importante de un deportista profesional es el egoísmo”, afirma sin titubear.

Pero no se trata de soberbia. “No hablo del ego narcisista, sino de aprender a centrarse en uno mismo. Si quieres ser campeón, no puedes estar pendiente de todo ni de todos.”

Ese egoísmo funcional —como él lo llama— significa cuidar el descanso, la alimentación, los horarios. Renunciar a cenas, fiestas o planes familiares por un objetivo que requiere entrega total. “Para conseguir algo grande hay que ser un poquito egoísta, o te diluyes en las expectativas de los demás”, le dijo una vez su psicóloga, y él lo tomó como una brújula.

Claro que eso genera conflictos. “Es duro que tu familia no entienda por qué no puedes quedarte un rato más o comer lo mismo que ellos. Pero si no te centras, no llegas.”

Metabolismo, longevidad y salud: el cuerpo como reflejo

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El equilibrio es la base de una vida plena y consciente. Fuente: Canva.

Hoy, lejos del cronómetro y las pistas, Omar Tayara sigue entrenando, pero de otra manera. Su foco está en el metabolismo y la longevidad, y en cómo ambos se relacionan con el alto rendimiento… y con el cáncer.

“La longevidad está relacionada con el rendimiento y también con el cáncer”, explica. Su investigación se centra en la mitocondria, esa pequeña fábrica de energía que, cuando falla, altera todo el equilibrio del cuerpo.

Defiende que la obesidad, por ejemplo, no es un fallo de voluntad, sino un problema metabólico. “Las personas con obesidad suelen ser las más comprometidas; el problema no es su esfuerzo, es su biología.”

En cuanto al cáncer, lo describe como un desorden metabólico más que genético. “Hay estudios que demuestran que el cáncer de mama se reduce un 50% solo con caminar regularmente”, dice con convicción. El ejercicio, explica, convierte al paciente en un sujeto activo del proceso, fortalece su cuerpo y mejora la efectividad de la quimioterapia.

“Caminar, respirar, moverse… el cuerpo se cura cuando vuelve a sentirse vivo”, resume.

Éxito y equilibrio: el alma en movimiento

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La vitalidad nace cuando cuerpo y alma trabajan en el mismo ritmo. Fuente: Canva.

Después de tantos años de esfuerzo, Tayara ha redefinido el éxito. “El éxito es alcanzar tus objetivos disfrutando del camino. Si llegas amargado, eso es un fracaso.”

Tras cerrar su empresa por la pandemia, entendió que perder no siempre es caer. “Fue como una caída en bici: duele, sí, pero te levantas, aprendes y sigues.”

Hoy su meta es más sencilla, y quizá por eso más profunda: ver a sus hijos crecer y ser buenas personas. “Busco equilibrio. Ni todo trabajo, ni todo entrenamiento, ni todo familia… un poco de todo, pero bien vivido.”

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Y cuando lo dice, uno percibe que habla desde un lugar de calma. Que ya no corre contra el reloj, sino junto a él. Porque, en el fondo, Omar Tayara ya ganó la carrera más difícil: la de estar en paz con su propio ritmo.

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