viernes, 24 octubre 2025

No partas esa pastilla: el error común que puede anular su efecto (y dañar tu estómago)

- La diferencia entre medicamentos genéricos y de marca va más allá de la química: está en la confianza, la regulación y la percepción social.

Una pastilla mal tomada puede cambiar por completo su efecto. Durante años, en cada farmacia, en cada consulta médica, ha flotado la misma pregunta:
¿Son iguales los medicamentos genéricos y los de marca?
A simple vista debería ser fácil responder, pero no lo es. Según los especialistas, la respuesta se mueve entre el “sí” y el “no”. Aunque ambos comparten la misma molécula activa, hay matices científicos, regulatorios e incluso emocionales que explican por qué el efecto —y la confianza— no siempre son los mismos.

Cuando sí hay diferencias

pastilla
Los medicamentos genéricos son eficaces cuando cumplen estudios de equivalencia. Fuente: Canva.

La primera grieta aparece en un punto técnico, pero crucial: los estudios de bioequivalencia.
En países como Perú, no todos los genéricos han pasado por estas pruebas que demuestran que su comportamiento en el cuerpo es igual al del medicamento de marca. Y si no hay datos que lo respalden, no puede garantizarse que actúen con la misma eficacia ni con la misma velocidad. En palabras simples: dos pastillas con el mismo principio activo pueden no funcionar igual.

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Otro detalle poco visible está en la forma de presentación. Los medicamentos de marca suelen mezclar dos o tres componentes en una sola dosis, facilitando el tratamiento. Los genéricos, en cambio, suelen presentarse de uno en uno, lo que obliga al paciente a tomar más pastillas. Puede parecer una nimiedad, pero para muchos eso significa olvidos, cansancio o, directamente, abandono del tratamiento.

Y luego están los excipientes, esos acompañantes invisibles del principio activo. Son los responsables de que una pastilla se disuelva más rápido o de que no irrite el estómago. A veces, una simple cubierta entérica marca la diferencia entre un medicamento tolerable y otro que provoca ardor o náuseas. No es raro que el paciente, al notar esa diferencia, concluya que “el de marca me hace menos daño”, aunque la molécula sea la misma.

Cuando no hay diferencias

Farmacos equivalentes Merca2.es
Detrás de cada pastilla hay ciencia, regulación y confianza del paciente. Fuente: Canva.

Por supuesto, la otra cara de la moneda también existe.
Cuando un genérico ha pasado todos los estudios de equivalencia, no hay diferencia alguna. Mismo efecto terapéutico, misma seguridad, mismos resultados. En esos casos, pagar más por el envase bonito no tiene sentido.

El Ministerio de Salud (MINSA) defiende esta posición y garantiza que los medicamentos genéricos que distribuye en hospitales públicos cumplen estándares internacionales. El problema, sin embargo, no está en la ciencia, sino en la percepción.
Y es que la mente también juega su papel. Muchos pacientes siguen convencidos de que “el de marca cura más”, una creencia alimentada por la publicidad, el marketing y, en ocasiones, malas experiencias con genéricos de baja calidad.

Cultura, precio y confianza

medicamentos
El precio no siempre refleja la calidad del medicamento. Fuente: Canva.

Aquí entra en juego el poder del neuromarketing.
Marcas con nombres familiares —Dolorín, Posipén, entre tantas otras— han quedado grabadas en la memoria colectiva. Generan confianza sin necesidad de explicar por qué. A eso se suma una diferencia brutal en el precio: un fármaco de marca puede costar hasta 50 veces más que un genérico.
¿El resultado? Confusión. Si cuesta tanto más, debe ser mejor… ¿verdad?

Mientras tanto, los médicos están obligados por ley a recetar por molécula, no por marca. Aunque la industria farmacéutica, incluso con más controles que antes, sigue dejando su huella en la forma en que percibimos los medicamentos.

Y, claro, también está la experiencia personal. Si alguien tomó un genérico sin bioequivalencia y no sintió alivio, difícilmente volverá a confiar. Así, la desconfianza se hereda casi como un mito urbano.

Pequeños grandes errores

Más allá del tipo de medicamento, hay un detalle que los especialistas repiten una y otra vez: la eficacia también depende del uso correcto.
Partir una pastilla sin indicación médica puede parecer inofensivo, pero no lo es. Muchas cápsulas están diseñadas para disolverse lentamente o resistir el ácido estomacal. Romperlas puede arruinar su efecto o irritar el estómago.
La recomendación es sencilla: tomarlas después de comer, con suficiente agua y sin improvisar.

El espejismo de lo “natural”

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A la confusión entre genéricos y de marca se suma otro fenómeno creciente: el de las terapias naturales.
Uña de gato, hoja de guanábana, aceite de cannabis… Son nombres que suenan a esperanza, especialmente entre quienes enfrentan enfermedades complejas.
El problema, dicen los expertos, es que la mayoría de esas sustancias solo tienen evidencia en laboratorio (in vitro), no en estudios con personas. Algunas pueden tener efectos leves o complementarios, pero no reemplazan un tratamiento médico.

Aun así, los médicos recomiendan no cerrar la puerta al diálogo. “No se trata de juzgar, sino de acompañar”, explican. Si una alternativa natural no es peligrosa y no interfiere con el tratamiento, el paciente puede continuar, siempre con supervisión y confianza mutua.


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