La fiebre por las ofertas de Lidl de los jueves se ha convertido en una especie de ritual para miles de personas en toda España. Madrugar, hacer cola y lanzarse a por esa freidora de aire o aquel taladro a un precio imbatible parece un plan infalible, pero mucha gente no sabe que esa estrategia de compra impulsiva es precisamente lo que la cadena busca para maximizar sus ventas semanales. ¿Y si te dijera que ese hábito te está haciendo pagar de más?
Lo que parece una verdad universal esconde una realidad mucho más compleja, una que conocen bien quienes trabajan dentro. Sara Jiménez, con 44 años y más de media vida en el supermercado alemán, lo ve cada semana, y asegura que el verdadero truco no está en llegar el primer día, sino en saber esperar con inteligencia. Su testimonio desmonta por completo la idea que teníamos sobre cómo conseguir las mejores gangas al comprar en Lidl.
¿ES EL JUEVES REALMENTE EL MEJOR DÍA?
“Las colas que se forman los jueves a primera hora son la mejor publicidad para nosotros”, confiesa Sara con una media sonrisa. Los clientes llegan con la adrenalina por las nubes, convencidos de que están a punto de cazar el chollo del año, pero lo que muchos clientes no perciben es que los productos estrella se agotan en minutos para generar una falsa sensación de escasez que impulsa el resto de las compras. Este efecto psicológico es clave en el modelo de negocio del bazar de Lidl.
Una vez que los artículos más mediáticos desaparecen, el resto del día transcurre con una sensación de urgencia injustificada en el ambiente. La gente compra otros productos del bazar por miedo a que también se acaben, y es que las unidades más deseadas a menudo no se reponen hasta días después si sobran en el almacén central o si se producen devoluciones. Por lo tanto, ir el jueves puede ser sinónimo de precipitación y de llevarse a casa algo que no era la primera opción.
LA PSICOLOGÍA DETRÁS DEL CARRITO DE LA COMPRA
El éxito de la fórmula no reside solo en el producto, sino en cómo nos hacen sentir. El miedo a perderse la oportunidad es un motor de compra potentísimo. La famosa sensación de «lo compro ahora o no lo volveré a ver» es el pilar sobre el que se sostiene gran parte de la estrategia comercial de la cadena de supermercados, que ha perfeccionado un sistema donde el miedo a perderse una ganga anula el pensamiento racional del consumidor y nos empuja a tomar decisiones rápidas.
Este fenómeno se conoce como FOMO (Fear Of Missing Out), y Lidl lo aplica de manual. Vienes a por el robot de cocina y, aunque ya no quede, acabas llenando el carro con otras cosas «por si acaso», desde ropa técnica hasta pequeños electrodomésticos. Así, un artículo gancho de bajo margen sirve para que llenes el carro con productos de mayor rentabilidad para la empresa, una jugada maestra que funciona gracias a las limitadas unidades de sus ofertas más jugosas.
EL SECRETO QUE NADIE TE CUENTA SOBRE EL FIN DE SEMANA
“El sábado por la tarde o incluso el lunes a primera hora son mis momentos preferidos”, revela. ¿La razón? Esos días suelen sacar a la venta las devoluciones del jueves y viernes. Mucha gente compra por impulso y, al llegar a casa, se da cuenta de que no lo necesita o no es lo que esperaba, y esos productos devueltos en perfecto estado vuelven a los estantes a menudo con un descuento adicional para darles salida rápidamente. Es la segunda oportunidad para los compradores pacientes.
Además, el fin de semana la afluencia de público es diferente, más relajada y menos competitiva. Permite observar con calma y sin la presión del entorno, y según nos cuenta Sara, los empleados aprovechan los momentos de menor actividad para reorganizar y sacar mercancía que no había salido al principio por falta de espacio o por estrategia. Una visita tranquila a Lidl el fin de semana puede desvelar tesoros que el jueves pasaron desapercibidos.
NO TODO LO QUE RELUCE ES UNA OFERTA REAL
Saber comprar va más allá de elegir el día correcto. Implica desarrollar un ojo crítico para distinguir una oportunidad genuina de un simple reclamo publicitario. Sara insiste en que no todos los productos del folleto tienen el mismo nivel de descuento, ya que la empresa coloca artículos con un margen mínimo junto a otros de precio normal para crear un efecto de arrastre. La clave está en no dejarse llevar por la euforia general y analizar fríamente cada etiqueta.
También es fundamental conocer el historial de precios de los productos que te interesan. Muchas de las ofertas de Lidl son cíclicas y se repiten a lo largo del año. “Si dejas pasar la Monsieur Cuisine de esta vez, volverá en unos meses”, comenta, y añade que tener paciencia y no caer en la urgencia es el mayor ahorro que un cliente puede conseguir a largo plazo. Rastrear los precios te da el poder de saber cuándo estás realmente ante una oportunidad única e irrepetible.
«APRENDE A LEER LA TIENDA, NO SOLO EL FOLLETO»
Más allá de los trucos y los días clave, el verdadero cambio reside en nuestra actitud al entrar por la puerta. Hay que observar la disposición de los productos y entender por qué están colocados de una determinada manera, porque la estructura de los pasillos está diseñada para guiarte en un recorrido que maximice el gasto medio por visita. Los artículos más tentadores no están ahí por casualidad; todo en el establecimiento de Lidl responde a un plan muy estudiado.
Al final, el poder está en nuestras manos y en nuestra capacidad de observación. Se trata de cambiar el chip y entender que ser un consumidor inteligente es el mayor ahorro de todos, mucho más que un descuento puntual. La próxima vez que pases por la puerta de este conocido supermercado alemán, recuerda que las mejores decisiones de compra no siempre son las más evidentes ni las más rápidas, sino las que se toman con calma, información y una pizca de estrategia.