miércoles, 22 octubre 2025

Javier García, dietista nutricionista y tecnólogo alimentario: “Los lácteos son una fuente maravillosa de nutrientes que no encontramos en ningún otro alimento”

- Javier García, creador del concepto Entreno Invisible, invita a comer con sentido común y moverse con coherencia para recuperar el equilibrio perdido.

El dietista-nutricionista y tecnólogo alimentario Javier García, conocido en redes como Entreno Invisible, lo resume con tres palabras: menos obsesión, más sentido común. En una reciente entrevista, compartió su forma de entender la nutrición, esa que busca devolver equilibrio a una sociedad que, según él, vive atrapada entre dos extremos: los que comen sin pensar y los que piensan demasiado antes de comer.

El “entreno invisible”: lo que nadie ve, pero lo cambia todo

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Lo que haces fuera del gimnasio también entrena tu salud. Fuente: Canva

García sonríe al explicar el origen de su nombre profesional. Entreno Invisible hace referencia a todo eso que no se publica en redes ni se mide con relojes inteligentes: lo que pasa fuera del gimnasio.

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“Entrenamos cinco o seis veces por semana, pero comemos infinitas veces más. Y eso que no se ve tiene un impacto brutal sobre nuestra recuperación y nuestro rendimiento.”

Lo dice con la convicción de quien ha visto cómo pequeños gestos —una cena más ligera, una compra más consciente, un desayuno sin prisa— pueden marcar la diferencia. Para él, la comida no es un complemento, sino parte del entrenamiento diario. “Lo que haces en la cocina —añade— pesa más que lo que haces una hora en el gimnasio.”

Comer con cabeza… y con calma

Comer con sentido Merca2.es
La comida es más que nutrición: es relación y equilibrio. Fuente: Canva

Javier repite a menudo una frase que ya se ha vuelto suya:

“Antes que el alimento está el contexto.”

Y tiene todo el sentido. No come igual quien duerme cuatro horas que quien descansa ocho, ni quien corre maratones que quien pasa el día en una oficina. Cada persona tiene su entorno, su estrés, su historia con la comida. “No existen dos contextos iguales”, dice. “No se puede recomendar lo mismo a una madre con tres hijos que a un deportista de élite.”

También advierte sobre un fenómeno cada vez más común: la infoxicación alimentaria. Hoy hay más información que nunca, pero también más confusión. “Uno de los grandes problemas es el miedo a la comida. Hay gente que se alimenta con culpa, y eso también enferma”, comenta con tono serio.

En su consulta, ha comprobado que el problema casi nunca es el alimento, sino la relación emocional con él.

“El 99,9% de las veces no es la comida, es la relación de la persona con la comida.”

Y, contra lo que muchos piensan, no demoniza el hambre emocional. “Todos la tenemos —admite—. La comida también es placer, relajación, compañía. No hay que negarlo, hay que entenderlo.”

Nutrición flexible y coherente con el movimiento

Moverse sin obsesion Merca2.es
El movimiento cotidiano es la base del bienestar duradero. Fuente: Canva

Javier huye de las fórmulas universales. A su juicio, las pirámides alimentarias deberían moverse igual que nosotros: ser flexibles. En una persona sedentaria, la base serán frutas, verduras y proteínas; en un atleta, los carbohidratos cobran protagonismo.

“No es lo mismo una persona que no se mueve que un deportista. Las pirámides cambian, igual que las personas.”

Por eso insiste en la coherencia entre lo que comemos y lo que hacemos.
“Si no te mueves, pero comes como un atleta, algo falla. La pregunta no es ‘qué carbohidratos necesito’, sino ‘cuánto me muevo’.”

En su opinión, el metabolismo es como un motor: si no se enciende, se oxida. “La herramienta básica para mejorar la sensibilidad a la insulina no es la comida, es moverse”, dice sin rodeos.

Adelgazar: un efecto, no un propósito

Su paso por el programa televisivo La Báscula le enseñó una lección que hoy aplica con todos sus pacientes: el peso no es el problema, es el síntoma.

Adelgazar debería ser una consecuencia de un cambio más profundo, no el objetivo principal.”

Recuerda a muchos participantes que le decían: ‘Nos habéis cambiado el cuerpo, pero no la cabeza’. Y tiene razón: sin cambiar la mente ni el entorno, todo lo demás vuelve al punto de partida.

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Cocinar, moverse, vivir: los verdaderos pilares

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Cuando le preguntan cuál es la herramienta más poderosa para la salud, responde sin dudar: saber cocinar. “Sobre la salud nutricional, le doy un 9,5 sobre 10”, afirma. Cocinar obliga a elegir, tocar, oler y comprender lo que uno come. “Cuando cocinas, te reconcilias con la comida”, dice sonriendo.

Y si hay algo innegociable para él, es el ejercicio. No por estética, sino por equilibrio mental.

“Mis 45 minutos de actividad física son mi medicina diaria. Ni medito ni hago yoga, pero ese rato me recuerda que estoy vivo.”

García termina con una frase que condensa toda su filosofía:
“No hay salud sin movimiento, ni equilibrio sin contexto.”
Comer bien empieza mucho antes del plato: empieza en la cabeza, en la actitud y en el modo en que decidimos cuidarnos, sin miedo y sin extremos.


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