martes, 21 octubre 2025

Dr. Braulio Peramo Moya, médico ginecólogo y experto en reproducción humana: “Los años más fértiles son hasta los 25 o 26. Es cuando la naturaleza mejor responde”

- El Dr. Braulio Péramo Moya, referente internacional en reproducción asistida, defiende una medicina más humana, donde la ciencia y la empatía van de la mano para cuidar la fertilidad y la vida.

Los años más fértiles no se repiten: la naturaleza también marca sus tiempos. Hay personas que nacen con una vocación tan clara que no necesitan explicarla: se les nota. El Dr. Braulio Péramo Moya es una de ellas. Basta escucharlo hablar para entender que lo suyo va mucho más allá de una profesión. Lleva más de 25 años ayudando a parejas que sueñan con tener un hijo, y lo cuenta con la misma ilusión que si acabara de empezar.

Ha trabajado en España, Reino Unido, Francia y Estados Unidos, y ahora lidera un proyecto clínico en Al Ain, Abu Dabi, donde sigue ejerciendo con esa mezcla de ciencia y ternura que lo caracteriza. “Mi misión es ayudar a las personas que quieren tener hijos y tienen dificultades para lograrlo. Eso es lo que me mueve cada día”, dice despacio, como quien repite una verdad que ha comprobado mil veces.

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No habla de logros ni de títulos. Habla de vidas. “La técnica se aprende, pero la empatía no. La humanidad tiene que salir de dentro. Hay que querer de verdad ayudar.”

La infertilidad, un espejo de nuestro tiempo

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La vocación médica que convierte la ciencia en esperanza. Fuente:Canva.

Hoy la infertilidad es una realidad que crece silenciosamente. “Es uno de los grandes desafíos de la medicina moderna.” Las cifras lo confirman: afecta a una de cada cuatro parejas, y no solo por causas médicas, sino también por cómo vivimos.

El doctor explica que una de las razones principales es el retraso de la maternidad. “Los años más fértiles son hasta los 25 o 26. Después empieza a descender poco a poco, y el bajón más fuerte llega a partir de los 35.” No lo dice con tono alarmista, sino con cariño. “Los óvulos no se regeneran; se formaron cuando la mujer estaba en el útero de su madre. Y con el paso del tiempo, se van agotando y envejeciendo.”

Pero la edad no es el único enemigo. También lo son los contaminantes ambientales, que afectan especialmente a los hombres. “Hace unas décadas se consideraba normal tener 60 millones de espermatozoides por mililitro. Hoy se da por buena una muestra con 15 millones. Eso lo dice todo.”

El médico que nunca dejó de aprender

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La fertilidad refleja el equilibrio entre salud y bienestar. Fuente:Canva.

Aunque su trayectoria es larga y brillante, el Dr. Péramo conserva la humildad de quien sabe que siempre se puede aprender algo nuevo. “Cada día se aprende. Cuando oigo a alguien decir ‘ya lo sé todo’, pienso: mal vamos.”

No le gusta la frase “siempre se ha hecho así”. Sonríe y responde: “Ese es el peor argumento. Todo se puede cambiar en esta vida.” Quizá sea esa curiosidad constante la que lo mantiene tan vivo.

A lo largo de su carrera ha visto nacer casi 2.000 bebés, pero sigue emocionándose con cada uno. “El éxito es un niño, una niña… un bebé. Es una satisfacción que no se puede comparar con nada.”
Hace una pausa y añade: “Incluso cuando no se consigue el embarazo, si la paciente siente que hemos hecho todo lo posible, eso también es éxito.

En su manera de hablar hay algo profundamente humano: esa mezcla de ciencia, esperanza y ternura que no se enseña en ningún libro.

Cuidar la fertilidad, cuidar la vida

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Para el Dr. Péramo, la fertilidad es un reflejo del bienestar general. “No se trata solo del aparato reproductor. La alimentación, el sueño, el ejercicio, el estrés… todo influye. Pero no vale hacerlo una semana: hay que convertirlo en estilo de vida.”

No da sermones, da ejemplo. Habla de salud con sentido común, como quien invita a cuidarse sin miedo ni obsesión. “La infertilidad, muchas veces, es la manera que tiene el cuerpo de decirnos que algo no va bien.”

Y cuando recuerda algunos de los momentos vividos en su carrera, su voz se suaviza. “He tenido la suerte de vivir momentos de muchísima felicidad. No hay nada comparable a ver a unos padres abrazar por primera vez a su hijo. Esa emoción no se olvida nunca.”

Quizá por eso, cuando uno lo escucha, entiende que el Dr. Braulio Péramo Moya no solo trabaja con cuerpos, sino con esperanzas. Cree en la medicina que mira a los ojos, que acompaña, que se ensucia las manos y el corazón. Esa que transforma la ciencia en algo tan simple —y tan inmenso— como una nueva vida.


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