domingo, 26 octubre 2025

Israel Sanz, ex capitán del ejercito de tierra, cuenta cómo vivió la pandemia de la covid-19 y la DANA de Valencia

Israel Sanz, ex capitán del ejército de tierra, revela los momentos más duros que vivió durante la pandemia y la DANA de Valencia, mostrando cómo el ejército actuó frente a la incertidumbre y el desastre natural.

Durante los años más difíciles que ha atravesado España en las últimas décadas, el ejército desempeñó un papel fundamental. En momentos de incertidumbre, miedo y desolación, sus hombres y mujeres salieron a las calles para asistir, limpiar, contener y proteger. Entre ellos estaba Israel Sanz, ex capitán del ejército de tierra, quien recuerda con claridad los días en los que el país se detuvo y la rutina se transformó en una misión de vida.

Su testimonio refleja la dureza y el desconcierto que vivieron los integrantes del ejército en la primera línea de la pandemia. Sanz explica que recibió la orden de forma directa y sin mayores precisiones: “Sam, cógete la unidad y vete a desinfectar Logroño”. Aquellas palabras marcaron el inicio de una de las etapas más exigentes de su carrera.

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El ejército frente a lo desconocido

El ejército frente a lo desconocido
Fuente: agencias

La llegada del coronavirus obligó al ejército a adaptarse a una amenaza que no se parecía a ninguna otra. Sanz describe el desconcierto inicial mientras viajaban desde Zaragoza hasta Logroño, descargando cartografía por el camino y planificando sobre la marcha cómo distribuir el trabajo. Nadie sabía realmente a qué se enfrentaba. La misión era clara, pero el enemigo era invisible.

Uno de los momentos más duros, recuerda el ex capitán del ejército, fue la intervención en residencias de mayores. Las imágenes de ancianos aislados, centros sin personal suficiente y trabajadores agotados se grabaron en su memoria. “Había empleados que merecían una medalla”, afirma, destacando el compromiso de quienes doblaban turnos o dormían junto a los residentes para atenderlos. Al mismo tiempo, reconoce que el miedo había paralizado a muchos, dejando al ejército frente a una doble tarea: desinfectar y, en muchos casos, acompañar.

Esa experiencia, según Sanz, desbordó cualquier entrenamiento previo. El ejército está preparado para enfrentarse a catástrofes naturales, incendios o avalanchas, pero no para el impacto emocional de ver a un país entero enfrentando el miedo a lo desconocido. Fue una misión que los marcó profundamente, no por la dureza física, sino por la carga humana que implicaba.

La respuesta del ejército ante la DANA de Valencia

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Con el paso del tiempo, nuevas emergencias pusieron a prueba al ejército, como la reciente DANA que afectó a Valencia. En esos casos, la Unidad Militar de Emergencias (UME) se activa solo cuando las autoridades locales lo solicitan. Sanz explica que el ejército siempre está preparado, con personal, material y protocolos listos para intervenir en cuestión de horas. “Cuando se da el ‘go’, la UME está allí”, asegura.

El proceso, aunque administrativo, depende de una coordinación precisa entre distintos niveles de gobierno. El ex capitán subraya que la fuerza de seguridad nacional actúa con una motivación clara: servir. “Muchas veces hay que retener a los equipos porque quieren salir antes de recibir la orden”, confiesa. Esa disposición inmediata habla de un ejército que no solo responde por deber, sino también por vocación.

Para Sanz, tanto la pandemia como las catástrofes naturales recientes son ejemplos del valor silencioso del ejército. Detrás de cada operativo hay disciplina, preparación y un sentido de humanidad que trasciende el uniforme. Su relato no busca heroicidades, sino mostrar la realidad de quienes, desde su lugar, sostienen al país en los momentos más frágiles.


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