sábado, 18 octubre 2025

El inicio del proceso de paz en Gaza destroza el plan de Trump para crear un macabro resort

Por primera vez en dos años, Gaza respira un atisbo de tregua. El esperado inicio del proceso de paz marca un giro inesperado en un genocidio que deja más de 65.000 muertos y una Franja devastada por los impunes crímenes de Israel.

Sin embargo, la cumbre en Sharm el-Sheikh no solo abre la puerta a un proceso de paz incierto, sino que también entierra, al menos por ahora, uno de los proyectos más delirantes y controvertidos del mandato del presidente americano Donald Trump, que se presenta como pacifista tras su silencio cómplice sobre los crímenes de sus socios: transformar Gaza en un resort turístico al estilo Las Vegas.

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Durante semanas, Trump (que esta vez podría haber realizado un acto que podría ayudar bien común a nivel global) promocionó su fantasía inmobiliaria con un video generado por inteligencia artificial, en el que mostraba una Gaza reconstruida con hoteles de lujo, playas privadas, rascacielos, y una estatua dorada de sí mismo presidiendo la entrada de un hotel de su cadena.

El llamado proyecto «Riviera de Oriente Medio» contemplaba, en su visión más extrema, la deportación masiva de los más de dos millones de palestinos que habitan Gaza hacia Egipto y Jordania. Ambos países rechazaron tajantemente esa propuesta, que constituiría un crimen de lesa humanidad y una violación flagrante del derecho internacional.

La guerra aún no ha terminado para muchos. Aunque el proceso de paz ha comenzado, se encuentra en una etapa muy temprana. Israel no ha retirado completamente sus tropas de zonas clave como Ciudad de Gaza, Khan Younis o Rafah, mientras que Hamás se niega al desarme total y exige la retirada israelí como condición básica para avanzar. Pese a estos escollos, Trump se ha apresurado a presentarse como artífice de la paz, rodeado de adulaciones y condecoraciones, como la Orden del Nilo que le otorgó el presidente egipcio Abdelfatah al-Sisi.

El plan de reconstrucción presentado por Washington difiere de las visiones coloniales que implicaban vaciar Gaza de sus habitantes. En su lugar, contempla la administración temporal del territorio por un organismo internacional, la participación de tecnócratas palestinos y, eventualmente, un papel para la Autoridad Palestina, siempre y cuando ésta atraviese una profunda reforma.

ga Merca2.es
Imágenes del vídeo trumpista.

Este modelo aún está lejos de materializarse, pero al menos parte del principio de respetar la autodeterminación del pueblo palestino, un concepto completamente ausente en la propuesta anterior de Trump. La «Riviera de Gaza» se ha convertido en un símbolo grotesco de la desconexión entre la narrativa trumpista y la realidad de una población devastada.

En su video promocional —más cercano a una sátira distópica que a una propuesta política— se ve a Trump y Netanyahu en traje de baño, tomando cócteles en la playa, mientras Elon Musk lanza billetes al aire y bailarinas con barba hacen la danza del vientre. Este es un espectáculo insultante para una sociedad que ha visto caer el 60% de sus viviendas y cuya infraestructura ha sido arrasada casi por completo.

CUMBRE

La cumbre de Egipto, con más de 30 líderes mundiales, intenta consolidar un marco de diálogo que permita avanzar hacia una paz duradera. España (que pese a sus complicidades comerciales con Israel ha estado en el lado bueno de la historia), Francia, Alemania y Turquía han expresado su apoyo al proceso, y ya se han liberado rehenes israelíes y presos palestinos como parte de los acuerdos iniciales. Sin embargo, el escepticismo permanece. Y es que Trump, fiel a su estilo bronco y matón, ha querido coronarse como salvador del Medio Oriente en medio de un proceso aún incompleto y plagado de incertidumbre.

Es cierto que, por una vez, su particular forma de entender la diplomacia podría mostrarse como eficaz a nivel global. La reconstrucción de Gaza, según estimaciones del Banco Mundial, costará al menos 70.000 millones de dólares en la próxima década. Se necesitará no solo inversión, sino también voluntad política, justicia histórica y respeto por los derechos del pueblo palestino. Nada de esto tiene cabida en los delirios inmobiliarios de Trump.

Con el inicio del proceso de paz, su idea de transformar un territorio herido en un parque de diversiones para millonarios queda expuesta como lo que siempre fue: un proyecto macabro que trivializa el sufrimiento humano en nombre del espectáculo y la egolatría.


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