domingo, 19 octubre 2025

Deficiencia silenciosa: 7 de cada 10 personas no tienen suficiente magnesio (y ni lo saben)

- La pérdida de nutrientes en los alimentos es una crisis invisible que afecta a toda una generación.

Vivimos una crisis silenciosa. No sale en los telediarios, pero está en cada plato que servimos. Creemos que comemos bien, que una dieta “equilibrada” basta… y sin embargo, nuestros cuerpos están cada vez más vacíos por dentro. La comida de hoy ya no alimenta como antes.

Hace un siglo, una manzana o una espinaca tenían otra fuerza. Ahora, los estudios lo confirman: desde los años 40, los alimentos vegetales han perdido hasta un 40% de sus minerales esenciales, como el calcio y el magnesio. No es solo culpa del tiempo. El aire, la lluvia, los suelos agotados… todo juega su parte. Las tierras que antes eran fértiles hoy son como fotocopias gastadas: siguen produciendo, pero cada vez con menos sustancia.

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Los fertilizantes sintéticos —los famosos NPK— aceleraron los cultivos, sí, pero a costa de drenar los nutrientes del suelo. Y aunque muchos recurren a lo ecológico como tabla de salvación, la diferencia es mínima: apenas un 10% más de vitaminas o minerales. Es decir, seguimos comiendo “bonito”, pero no necesariamente mejor.

Por contraste, los alimentos de origen animal resisten mejor. Mariscos, pescados azules o carnes de calidad siguen conservando su densidad nutricional. Quizá por eso nuestros abuelos decían que “un caldo de pescado levanta el alma”. Tenían razón sin saber por qué: había más magnesio, más hierro, más vida dentro de esa olla.

Tablas que ya no reflejan la realidad

magnesio
Los alimentos actuales contienen hasta un 40% menos de minerales que hace un siglo. Fuente: Canva

Otro de los grandes problemas está en las propias guías oficiales. Las famosas tablas de nutrientes están desfasadas. Algunas no se actualizan desde hace tres o cuatro décadas. Cuando te dicen que 100 gramos de espinaca tienen 75 mg de magnesio, están usando datos de otra época, literalmente. Lo que hoy se cultiva en esos mismos campos apenas llega a la mitad.

Y lo más preocupante: las recomendaciones diarias (las RDA) se hicieron estudiando a personas sanas. Pero… ¿cuántos de nosotros lo estamos realmente? En España, más del 70% de la población tiene prediabetes o sobrepeso, y eso cambia por completo las necesidades nutricionales.

Además, hay nutrientes clave que ni siquiera aparecen en esas guías: el omega-3, la vitamina K2 o la vitamina C en dosis adecuadas son fundamentales para el cerebro, el corazón y la longevidad.

Las tres grandes carencias del siglo XXI

Siete de cada diez Merca2.es
Los fertilizantes sintéticos drenan los suelos y empobrecen su valor nutricional. Fuente: Canva

1. Magnesio: el mineral olvidado.
Siete de cada diez personas tienen niveles bajos y ni lo sospechan. Los análisis de sangre suelen “dar bien”, pero eso no significa que el cuerpo tenga reservas suficientes.
El magnesio participa en más de 600 reacciones vitales: controla el sueño, la presión, la energía, el estado de ánimo. Su déficit está vinculado al Alzheimer, la fibromialgia, la diabetes tipo 2 y la fatiga crónica.
¿Y las mejores fuentes? El cacao puro, las sardinas, los mariscos y los frutos secos. Sí, esas sardinas que muchos desprecian son un auténtico multivitamínico natural.

2. Hierro: la anemia moderna.
El hierro vegetal apenas se absorbe un 3%, mientras que el animal llega al 20%. Por eso, aunque comamos muchas verduras, seguimos cansados, con las defensas bajas y las uñas quebradizas. Las mejores fuentes: almejas, hígado y morcilla. Demonizar la carne sin matices nos ha pasado factura.

3. Vitamina D: el sol que nos falta.
Casi el 70% de la población tiene déficit, sobre todo quienes pasan más tiempo en interiores. Lo curioso es que la vitamina D necesita magnesio para activarse. Así que, sin magnesio, ni el sol ni los suplementos sirven del todo.

¿Comer bien o suplementar?

El suelo se agota Merca2.es
El 70% de la población presenta déficit de magnesio sin saberlo. Fuente: Canva

No hay que elegir, sino entender. Los alimentos naturales son insustituibles, pero ya no bastan. Hoy, incluso comiendo sano, muchas personas no llegan a cubrir lo básico.
Y aunque algunos desconfían de los suplementos, la ciencia es clara: una molécula de vitamina C es igual venga de una naranja o de un comprimido. Lo que cambia es el “acompañamiento”: los antioxidantes, la fibra, los polifenoles.

El calcio, por ejemplo, se absorbe mejor en los lácteos, porque viene junto a magnesio y vitamina K2. En cambio, un suplemento de calcio sin ese equilibrio puede incluso aumentar el riesgo cardiovascular.

Médicos sin tiempo, pacientes sin guía

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El otro problema es el sistema. La nutrición casi no se enseña en las facultades de medicina. Muchos médicos apenas cursan unas pocas horas sobre el tema y, por tanto, no saben detectar deficiencias subclínicas.

Por eso, cada vez más personas optan por formarse por su cuenta, con el apoyo de profesionales que miran el cuerpo como un todo, no solo los síntomas.

Entre los suplementos más recomendados por los expertos:

  • Magnesio bisglicinato (500-600 mg/día): mejora el sueño, la calma y la energía.
  • Omega-3 (2 g/día): cuida el corazón y el cerebro.
  • Vitamina C (1 g/día): refuerza defensas y piel.
  • Creatina (5 g/día): impulsa fuerza y concentración.
  • Colágeno (10-20 g/día): mantiene articulaciones y elasticidad.

Cinco básicos sin interacciones, que cubren el 80% de los déficits modernos.

En el fondo, la verdadera revolución de la salud no llegará de un ministerio ni de una farmacéutica. Vendrá de la conciencia. De saber qué ponemos en el plato, de entender que lo “normal” ya no es sinónimo de sano.
Nuestros abuelos comían menos, pero mejor. Y quizá ha llegado el momento de volver a esa simplicidad inteligente, aunque ahora necesitemos un poco de ayuda extra para recuperar lo que la tierra, poco a poco, nos fue quitando.


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