Durante el último fin de semana de octubre, millones de europeos retrasan sus relojes una hora. Es el ritual que marca el inicio del horario de invierno y que, desde hace más de cuatro décadas, acompaña al continente. Sin embargo, cada vez son más las voces científicas que aseguran que este cambio no aporta beneficios reales y que, por el contrario, afecta de forma directa a la salud.
Desde la Sociedad Española del Sueño, su coordinadora María José Martínez explica que modificar el reloj dos veces al año altera los ritmos biológicos, genera un pequeño “jet lag” interno y tiene un impacto evidente en el bienestar. “Los cambios de hora dos veces al año no son beneficiosos para la salud”, afirma con contundencia.
Un cambio de hora que ya no tiene sentido
En 2019, el Parlamento Europeo aprobó una propuesta para eliminar el cambio horario, una medida que reflejaba el deseo mayoritario de los ciudadanos de la Unión. Sin embargo, entre el Brexit, la pandemia y la guerra en Ucrania, su implementación se ha ido postergando. Hoy, mientras los gobiernos buscan consenso, la ciencia insiste: el ajuste del reloj ya no ahorra energía y sí provoca efectos negativos sobre la salud.
Según María José Martínez, la alteración del ritmo circadiano impacta en el sueño, el rendimiento y el estado de ánimo. Los especialistas coinciden en que incluso una hora de diferencia genera desajustes en el reloj biológico, aumentando el riesgo cardiovascular en los días posteriores. Por eso, desde el punto de vista médico, el horario de invierno es considerado el más saludable, ya que se alinea mejor con la luz solar y favorece un descanso más reparador, algo esencial para preservar la salud mental y física.
Los estudios más recientes respaldan estas conclusiones. Investigaciones internacionales confirman que tras el cambio de hora aumentan los casos de insomnio, la sensación de cansancio y el estrés. También se han registrado más consultas médicas y un incremento de los infartos durante los días siguientes. Mantener un horario estable, señalan los expertos, ayudaría a mejorar la productividad y la salud general de la población.
La salud de los niños, mayores y el reloj del cuerpo

No todas las personas se adaptan igual a estos ajustes. Los niños y las personas mayores son los grupos más vulnerables. Los primeros, muy dependientes de las rutinas, sufren alteraciones en su sueño y en su estado de ánimo; los segundos, especialmente si están medicados, pueden desorientarse o alterar sus horarios de tratamiento. En ambos casos, la salud se resiente.
La coordinadora de la Sociedad Española del Sueño insiste en que “no se puede ir contra el sol”. Alinear la vida diaria con la luz natural mejora el descanso, regula la producción de melatonina y fortalece la salud a largo plazo. Los médicos recuerdan que el horario de invierno permite amanecer con luz, una de las claves más importantes para sincronizar el reloj interno.









