El cambio tecnológico que vive el mercado laboral no tiene precedentes. La irrupción de la inteligencia artificial está acelerando la automatización de tareas en el empleo y modificando las competencias que las empresas necesitan. En este nuevo escenario, el aprendizaje continuo ya no es una opción, sino una exigencia para quienes deseen mantener su empleabilidad y seguir aportando valor en entornos altamente digitalizados.
La transformación del talento se ha convertido en una prioridad estratégica para las organizaciones. Según el Foro Económico Mundial, el 60% de los empleados requerirá una actualización significativa de sus habilidades antes de 2030, una cifra que aumenta cada año. El reto no reside solo en adaptarse a las nuevas tecnologías, sino también en fortalecer las capacidades humanas que ninguna máquina puede replicar.
Las power skills como motor del nuevo talento
Durante décadas se habló de soft skills para describir cualidades en el empleo como la empatía, la comunicación o la capacidad de liderazgo. Hoy, ese término ha evolucionado hacia las power skills, un concepto que refleja su papel decisivo en la competitividad empresarial. Estas competencias son las que permiten a los equipos innovar, colaborar y afrontar la incertidumbre con éxito.
“El auge de la inteligencia artificial está transformando no solo los procesos productivos, sino también la manera en que se mide el valor profesional. Las empresas buscan personas que sepan liderar, comunicarse y adaptarse al cambio”, explica Sílvia Balcells, CEO de Synergie España. La directiva subraya que, en los últimos meses del año, la demanda de formación para reforzar este tipo de habilidades aumenta alrededor de un 50%, cuando muchas compañías aprovechan los créditos formativos de FUNDAE para invertir en su plantilla.
De hecho, según un estudio de LinkedIn Learning, el 88% de las empresas reconoce que las oportunidades de aprendizaje y desarrollo son una herramienta clave para fidelizar al talento y el empleo. Las organizaciones que fomentan el desarrollo de las power skills no solo mejoran el rendimiento, sino que también refuerzan la conexión de sus empleados con los valores corporativos.
La IA redefine las prioridades laborales
El crecimiento de la automatización está desplazando progresivamente las tareas repetitivas, mientras que las funciones que requieren pensamiento crítico, resolución de problemas y gestión del cambio ganan protagonismo. Informes de Deloitte apuntan a que dos de cada tres empleos en 2030 dependerán directamente de habilidades humanas, y que el 90 % de los ejecutivos ya está adaptando sus políticas de contratación y formación en esa dirección.
En paralelo, un estudio global de Pearson revela que las cinco competencias más demandadas por los empleadores son de carácter humano: liderazgo, comunicación, gestión del cambio, trabajo en equipo y dominio de nuevas tecnologías. Estos datos reflejan que la adaptación no consiste únicamente en aprender a usar herramientas digitales, sino en redefinir la manera de trabajar y liderar dentro de las organizaciones.
Balcells coincide con esta visión: “Estamos viviendo un cambio de paradigma. Las power skills ya no son un complemento, sino el eje sobre el que se construye la cultura corporativa. Invertir en ellas significa invertir en el futuro de la empresa”.
Formación estratégica para una nueva era laboral
El mercado global de formación corporativa alcanzará los 417.000 millones de dólares en 2025, según Research and Markets, con un crecimiento anual superior al 4%. Esta tendencia refleja la apuesta de las empresas por capacitar equipos capaces de integrar la tecnología sin perder el componente humano en el empleo.

Los departamentos de recursos humanos están adoptando metodologías innovadoras que combinan microaprendizaje, simulaciones, programas de mentoring y experiencias inmersivas de negocio. El objetivo es lograr una formación más personalizada y flexible, que se adapte al ritmo de cada profesional y a las necesidades específicas de cada sector.
Las organizaciones que integran la cultura del aprendizaje continuo reportan resultados tangibles. Según Gartner, las empresas que promueven estas prácticas registran un 63 % más de compromiso, un 35 % de mejora en el rendimiento y una reducción del 25 % en la rotación laboral. La inversión en desarrollo humano no solo eleva la productividad, sino que también crea entornos laborales más sostenibles y alineados con los desafíos del futuro.
El liderazgo y la gestión del cambio, en el centro de la transformación del empleo
La capacidad de guiar equipos en medio de la disrupción tecnológica se ha convertido en una de las competencias más valoradas por las compañías. En un contexto donde la inteligencia artificial redefine tareas y procesos, el liderazgo empático, la comunicación efectiva y la adaptabilidad se consolidan como los pilares que sostienen la innovación.
Las empresas que forman a sus mandos intermedios en estas competencias en el empleo logran una transición más fluida hacia modelos colaborativos y digitales. La tecnología, por sí sola, no garantiza el éxito: son las personas quienes determinan cómo se aplica y qué valor genera.
“El reto actual no es tecnológico, sino cultural”, apunta Balcells. “Las empresas que consiguen integrar el aprendizaje en su ADN serán las que sobrevivan a esta transformación. Las power skills son las que diferencian a quienes simplemente ejecutan de quienes inspiran y transforman su entorno”.
La formación continua como inversión de futuro y empleo
La próxima década consolidará un modelo laboral donde la actualización constante será una condición básica para mantenerse relevante en el empleo. En un entorno dominado por la inteligencia artificial, la capacidad de aprendizaje continuo será el verdadero indicador de empleabilidad.
Las empresas que comprendan la importancia de invertir en formación y desarrollo de habilidades humanas estarán mejor preparadas para atraer talento, afrontar la innovación y garantizar su sostenibilidad. La combinación de tecnología, cultura y desarrollo humano será la fórmula que determine el éxito en los próximos años.
El futuro del empleo no dependerá únicamente de dominar algoritmos o herramientas digitales, sino de entender cómo liderar, comunicar y colaborar en un mundo en transformación. La revolución tecnológica está en marcha, pero serán las personas, con sus capacidades humanas, quienes decidan su verdadero alcance.








