
Durante muchas décadas, la osteoporosis fue considerada casi exclusivamente como una patología relacionada con la edad y la menopausia; no obstante, la experta reumatologa afirman que esta idea ya no se sostiene. Cada vez son más las personas menores de 50 años que están siendo diagnosticadas con una pérdida de la masa ósea en una cantidad significativa, una situación que pone de manifiesto un evidente cambio en los hábitos de vida y la exposición a factores ambientales nocivos. Sara María Rojas Herrera, reumatóloga en el Hospital de Mérida y representante de la Sociedad Española de Reumatología (SER), explica que esta tendencia no tiene un único origen.
LOS NUEVOS ROSTROS DE LA OSTEOPOROSIS

No todos los adolescentes poseen el mismo grado de vulnerabilidad. Aquellos que presentan enfermedades crónicas o trastornos hormonales o nutricionales afrontan un riesgo mayor. Anorexia, alteraciones del metabolismo, índice de masa corporal bajo constituyen, hoy día, importantes enemigos del hueso joven, afirma la especialista reumatóloga. Este grupo incluye a los pacientes que utilizan fármacos como corticóides o anticonvulsivantes y a los pacientes con inmovilizaciones prolongadas, bien por enfermedades neurológicas o bien por enfermedades musculares.
El alcohol y el tabaco, dos viejos amigos de la medicina, cumplen un papel muy discreto pero enérgico. Estas sustancias interfieren en la absorción del calcio y en la formación de nuevo tejido óseo, pues, junto a dietas deficitarias en cuanto a vitamina D y calcio, crean el perfecto escenario para una evolución hacia un deterioro óseo prematuro. Uno de los grandes problemas que acusan las sociedades modernas es el infradiagnóstico dado. Muchos médicos y muchos pacientes no consideran la osteoporosis como una posible causa de fractura en una persona joven.
LA REUMATÓLOGA CONSTATAN UN CAMBIO PREOCUPANTE EN EL PERFIL DE LOS PACIENTES

En esta nueva manida situación, los aspectos ambientales y los sentimientos están teniendo un efecto inesperado. La contaminación del aire y el estrés crónico afectan a la salud ósea de la misma forma que puede hacerlo la dieta o el sedentarismo. La exposición a metales pesados y a partículas que contaminan el aire genera efectos inflamatorios sistémicos, que alteran el metabolismo óseo y, al mismo tiempo, pueden incrementar el riesgo de sufrir fracturas y detectar la osteoporosis según la especialista reumatóloga. El estrés prolongado modifica el sistema endocrino y produce una inflamación generalizada. La respuesta hormonal al estrés prolongado puede tener como consecuencia la inhibición de la formación de hueso nuevo y acelerar su degradación.
La influencia de estos aspectos resulta devastadora para la estructura ósea (osteoporosis), en combinación con enfermedades autoinmunes del tipo artritis reumatoide o enfermedades inflamatorias intestinales, que agravan el problema y que, en un proceso inflamatorio mantenido en el tiempo, dificultan la regeneración ósea y favorecen su pérdida. La adopción de estrategias de diagnóstico precoz y una intervención multidisciplinar son esenciales para frenar el avance de estos procesos.