
Están cambiando los hábitos de consumo. Así lo afirma el V Barómetro del Consumidor Sénior, de la Fundación Mapfre y Google, que estima que las personas de este segmento de edad destinarán más dinero a vivienda y a alimentación, pero, a su vez, reducirán los gastos destinados a tabaco y a bebidas alcohólicas. De este modo, lo que se produce es una reacción adaptativa a las nuevas realidades sociales y económicas que ha llevado a las personas mayores a dar una mayor importancia a cuestiones relacionadas con la salud y el bienestar.
HOGAR Y ALIMENTACIÓN COMO REFUGIO

Más del 44% de las personas mayores incrementarán su gasto en vivienda, agua, electricidad y otros combustibles, a pesar de que 8 de cada 10 son propietarios e, incluso, el incremento del precio de la vivienda (un 8,1% en el tercer trimestre de 2024) no les hace tan vulnerables.
Este hecho pone de manifiesto que, aunque la propiedad les ofrezca cierta estabilidad, los costes relacionados con la condición de propietarios o las condiciones de habitación –que resultarían en casa para viviendas habitadas por sus dueños, en servicios e incluso en el propio coste de la vivienda– han aumentado.
La preponderancia de la inversión en la vivienda puede explicarse, en función de hábitos y estilos de vida, como una búsqueda de confort y seguridad: en situaciones de incertidumbre de tipo económico, las personas mayores optan por el bienestar de su entorno inmediato, lo que se traduce en mejora de la vivienda y en la necesidad de estar más atentos al gasto relacionado con el hogar.
El 34% de las personas mayores incrementarán el gasto en alimentación y bebidas no alcohólicas en función de la inflación, cuyo nivel del IPC se registró (+2,8%) en el cierre del 2024. Este incremento del gasto alimentario refleja una adaptación a los precios más altos y una mayor conciencia sobre el interés de una dieta más equilibrada en el mantenimiento de la salud.
AUTOCUIDADO EN EL CONSUMO

El 52% de los adultos mayores cree que podría gastarse menos en tabaco y alcohol; y cuatro de cada diez muestra intenciones de reducir el gasto en tabaco y alcohol. El cambio en los hábitos de consumo tiene que ver con la preocupación por la salud y el bienestar, es decir, la conciencia sobre los riesgos del consumo de tabaco y alcohol ha llevado a muchos/as a replantearse si incluirlos en la dieta diaria.
Aparte de esto, este cambio hacia el autocuidado tiene que ver con una tendencia más generalizada en el conjunto de la sociedad, donde hay una búsqueda de estilos de vida más saludables y equilibrados. Este cambio no sólo afecta a las personas mayores, sino que también tiene un efecto positivo para la sociedad en general: reduce los costes derivados de la aparición de enfermedades relacionadas con el consumo de tabaco o alcohol.
A pesar del cambio en los hábitos de consumo, los mayores son un pilar económico para la familia. El 42% encuentra la manera de ayudar a sus hijos; el 9 % a algún otro familiar; el 4% a personas de su entorno que no son familiares; y el 2% a sus padres. De todos ellos, el 61% considera que la ayuda económica se mantendrá en 2025.