sábado, 25 octubre 2025

‘Aquí hay tomate’: traiciones, escuchas ilegales y una rivalidad tóxica tras las cámaras

Aquí hay tomate revolucionó las tardes de Telecinco desde marzo de 2003, convirtiéndose en un fenómeno que atrapó a millones de españoles tras la comida. Jorge Javier Vázquez y Carmen Alcayde lideraron un espacio de crónica social que alcanzó cifras récord, con una media de 2,7 millones de espectadores y un 23,2% de share durante sus casi cinco años en antena. La fórmula del programa combinaba reportajes grabados, entrevistas explosivas y un enfoque irónico que rozaba constantemente la sátira más ácida. El formato producido por La Fábrica de la Tele se emitía de lunes a viernes en horario de sobremesa.

La época dorada del programa coincidió con una transformación radical de la televisión española. El espacio presentado por Vázquez y Alcayde marcó un antes y un después en el tratamiento de la prensa rosa, estableciendo nuevos estándares de agresividad informativa que otros formatos intentarían replicar sin éxito. Durante sus más de 1.200 programas emitidos, el equipo ofreció más de 1.000 exclusivas que mantuvieron enganchada a la audiencia, convirtiéndose en líder indiscutible de su franja horaria temporada tras temporada, solo amenazado ocasionalmente por culebrones latinoamericanos que tampoco lograron arrebatarle el trono de forma permanente.

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LAS SOMBRAS DE LA OPERACIÓN DELUXE

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La controversia alcanzó su punto álgido cuando estallaron los escándalos de escuchas ilegales que salpicaron a la productora. La Operación Deluxe fue solo la punta del iceberg de un entramado mucho más oscuro que investigaba la obtención de datos privados de forma fraudulenta. El programa y otros formatos hermanos se beneficiaron de estas prácticas ilegales que les permitían construir sus exclusivas más sonadas mediante el uso de información confidencial obtenida sin autorización. El corazón más salvaje de la televisión española se nutría de secretos robados que luego vendían como primicias informativas.

Aquellas prácticas no tardaron en tener consecuencias legales y reputacionales. Las demandas millonarias empezaron a acumularse, y la imagen del controvertido programa de corazón quedó manchada para siempre. Las repercusiones judiciales pusieron en jaque a La Fábrica de la Tele y evidenciaron la gravedad de sus métodos de obtención de información. El escándalo demostró que la impunidad con la que habían operado durante años tenía fecha de caducidad, y que el imperio construido sobre exclusivas comenzaba a resquebrajarse desde dentro bajo el peso de las denuncias y las investigaciones judiciales en curso.


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