La noticia de que había fracasado la oferta de opa del BBVA por Sabadell, en este caso debido a que el primero no fue capaz de convencer a suficientes accionistas del segundo, ha hecho que Europa vuelva a poner el ojo sobre el conocido ‘Escudo Antiopas’ que diseñó el gobierno nacional durante la pandemia, y que ya usó para poner un freno al intento de adquisición de Talgo por parte del conglomerado empresarial húngaro Ganz Mavag. Lo cierto es que la forma en que el gobierno nacional maniobró en el caso de la operación entre BBVA y el banco Sabadell ya ha hecho que desde Bruselas se abra un expediente de investigación.
Lo cierto es que a pesar de los comentarios del gobierno sobre las opas, en ambos casos, las empresas que iban a ser adquiridas han recibido un golpe posterior al anuncio sobre el final del acuerdo. El caso de Talgo es especialmente dramático, pues no se trata solo de la caída en el valor de las acciones que está enfrentando Sabadell, sino también de una crisis industrial que se ha traducido en problemas en las entregas de los pedidos al fabricante, y en un problema insalvable para la segunda etapa de la liberalización de la alta velocidad.
Además, esto ocurre cuando el gobierno ha atrasado el final de la medida de su ‘Escudo Antiopas’, al menos hasta 2026. El problema es que mientras el mismo esté activo, cualquier posible accionista que quiera hacerse con una empresa española tendrá que lidiar con la posibilidad de un veto si esta llega a considerarse «estratégica». En cualquier caso, los efectos de una opa fallida, por la ley o por otros motivos también pueden variar, pero siempre será clave seguir de cerca tanto las opiniones del gobierno nacional sobre cada uno de estos posibles movimientos, como los efectos posteriores.
BRUSELAS TAMBIÉN INTERVIENE EN LAS FUSIONES
También es cierto que las empresas españolas han vivido en carne propia este tipo de interferencia. A pesar de los reclamos y el expediente que ahora ha abierto Bruselas, en la práctica la Unión Europea no siempre ve con buenos ojos una fusión, lo sabe IAG que ha visto cómo las intervenciones europeas detuvieron la compra de Air Europa, y como esta ahora ha llegado a un acuerdo para que Turkish Airlines entre en su accionariado. Es una de las contradicciones que en ocasiones afecta la credibilidad de estas instituciones.
Es que si bien desde Europa defienden que la presión española contra estas fusiones termina debilitando el entramado empresarial del viejo continente, frente a las empresas estado de Asia y Oriente Medio o los mega conglomerados de Estados Unidos, tampoco se sienten del todo cómodos con estos en Bruselas. Es un equilibrio difícil de mantener, al que se suman preocupaciones válidas de seguridad en casos como el de Talgo, uno de los motivos claves por los que el país justificó el veto contra una opa que venía de una empresa con conexiones al gobierno de Viktor Orbán.

También es cierto que aunque las acciones de Bruselas también generaron un problema para Air Europa, que contaba con los ingresos generados por la fusión con IAG para pagar la deuda que tiene con el Gobierno Nacional por el rescate de la empresa en su momento. En cualquier caso, esto no influirá directamente en el expediente abierto contra España, pero puede marcar pauta en las decisiones posteriores.
TALGO SIGUE ARRASTRANDO EL FRACASO DE LA OPA
Pero si Sabadell quiere verse en un espejo para evitar situaciones complejas es en el de Talgo. Aunque es evidentemente una situación muy distinta, la pérdida de valor de sus acciones tras la opa fallida por parte de Hungría ha marcado la pauta al futuro de la empresa, y ha sido una de las piedras de tranca contra la posible adquisición de parte del accionariado por parte del conglomerado que encabezan la SEPI y Sidenor.
Es cierto que son situaciones distantes, pero Sabadell debe empezar a moverse para recuperar su valor. Es un reto clave para el futuro de una empresa que sigue siendo considerada como pieza clave del sistema bancario en España.