Alejandra Rubio está viviendo uno de los momentos más felices de su vida. La hija de Terelu Campos, que recientemente se convirtió en madre junto a Carlo Costanzia, ha confirmado que sueña con dar un paso más en su relación: casarse por la iglesia. A sus 24 años, Alejandra se muestra ilusionada y llena de energía ante la idea de un enlace que, según sus propias palabras, quiere que sea un verdadero bodorrio, con todo lo que ello implica, desde el vestido blanco hasta una gran celebración rodeada de amigos y familiares.
2La ilusión de Alejandra Rubio

La idea de «un bodorrio por la iglesia» refleja la personalidad de Alejandra Rubio y sus ganas de vivir experiencias intensas y memorables. Aunque la pareja todavía no ha iniciado los preparativos, la hija de Terelu Campos deja claro que sueña con un evento que sea recordado tanto por ellos como por sus invitados. El vestido blanco, la ceremonia religiosa y la fiesta posterior son elementos que Alejandra visualiza como indispensables, demostrando que, además de su faceta de madre, también quiere disfrutar plenamente de su vida personal y sentimental, construyendo recuerdos imborrables en compañía de su familia y amigos.
El compromiso de la pareja con su relación y su futuro se hace evidente en cada declaración y aparición pública. Alejandra Rubio ha mostrado en varias ocasiones su entusiasmo por la vida familiar, pero también su deseo de celebrar su amor de manera especial y significativa. La confirmación de que desea casarse por la iglesia no solo reafirma su compromiso con Carlo, sino que también deja entrever la importancia que da a los momentos tradicionales y a las celebraciones familiares, valores que ha heredado de su madre, Terelu Campos, y que ahora quiere transmitir en su propia historia de amor.
En los últimos meses, la pareja ha aprendido a equilibrar la maternidad y la vida personal, enfrentando los retos propios de criar a un bebé mientras se mantiene la cercanía y la ilusión en la relación. Alejandra Rubio ha destacado que la llegada de su hijo ha sido un punto de unión y de felicidad, permitiéndoles consolidar su relación y afrontar juntos la responsabilidad de ser padres. Este momento de estabilidad y alegría es, sin duda, el contexto perfecto para que la joven piense en dar un paso más y planear su boda, sin prisas pero con la emoción y el entusiasmo propios de alguien que se siente plenamente enamorada.