lunes, 20 octubre 2025

De la fuerza al hospital: la enfermedad renal que ya afecta a miles de usuarios de esteroides

- El uso de esteroides anabolizantes, cada vez más común en los gimnasios, esconde una crisis silenciosa de salud que afecta al corazón, los riñones y la mente.

Durante décadas, los esteroides anabolizantes androgénicos —los famosos EAA— se han convertido en el secreto a voces de muchos gimnasios. Se venden como el camino rápido hacia el cuerpo perfecto: músculos enormes, grasa mínima, fuerza inagotable. Pero detrás de esa fachada de éxito físico, hay una historia mucho menos glamurosa. Una historia que huele a hospital, a miedo y, en demasiados casos, a despedidas demasiado tempranas.

La trampa del músculo fácil

esteroides
El espejo no siempre dice la verdad: detrás del músculo hay historias de pérdida y silencio. Fuente: Canva.

Todo empieza igual: alguien quiere mejorar su cuerpo. Un pequeño empujón. Un ciclo “controlado”. “Solo una vez”, se dicen.
Y al principio, parece magia. Los músculos crecen, las venas se marcan, la autoestima sube como la espuma. Pero ese poder tiene truco. “No puedes pedir un cuerpo sobrehumano sin pagar el precio”, dice Carlos Mejías, entrenador, divulgador y exusuario de esteroides. “Lo que ganas en volumen lo pierdes en salud, aunque no lo notes todavía.”

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Los EAA son derivados de la testosterona que actúan en todo el cuerpo: corazón, riñones, hígado, cerebro. No hay rincón que no toquen. Y lo más inquietante es lo extendido que está su uso: entre un 6% y un 29% de las personas que entrenan en gimnasios los ha probado alguna vez.

El subidón es real, pero también lo es la caída. Porque cuando el cuerpo deja de responder, el daño ya está hecho. “Es como venderle tu alma al espejo —dice Mejías—: al principio te devuelve la mejor versión de ti, y luego te muestra la factura.”

El corazón que se agranda… hasta romperse

Corazones que se agrandan Merca2.es
El abuso de esteroides puede deformar el corazón hasta poner en riesgo la vida. Fuente: Canva.

Los estudios no dejan espacio para el optimismo. Quienes abusan de esteroides tienen cinco veces más riesgo de morir antes de tiempo que los atletas naturales. Y si hablamos de muertes cardíacas, el riesgo se multiplica por catorce.

El corazón, literalmente, crece. Pero no de amor ni de fuerza: se deforma. Llega a pesar casi el doble que el de un deportista natural, se endurece, bombea peor, se fatiga. “Hay chavales de 30 o 35 años que mueren de arritmias —explica Mejías—. Jóvenes que parecían invencibles.”

Los riñones tampoco salen indemnes. El abuso prolongado puede causar glomeruloesclerosis, una enfermedad silenciosa que destruye poco a poco los filtros del riñón. Al principio solo se nota en los análisis, cuando aparece proteína en la orina. Después llegan los síntomas, y cuando lo hacen… suele ser tarde.

Más allá del músculo

Adiccion sin agujas Merca2.es
La dependencia emocional a los esteroides puede ser tan destructiva como la física. Fuente: Canva.

Los efectos colaterales no son menores. Los esteroides alteran el colesterol, disparan la presión arterial y destrozan el equilibrio hormonal. En hombres, provocan infertilidad y atrofia testicular; en mujeres, virilización: vello facial, voz grave, acné, caída del cabello. Y el hígado, obligado a procesar tanta sustancia, acaba pagando el precio.

Lo más peligroso llega cuando se mezclan con otras drogas para “potenciar resultados”: insulina, hormona del crecimiento, clembuterol… Un cóctel que puede terminar con una hipoglucemia fulminante o un paro cardíaco. “Es una ruleta rusa con agujas”, advierte Mejías.

Una verdad que nadie quiere contar

renal Merca2.es
Educar salva vidas: hablar sin tabúes sobre los esteroides es la única forma de prevenir. Fuente: Canva.

En el culturismo, los esteroides no hacen milagros. Solo amplifican lo que ya existe: la disciplina, el ego, el desequilibrio. Pero muchos, cegados por el resultado, se sobreentrenan hasta romperse. El riesgo de roturas musculares es nueve veces mayor que en los atletas naturales. “No se rompe el músculo —dice Mejías—, se rompe el juicio.”

Y mientras tanto, los niveles naturales de testosterona en los hombres caen en picado. En el año 2000, el promedio era de 600 ng/dL. Hoy ronda los 400. Obesidad, estrés, inflamación… una combinación que está apagando la energía masculina. En algunos casos, la terapia de reemplazo hormonal (TRT) puede ser una ayuda, pero siempre con supervisión médica.

Lo que no se dice

YouTube video

“En los gimnasios se habla de músculos, no de consecuencias”, lamenta Mejías. “Se habla de lo que te da, no de lo que te quita.”
Y quizá ahí esté el problema: el silencio. Porque lo que no se habla se repite, y mientras se calla, los mitos siguen creciendo.

La conversación sobre los esteroides no debería ser tabú. Debería ser honesta, cruda y pública.
“Educar salva vidas”, repite Mejías. Y lo dice con la autoridad de quien ya vio el otro lado.

Detrás de cada físico perfecto hay una historia. Algunas inspiran.
Otras… simplemente, deberían servirnos de advertencia.


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