jueves, 30 octubre 2025

La cura más inesperada para la migraña nació por accidente: así actúa la luz verde sobre tu cerebro

- Una historia real y luminosa: cómo una lámpara de luz verde, nacida por casualidad, podría aliviar migrañas y dolores de cabeza.

A veces, la migraña no se apaga con silencio, sino con un poco de luz. Hay dolores que llegan sin motivo, como una visita inesperada. Los dolores de cabeza son así: a veces se presentan con el cambio de temperatura, otras después de un día demasiado largo. Algunos duran minutos, otros horas. Lo curioso es que, mientras los médicos siguen buscando explicaciones, una nueva teoría está ganando terreno: el frío podría tener algo que ver… y, paradójicamente, también la luz verde podría ser parte de la solución.

Sí, la luz verde. Esa que normalmente asociamos con los bosques o los semáforos, no con el alivio del dolor.

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El frío y su doble cara

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La luz verde reduce la sobreexcitación del cerebro y alivia el dolor. Fuente: Canva

Hay personas que aseguran que con solo sumergir la cabeza en agua fría —unos 33 grados— sienten un pinchazo agudo, casi eléctrico, como si el cerebro protestara. Otras, en cambio, dicen que esa misma sensación las calma, que el contraste les “reinicia” la cabeza. La ciencia empieza a pensar que ambas tienen razón: el frío puede ser tanto un aliado como un enemigo, según cómo reaccione el cuerpo.

Por un lado, la inmersión en agua fría puede mejorar la circulación del cerebro y ayudar al metabolismo, lo que alivia las migrañas en algunas personas. Pero también puede ocurrir lo opuesto: el frío hace que la sangre suba de golpe al cerebro, aumentando la presión y el dolor.

Y luego está la versión “express”: los que se mojan solo la cara esperando los mismos beneficios. Pero los expertos lo descartan sin rodeos: “Eso es un montón de tonterías”. Aunque este gesto activa un reflejo real del cuerpo, también puede provocar dolor de cabeza. A veces, lo simple no es tan inocente.

Una casualidad con luz propia

La calma del verde Merca2.es
La naturaleza y su luz inspiran terapias innovadoras contra las migrañas. Fuente: Canva

La parte más interesante de esta historia empieza lejos del agua fría. En realidad, comienza con un ingeniero intentando aliviar las migrañas crónicas de su pareja. Probó de todo: luces rojas, luces ultravioletas, distintos aparatos de fototerapia. Nada funcionaba. Hasta que un día, como por azar, un anuncio en internet le mostró algo sobre la luz verde y la fotofobia, esa hipersensibilidad a la luz que acompaña a muchas migrañas.

Intrigado, decidió probar. Adaptó una vieja lámpara de luz roja, cambió los LED por verdes y la conectó. Su pareja cerró los ojos, dejó que la luz la envolviera unos minutos y, con voz sorprendida, dijo:
“Esto se siente… realmente bien.”

Ese fue el punto de partida. Lo que comenzó como un experimento improvisado se convirtió en el primer prototipo de lámpara verde para aliviar el dolor.

La ciencia confirma la intuición

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La ciencia confirma que solo la luz verde tiene efecto analgésico. Fuente: Canva

Tiempo después, universidades como Harvard y la de Arizona se interesaron por el fenómeno. Lo estudiaron a fondo y descubrieron algo tan simple como asombroso: de todas las luces, solo la verde alivia el dolor.

Los pacientes que se exponían a ella no solo tenían menos ataques de migraña, sino que también eran más suaves. Y el uso es casi poético: basta con sentarse frente a la lámpara, cerrar los ojos y dejar que la luz atraviese los párpados. No se trata de mirar, sino de dejarse iluminar sin ver.

Algunos médicos en Utah ya la usan en sus consultas y reportan casos de éxito en migrañas, cefaleas tensionales o incluso dolores post-conmoción. Nadie sabe con certeza cómo funciona, pero parece que la luz verde calma al cerebro, como si bajara el volumen de todo lo que lo irrita.

Del laboratorio al bosque

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Una lámpara casera que terminó convirtiéndose en un hallazgo médico. Fuente: Canva

El ingeniero tiene su propia teoría, y es casi poética. Cree que la clave está en la luz del bosque. Se inspiró en una práctica japonesa llamada Shinrin Yoku, el Baño de Bosque, que consiste en pasear despacio entre árboles, respirar su aire y dejar que la naturaleza te envuelva.

Los estudios ya lo habían demostrado: pasar tiempo entre árboles reduce el estrés, mejora el estado de ánimo y acelera la recuperación física. Incluso algo tan simple como una pintura de un bosque en la pared de una clínica puede reducir el dolor percibido. Los hospitales con ventanas que dan a zonas verdes registran menos días de ingreso.

¿Y qué tiene que ver esto con la luz verde? Mucho. Los bosques, por la forma en que filtran la luz, emiten sobre todo ondas verdes e infrarrojas, las mismas que reproduce la lámpara. Para quienes viven rodeados de cemento, esa pequeña luz podría ser su puerta al bosque.

Quizá el alivio de un dolor de cabeza no esté en una pastilla, ni en una ducha fría, sino en algo más elemental: una luz encendida, un instante de calma y un color que nos conecta con la naturaleza. A veces, el cuerpo solo pide eso: que lo escuchemos con un poco de silencio… y con una luz verde.

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