sábado, 18 octubre 2025

Jaime Gómez Obregón (44 años), ingeniero: «En España hay mucha más ineficiencia que corrupción. La corrupción es importante porque es ilegal, ilícita, pero la ineficiencia tiene un coste superior»

Jaime Gómez Obregón denuncia que en España la ineficiencia pública supera a la corrupción, revelando cómo la mala gestión, los obstáculos digitales y la falta de transparencia encarecen contratos y afectan al ciudadano común.

España es un país rico en historia, cultura y paisajes, pero cuando se trata de gestión pública, el panorama es menos prometedor. Jaime Gómez Obregón, ingeniero y experto en tecnología aplicada a la administración, sostiene que la ineficiencia es el verdadero elefante en la habitación. Según él, la corrupción acapara titulares, pero la ineficiencia genera un coste mucho más elevado para los ciudadanos y rara vez recibe la atención que merece.

Su mirada combina ironía, análisis riguroso y experiencia profesional. Gómez Obregón se ha convertido en una voz influyente en el debate sobre la administración pública, la tecnología y la transparencia, denunciando cómo la ineficiencia afecta desde la contratación pública hasta el uso de recursos digitales, y proponiendo soluciones basadas en datos y conocimiento profundo de los sistemas.

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Ineficiencia: el elefante silencioso de la administración pública

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Para Gómez Obregón, la ineficiencia supera con creces a la corrupción. “La corrupción es ilegal, ilícita, pero la ineficiencia tiene un coste superior”, afirma. La gestión de concursos públicos, la compleja estructura territorial y la falta de estandarización tecnológica agravan este problema. La administración lanza licitaciones pensando que abarcan todo el mercado, cuando en realidad solo llega a un subconjunto limitado de contratistas, restringiendo la competencia y generando retrasos y sobrecostes.

Además, la digitalización de servicios públicos a menudo se ejecuta sin planificación real. Proyectos como portales de turismo o sistemas Smart City quedan obsoletos o inoperativos porque el destino de la inversión no es el ciudadano, sino la nota de prensa o el marketing político. La ineficiencia se esconde en procesos que deberían ser simples, pero que la administración convierte en laberintos burocráticos donde la tecnología sirve más para impresionar que para resolver problemas.

Transparencia y datos: la llave para reducir la ineficiencia

Transparencia y datos: la llave para reducir la ineficiencia
Fuente: agencias

El ingeniero propone una triangulación de datos para combatir la ineficiencia: acceso a listas electorales, contratos públicos y registros mercantiles. Esta apertura permitiría detectar irregularidades, licitaciones con competencia ficticia y empresas pantalla, promoviendo una administración más eficiente y transparente. La dificultad radica en que, aunque los datos son públicos, su accesibilidad es limitada. Los ciudadanos, investigadores o profesionales deben enfrentarse a sistemas arcaicos y pagos por consulta que dificultan el análisis masivo de información.

Gómez Obregón ha demostrado que un análisis riguroso, combinado con la curiosidad y la tecnología, permite identificar ineficiencias incluso donde la corrupción no está presente. Desde portales digitales mal implementados hasta observatorios públicos que existen solo en la teoría, la ineficiencia se manifiesta en cada rincón de la gestión pública.

Para él, la solución pasa por un cambio cultural: un enfoque profesional, datos abiertos y herramientas modernas que prioricen la eficiencia sobre la apariencia. Mientras tanto, ciudadanos y expertos pueden ejercer control y presión para que la administración cumpla con su principal objetivo: servir a la gente, no al marketing. La ineficiencia, asegura, es el enemigo silencioso que define la calidad del gasto público y la confianza de la sociedad en sus instituciones.


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