Jaime Martínez de Velasco es una de esas figuras que entienden el pulso de una industria que cambió para siempre la forma en que comemos. Fundador de Cuyna —una de las empresas más analíticas del país en el ámbito de las dark kitchens—, Martínez de Velasco combina la experiencia adquirida en Deliveroo con una mirada lúcida sobre la revolución —y las heridas— de los repartidores en España.
Su historia empezó casi por casualidad. Madrileño, criado en Marbella, trabajaba en Londres cuando conoció Deliveroo. “Vi que estaban lanzando en España y tenía ganas de volver”, recuerda. Era 2016 y los repartidores vivían su segunda gran ola: “De repente, podías pedir sushi o tacos a casa. Fue un cambio total”.
La transformación de los repartidores: Un descubrimiento que lo cambió todo

Durante esa etapa fue testigo directo del nacimiento de las dark kitchens, un concepto que prometía revolucionar la restauración. “Al principio parecía una idea brillante: si Amazon tenía centros logísticos, ¿por qué no Deliveroo sus propias cocinas?”, explica. Pero la realidad mostró sus límites: “Era una forma muy cara de llegar a barrios sin oferta gastronómica y generaba tensiones con los restaurantes”.
De esa experiencia surgió Cuyna, fundada junto a Ramón, Pablo y Silverio. Su premisa: construir cocinas en zonas con poca oferta, pero sin depender de una sola plataforma. “Queríamos un modelo agnóstico, que sirviera a todas las marcas y plataformas, sin conflictos de interés”, señala.
No todo fue sencillo. “2021 y 2022 fueron caóticos. Teníamos una operativa malísima, tiempos eternos, rotación altísima… hubo noches en las que yo mismo sacaba pedidos”, confiesa. El cambio llegó con la automatización de los repartidores: “Hoy el sistema se gestiona solo, la merma es inferior al 1% y los tiempos están controlados. Sin tecnología, sería imposible”.
La Ley Rider y el dilema de la libertad laboral
Donde Martínez de Velasco muestra su costado más crítico es frente a la Ley Rider. “Es injusto que los repartidores sean la única o de las pocas profesiones que presume de ser empleada por ley”, afirma. “Un taxista puede elegir ser autónomo o trabajar para otro, un arquitecto también. Pero un repartidor no. La ley decide por ellos”.
Según él, la norma eliminó la libertad de elección que existía antes para los repartidores. “Podían optar por ser empleados o autónomos. Hoy ya no. Y los más perjudicados son ellos”, asegura. Además, denuncia que el debate se politizó: “Era una causa fácil de abanderar. Los repartidores están en la calle, se ven, y eso generó una falsa compasión aprovechada políticamente”.
Lejos de posturas rígidas, Martínez de Velasco mantiene una mirada pragmática. Cree en el modelo de dark kitchens, pero advierte: “Solo sobrevivirán las que aporten valor real. Hubo un boom, mucha inversión y también muchas caídas. Ahora entramos en la meseta de la productividad: menos operadores, pero más sólidos”.









