sábado, 25 octubre 2025

Mark Romera (36), especialista en nutrición científica: “El ayuno intermitente no es una dieta milagrosa, es una herramienta evolutiva que, bien aplicada, puede mejorar la salud metabólica” 

- Mark Romera explica cómo el ayuno intermitente puede ser una pausa consciente para sanar desde dentro.

A veces el cuerpo no pide más comida. Pide pausa.
Y eso es, en el fondo, lo que propone Mark Romera, investigador y divulgador en fisiología y nutrición científica, cuando habla del ayuno intermitente. No como una moda ni como una promesa de resultados rápidos, sino como una forma de volver a conectar con uno mismo.

El ayuno no es una obligación, es una herramienta”, dice con calma. Y tiene sentido. No todos necesitamos lo mismo. Ni todos estamos en el mismo punto.

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Cada cuerpo tiene su propio reloj

ayuno
Un momento de pausa también es una forma de sanación. Fuente:Canva

Romera insiste en algo que a veces olvidamos: no todos los cuerpos funcionan igual. No es lo mismo una mujer joven, activa, con energía, que otra que llega a la menopausia agotada por el estrés y el insomnio.
“Aplicar el ayuno sin entender a la persona puede ser incluso peligroso”, advierte.
Y lo dice con el tono de quien ha visto demasiada gente probar lo que no le corresponde. “No existe un único modo de hacerlo —añade—. El contexto lo cambia todo”.

Es curioso, ¿verdad? Pasamos la vida intentando entender al otro y, sin embargo, apenas nos detenemos a entender cómo funciona nuestro propio cuerpo.

No se trata de no comer, sino de darle un respiro al cuerpo

Cuerpo despierto Merca2.es
Ayunar no es castigo, es volver a escucharte. Fuente:Canva

Romera lo explica de una forma sencilla que desarma:
“Creemos que ayunar es dejar de comer, pero en realidad es darle al cuerpo un descanso”.
Un descanso para que haga su trabajo. Para que limpie, repare, recicle lo que ya no necesita.

La ciencia lo llama autofagia. Pero él lo describe mejor: es como si el cuerpo barriera su propia casa. Saca lo viejo, lo que estorba, lo que le pesa.
Y así, poco a poco, se regenera.

Desde un punto de vista evolutivo, dice, tiene todo el sentido. Nuestros antepasados no comían seis veces al día. Comían cuando podían, y el cuerpo se adaptó a eso.
Quizás, en esta vida de neveras llenas y relojes corriendo, lo que nos falta no es comida, sino espacio.

Los beneficios llegan cuando dejas que el cuerpo haga lo suyo

Escucha consciente Merca2.es
Cuando el cuerpo descansa, la mente respira. Fuente:Canva

Romera no lo vende como una varita mágica, pero sí como una práctica con efectos reales:
ayuda a regular el azúcar en sangre, reduce la inflamación, mejora la sensibilidad a la insulina, acelera la quema de grasa y hasta limpia el sistema digestivo.
El cuerpo, cuando lo dejas trabajar, sabe perfectamente cómo cuidarse.

Y no, el metabolismo no se apaga. Al contrario. Durante el ayuno, el cuerpo se activa: aumenta la adrenalina, la noradrenalina, la hormona del crecimiento. “Tu cuerpo se despierta”, dice Romera, y lo dice con una sonrisa.

Sobre el miedo a las grasas, lo deja claro: “No engordas por comer aguacate o aceite de coco. Engordas por el exceso de azúcar, por los productos ultraprocesados”. Y especialmente por esa fructosa escondida en zumos y salsas “saludables” que el hígado no sabe dónde meter.

Ayuno y mujer: un equilibrio delicado, pero posible

Pausa interior Merca2.es
No comer a veces es la forma más pura de cuidarse. Fuente:Canva

Romera habla con mucho respeto del cuerpo femenino. “Las mujeres son más sensibles al estrés”, recuerda, “pero eso no significa que no puedan ayunar”.
En la menopausia, de hecho, puede ser una gran herramienta.
Cuando bajan los estrógenos y el metabolismo se vuelve más lento, ayunos suaves —de 14 a 16 horas— ayudan a recuperar el equilibrio, a estabilizar el azúcar y a sentir más ligereza.

Y lo resume así, sin complicaciones:
“El mejor protocolo para una mujer en la menopausia incluye ayuno, comida real, descanso, menos ultraprocesados y entrenamiento de fuerza. No hay magia, solo coherencia.”

Por dónde empezar: sin forzar, sin miedo

Si nunca has ayunado, Romera aconseja hacerlo sin prisas.
Empieza por adelantar la cena y retrasar un poco el desayuno. Con eso ya estarás dejando espacio. No hace falta hacerlo perfecto, solo escuchar al cuerpo.
Cuando lo sientas natural, puedes alargarlo a 14 o 16 horas un par de días a la semana.

Y muy importante: romper el ayuno con cariño. No con un atracón, sino con comida de verdad: huevos, aguacate, verduras, algo de proteína.
Y si quieres cuidar la digestión, un caldo de huesos es casi un abrazo desde dentro.

Eso sí: no todos deben ayunar. Niños, adolescentes, embarazadas, personas con trastornos alimentarios o con estrés crónico necesitan otro tipo de equilibrio.

Más allá del ayuno: una forma de volver a ti

YouTube video

Al final, cuando Mark Romera habla de ayuno, en realidad habla de algo mucho más grande: de salud, de autocuidado, de reconexión.
El punto no es cuántas pastillas tomas para no tener síntomas, sino cómo vives para no necesitarlas”, dice con convicción.

Y tiene razón. La salud no está en una pastilla ni en un calendario de comidas. Está en los hábitos, en cómo dormimos, cómo respiramos, cómo nos hablamos.
Ayunar, en el fondo, no es dejar de comer: es dejar espacio para escucharte.

Porque entre tanto ruido, entre tantas pantallas, entre tanto “más, más, más”…
quizás lo que tu cuerpo necesita no sea otra comida, sino un poco de silencio.

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