Pocos saben que en cada visita a Mercadona se libra una batalla silenciosa por su atención y su dinero. ¿Y si le dijeran que la clave para ganarla no está en las ofertas destacadas que saltan a la vista? Un extrabajador revela que nuestro hábito de compra más arraigado es justo lo que nos impide ahorrar, ya que la disposición de los productos está diseñada para guiar nuestra mirada hacia las opciones más rentables para la empresa y no necesariamente para nuestro presupuesto.
La rutina nos convierte en autómatas dentro de nuestro supermercado de confianza. Caminamos por los mismos pasillos y cogemos los mismos productos casi sin pensar. Pero, ¿qué pasaría si rompemos ese patrón tan interiorizado? Según la fuente, existe una zona ignorada por el 90 % de los clientes que esconde verdaderas oportunidades para aligerar el gasto mensual en el gigante valenciano. Un simple gesto, una leve inclinación, podría cambiarlo todo y darnos el control.
REVELANDO EL SECRETO MEJOR GUARDADO
Carlos Mendoza, quien trabajó durante más de una década en la logística interna de la cadena, lo tiene claro. “La gente entra a Mercadona con prisa y coge lo que tiene delante de los ojos”, afirma. Nos cuenta que la verdadera mina de oro para el consumidor inteligente no está a la altura de la vista, sino en los extremos, ya que los estantes inferiores y las baldas más altas son los grandes olvidados y esconden productos idénticos o muy similares a un precio inferior.
Este sencillo principio lo cambia todo en nuestra forma de enfrentarnos al carro de la compra. Acostumbrados a la comodidad de estirar el brazo y coger lo primero que vemos, pasamos por alto auténticas joyas económicas. Carlos insiste en que no se trata de buscar marcas desconocidas, pues a menudo la propia marca blanca de Mercadona tiene diferentes formatos o envases con precios más competitivos situados estratégicamente fuera del campo visual principal de los lineales más transitados.
¿POR QUÉ NADIE MIRA NUNCA AHÍ ABAJO?
La respuesta es una mezcla de psicología, marketing y pura comodidad. Estamos programados para la eficiencia, y nuestro cerebro interpreta que lo más accesible es lo mejor o lo más estándar. El diseño de cualquier supermercado explota este comportamiento, ya que las marcas pagan cantidades ingentes de dinero por ocupar el espacio central de las estanterías, una franja dorada que capta nuestra atención de forma casi hipnótica, algo que en Mercadona dominan.
Esta estrategia, conocida como «eye-level is buy-level» (a nivel de los ojos es nivel de compra), es el pilar de la distribución en tienda. Los productos con mayor margen de beneficio para la empresa de Juan Roig o aquellos que necesitan una rotación más rápida ocupan ese lugar privilegiado. Por eso, al agacharnos o alzar la vista, estamos rompiendo con un plan de venta cuidadosamente estudiado para dirigir nuestras decisiones y nuestro dinero hacia donde ellos quieren.
LOS PRODUCTOS QUE NO QUIEREN QUE ENCUENTRES
¿Qué encontramos exactamente en esas zonas menos nobles? A menudo, son los formatos de mayor tamaño, que ofrecen un precio por kilo o por litro mucho más ventajoso. Un claro ejemplo son los paquetes de legumbres, arroz o los detergentes. En la popular enseña, los envases familiares o de ahorro suelen estar colocados en la parte más baja de los estantes, esperando a que alguien se tome la molestia de agacharse para descubrir el verdadero chollo en su compra semanal de Mercadona.
Pero no solo se trata de formatos grandes. También es el lugar para los productos con «packaging antiguo» que están siendo reemplazados o aquellos de menor rotación que, sin ser peores, no forman parte de las grandes campañas publicitarias. En esta superficie comercial, un cambio en el diseño de una caja puede relegar al producto anterior a una esquina olvidada, manteniendo su calidad intacta pero con un precio sensiblemente rebajado para acelerar su salida del stock.
EL TRUCO PSICOLÓGICO QUE TE HACE GASTAR MÁS
El recorrido que hacemos por los pasillos no es casual. Está diseñado para maximizar el tiempo que pasamos dentro y, por tanto, las posibilidades de que compremos más. La estrategia de venta de Mercadona, como la de otros, nos lleva por un camino prefijado. Por eso, los productos de primera necesidad como el pan o la leche suelen estar al final, obligándonos a cruzar un mar de tentaciones perfectamente colocadas a la altura de nuestros ojos para llegar hasta ellos.
Romper con este circuito es el segundo paso para tomar el control. Si vamos directos a buscar lo que necesitamos y aplicamos la regla de «mirar arriba y abajo», nuestra forma de hacer la compra se transforma. Dejamos de ser un cliente pasivo para convertirnos en un explorador consciente, porque la ilusión de estar eligiendo libremente se desvanece cuando comprendes que tu ruta está predefinida por expertos en comportamiento del consumidor.
TU COMPRA SEMANAL, UN 20% MÁS BARATA: EL MÉTODO DEFINITIVO
El método Mendoza, como podríamos bautizarlo, se basa en un cambio de actitud. No se trata de llevar una calculadora, sino de dedicar dos segundos extra en cada pasillo a escanear la estantería completa, de arriba abajo. Este simple gesto en la cadena valenciana puede suponer un ahorro de entre el 15% y el 20% en el tique final, una cifra nada desdeñable a final de mes. La próxima vez que visites Mercadona, pruébalo con un solo producto y verás la diferencia.
La clave definitiva es convertir esta curiosidad en un hábito. Al principio requerirá un pequeño esfuerzo consciente, pero pronto se volverá automático y gratificante. Ya no volverás a pagar de más por la comodidad de no agacharte. La información es poder, y saber dónde mirar te otorga el control sobre tu presupuesto, ya que tomar las riendas de tus decisiones de compra te empodera frente a las estrategias del gigante de la distribución.