
Durante los últimos años ha comenzado a emerger un fenómeno que ha empezado a transformar la manera como entendemos las relaciones afectivas demostrando amor, especialmente a partir de los 50: la tendencia Living Apart Together (LAT) o “vivir separados, pero juntos”. Este modelo de afectividad cuestiona la idealización de la vida de pareja construida sobre la base de la convivencia y propone otro tipo de forma de amar: ahora ya no sería compartir un hogar, sino el propósito de amar y vivir juntos, mientras cada uno habita en su casa y vivencia el amor en la voluntad de amarse. En sociedades en las que la independencia personal y el bienestar emocional son cada vez más valorados e incentivados, muchas parejas eligen construir la relación amorosa sin fusionar el espacio que habitan.
EL AMOR QUE RESPETA LOS ESPACIOS

El modelo LAT es una nueva propuesta de amor romántico más caracterizado por su consciencia y libertad. Vivir separados no significa estar alejados de la otra persona. Vivir separados equivale a decidir cómo y cuándo encontrarse. Cada miembro de la pareja posee su hogar, sus rutinas y se hace cargo de su autonomía personal, pero elige compartir de forma consciente, con el otro, momentos, intimidad, proyectos comunes. En vez de convivencia, se busca la atención plena; la pareja se ve porque quiere, no porque la costumbre, la rutina o la sujeción lo establezcan como condición.
Este tipo de vínculo es especialmente atractivo para personas que han superado el umbral de los 50 años.
Es verdad que esa franja de edad quizás les ha llevado a experimentar matrimonios, separaciones o largas convivencias y les ha enseñado que vivir bajo el mismo techo no garantiza que las cosas vayan bien. El LAT puede convertirse en una alternativa realista y saludable, donde el amor no se mide por el espacio físico que ocupan, sino por el emocional que generan. La experiencia de la madurez permite a las personas saber que la independencia no es necesariamente sinónimo de egoísmo, sino un respeto por la propia individualidad. Por otra parte, vivir en la distancia supone reducir roces y situaciones de tensión de la vida cotidiana con el otro y mantener la paz de uno mismo. Cada persona puede hacer su propia vida, mantener sus costumbres y sus rutinas, encontrar el tiempo que desee sin tener que negociar cada pequeña cosa.
LAT: EL AMOR EN SU VERSION MAS MADURA

El crecimiento del LAT entre las personas mayores de 50 años indica una transformación cultural importante: el amor ya no sirve para completarse; el amor sirve para acompañarse. A este punto de la vida, con frecuencia han llegado muchas de ellas, tras haber ido conformando unos modos de vida en los que se han ido encontrando y han ido teniendo la sensación de que se aman a sí mismos. En este punto de la vida, muchas de ellas se conocen lo suficiente como para poder amarse sin olvidar su individualidad. La plenitud no surge del compartirlo todo, sino de saber que no se necesita al otro para poder ser feliz, aunque se elija.
En este sentido, el LAT no niega el amor romantizado, sino que transforma la idea del amor. El LAT es la versión adulta de un amor abierto, libre, mitificado, enfocado, donde el hecho de decidir la convivencia día a día vale más que el hecho de vivir juntos por obligación. La fidelidad se entiende aquí como la coherencia emocional y no como la forma de hacer que el otro dependa de uno; el compromiso se entiende como la decisión de vivir el uno para el otro y no como el sacrificio. Las parejas que vivan en función del LAT verán incrementar la autenticidad de la pareja. Al no depender el uno del otro para compensar las carencias del otro, ambos se dispondrán a aportar desde la plenitud. Para ellas no será problemático compartir proyectos, realizar viajes, compartir emociones, secretos, complicidades con el otro pero no necesariamente pasando todo el día disponibles el uno para el otro. Así, la independencia se convierte en una aliada del amor y no en su enemiga.