La ciberdelincuencia ha encontrado un nuevo y alarmante caladero en los lugares más insospechados de la red, aquellos que considerábamos seguros para nuestros hijos. Lo que empieza como una partida en apariencia inofensiva puede convertirse en una pesadilla, porque tal y como sentencia Diego Silva, ex Sargento de la Guardia Civil, los videojuegos más populares se han transformado en un campo de minas para miles de familias. Esta cruda realidad nos obliga a preguntarnos si de verdad sabemos qué ocurre al otro lado de la pantalla.
El aviso del ex Sargento de la Guardia Civil sobre este tipo de delitos informáticos resuena con una fuerza demoledora y nos pone en alerta. La afirmación de Diego Silva de que «Fortnite y Roblox se han convertido en plataformas de reclutamiento para estafadores» no es una simple opinión, sino que es una advertencia basada en la cruda experiencia de quien ha combatido el crimen desde dentro. Abre los ojos a un peligro silencioso que crece mientras los más jóvenes solo buscan un rato de diversión.
¿UN CAMPO DE JUEGOS O UNA TRAMPA MORTAL?
Millones de padres ven estos videojuegos como un entretenimiento inofensivo, un universo de píxeles donde sus hijos socializan y se divierten. Sin embargo, la realidad que destapa Diego Silva es muy distinta, ya que detrás de avatares amigables se esconden auténticos depredadores que buscan víctimas vulnerables. Es en esa falsa sensación de seguridad donde las amenazas virtuales encuentran su mejor caldo de cultivo, convirtiendo la diversión en una auténtrica trampa.
Para un estafador, estas plataformas son el paraíso, un entorno sin vigilancia parental directa y lleno de usuarios confiados. Como bien señala el ex Sargento, el anonimato y la facilidad para crear perfiles falsos facilitan enormemente el fraude online, porque los delincuentes aprovechan la ingenuidad infantil para ganarse su confianza y manipularlos poco a poco. El diseño mismo de estos juegos, basado en la cooperación y la interacción, se convierte en su mejor arma.
EL ‘MODUS OPERANDI’ DE LOS LOBOS CON PIEL DE CORDERO

Todo comienza con un acercamiento amistoso, una invitación a un equipo o la promesa de objetos virtuales exclusivos, los codiciados skins o V-Bucks. La ciberdelincuencia moderna no es un ataque frontal, sino un goteo constante de manipulación, porque tal y como advirtió Diego Silva, los estafadores construyen una relación de falsa amistad para bajar las defensas de sus objetivos. La seguridad digital de los menores se quiebra a través de la confianza.
Una vez que se ha establecido ese vínculo, el siguiente paso es la petición. Puede ser algo tan simple como un clic en un enlace fraudulento o la revelación de datos personales de sus padres. La criminalidad en internet se perfecciona cada día, ya que los delincuentes escalan sus demandas hasta conseguir credenciales bancarias o información sensible para suplantar identidades. Lo que empezó como un juego se transforma en un problema familiar muy real.
«NO ES SOLO COSA DE NIÑOS»: LA AMENAZA QUE SALPICA A TODA LA FAMILIA
El verdadero peligro de estos timos digitales es que un menor engañado se convierte en una puerta de entrada a toda la familia. Un simple descuido puede exponer los datos de las tarjetas de crédito asociadas a la cuenta, porque como insiste Diego Silva en su sentencia, el eslabón más débil no es el niño, sino la falta de supervisión sobre las cuentas que utiliza. La brecha de seguridad que abre un hijo puede afectar a la economía de todo el hogar.
La impotencia que sienten los padres al descubrir el engaño es inmensa, una mezcla de rabia y culpabilidad que agrava la situación. La clave para una correcta protección en línea es entender que el riesgo es compartido, ya que el impacto emocional de ser estafado puede ser tan devastador como la propia pérdida económica. Afrontar las consecuencias requiere no solo soluciones técnicas, sino también un enorme apoyo familiar para superarlo.
LA PSICOLOGÍA DEL ENGAÑO: ¿POR QUÉ CAEMOS EN LA TRAMPA?

Estos delincuentes son expertos en explotar necesidades humanas básicas como el reconocimiento, la pertenencia a un grupo como Roblox y el deseo de obtener una recompensa rápida. La ciberdelincuencia se apoya en la ingeniería social, porque tal y como analiza el ex Sargento Diego Silva, la manipulación se basa en ofrecer un supuesto atajo para conseguir popularidad o ventajas en el juego. El engaño funciona porque apela directamente a los deseos de la víctima.
El entorno de un videojuego está diseñado para generar gratificación instantánea, lo que nos vuelve más impulsivos y menos reflexivos. La ciberdelincuencia aprovecha este estado mental para anular nuestro juicio crítico, porque los estafadores saben que en un estado de euforia o competición somos mucho más propensos a cometer errores. Esta vulnerabilidad online no distingue entre edades, pero se ceba con la impulsividad propia de la juventud.
¿ESTAMOS INDEFENSOS? LAS HERRAMIENTAS PARA BLINDAR A LOS NUESTROS

La primera línea de defensa, como aconsejan expertos como Diego Silva, no es un antivirus, sino una conversación honesta y abierta en casa sobre los riesgos digitales. Es fundamental que los menores entiendan el valor de la privacidad, porque la mejor protección es enseñar a los niños a desconfiar de las ofertas demasiado buenas para ser verdad. Es necesario darles herramientas para que ellos mismos sepan identificar una posible amenaza.
La batalla contra la ciberdelincuencia se libra en el día a día, con pequeños gestos como verificar la configuración de privacidad de las cuentas o activar la autenticación de doble factor. La defensa cibernética es una responsabilidad activa, pues la clave reside en crear un entorno familiar donde los hijos se sientan seguros para contar cualquier problema sin miedo a ser castigados. La confianza es el mejor escudo para protegerlos de los peligros que acechan en la red.