
Es casi irresistible pensar en la posibilidad de mantener la vitalidad y la salud mediante el uso de suplementos, hecho que puede ser del agrado de los adultos mayores, ya que en herbolarios y farmacias los estantes están repletos de botes que prometen energía, inmunidad y longevidad. Pero no todo lo que brilla no es oro, y los especialistas en geriatría comienzan a alertar sobre un consumo que, en lugar de preventivo, puede producir problemas importantes. Por eso, la ingesta incontrolada de suplementos por parte de los adultos mayores ha suscitado no poco interés por parte de las instituciones médicas y los expertos en nutrición.
CUANDO LO ESENCIAL SE VUELVE TOXICO

Pocas vitaminas tienen una fama tan notable como la vitamina A. La vemos como un suplemento esencial para la vista, la piel y el sistema inmunitario, pero en su exceso puede convertirse en nuestro enemigo más silencioso. Y es que el exceso de vitamina A puede ocasionar daños hepáticos, dolores articulares o pérdida de densidad ósea, problemas todos ellos que, además, se agravan con la edad. La Clínica Mayo señala que estar por encima de los 10.000 microgramos diarios resulta dañino y que los efectos de esa toxicidad no se manifiestan siempre de forma inmediata.
Norman mantiene que la mejor fuente sigue siendo la comida. “Una alimentación variada y equilibrada proporciona todo lo que necesitamos sin tener que usar suplementos”, expone. Los betacarotenos y el retinol se obtienen de zanahorias, hígado, espinacas y productos lácteos naturales, seguros y útiles, explica. El tropiezo llega cuando se intenta compensar a base de suplementos una supuesta carencia que rara vez aparece en personas con una dieta equilibrada. Pero hay muchos adultos mayores que recurren a la automedicación convencidos de que a más, mejor.
UN EXCESO QUE DAÑA LOS NERVIOS

La vitamina B6 es otra de las protagonistas de este debate. La vitamina B6 tiene una función importante: interviene en la formación de los glóbulos rojos, en el incremento del metabolismo y en el funcionamiento del sistema nervioso. No obstante, el temor a que se produzcan efectos secundarios indeseables por un consumo excesivo o sin control médico se viene arrastrando desde hace años. Norman explica que dosis elevadas pueden ocasionar neuropatías periféricas, conocidas por la sensación de hormigueo en las extremidades, inestabilidad, aumentada por caídas entre las personas mayores.
El Office of Dietary Supplements (ODS) y la Clínica Mayo podrían ser los mejores avales para validar estas advertencias. Sus estudios se centran en que 100 miligramos tomados durante periodos prolongados provocan daños neuropáticos irreversibles. Por otro lado, los problemas aumentan ya que muchas personas no tienen acceso a conocer las dosis que ingieren, pues, dentro de los compuestos populares, hay productos que combinan diversos suplementos en un solo complemento. Los expertos hacen hincapié en priorizar el acceso a la aportación natural y los suplementos. Alimentos como el pescado, el pollo, las patatas, las legumbres y las frutas no cítricas se convierten en aportes a las necesidades de B6 sin pensar en los efectos adversos por un consumo excesivo.