En el complejo entramado de la mente criminal, pocos se sumergen con la misma audacia y humanidad que Beatriz de Vicente. A sus 57 años, la reconocida criminóloga y abogada ha dedicado dos décadas a desentrañar los hilos más oscuros de la naturaleza humana, una labor que, según confiesa, ha cimentado una convicción inamovible: “Erradicar el crimen es imposible, la naturaleza humana es como es”.
De Vicente, cuyo estilo profesional y cercano la ha convertido en una figura clave en la divulgación jurídica y criminológica, ha conocido de primera mano el crimen más visceral. «Yo he conocido a muchísimos asesinos en mi trabajo», relata con una franqueza que desarma. Asesinos, gente mala. ‘Eres un hijo de…’ y sin ti solo puede salirte eso. Pero yo soy criminóloga, estudio lo que hay detrás de lo que haces, y soy abogada y tengo que trabajar contigo».
El equilibrio entre el abismo del crimen y la luz

Para una profesional inmersa en una constante «bola de fuego interno» y adicta a la adrenalina que implica la investigación, los juicios y las guardias nocturnas, el desafío no solo es entender el mal, sino evitar que la consuma. De Vicente se define como una mujer de energía constante, que encuentra en el «estrés» una «pila» para su producción creativa e intelectual. Sin embargo, traza una línea clara con el distrés, ese agotamiento que llega al ser sobrepasado.
«Soy una mujer con una bola de fuego interno, tengo mucha energía», explica la especialista del crimen. «El taichí es interesante y básicamente son movimientos coordinados, estiramientos. Me está gustando mucho». Lo practica con tutoriales de YouTube, y lo primero que hace al levantarse es estirarse y colocarse, buscando generar una onda de tranquilidad.
La sabiduría del error
“El error es sabiduría, aprendizaje y la posibilidad de no volver a hacerlo, de hacerlo mejor», sentencia la especialista sobre el crimen. Desde entonces, ha dejado de castigarse por los fallos. «Yo enciendo todos los días una velita, y hay días que es un cirio. Así que si antes brillaba, ahora ya ni te cuento». Para ella, cada error es una «vela» que enciende en su camino de aprendizaje, permitiéndole decir: «Soy mejor que ayer».
En su rol como investigadora, Beatriz de Vicente aborda también la compleja y espinosa cuestión de la ética periodística y criminológica al darle voz a los criminales, un debate reabierto con casos mediáticos como el de Miguel Ricard. «Derecho a la información, libertad de expresión, derecho a la creación artística, libertad de investigación, derecho a la dignidad, a la integridad moral. Son todas cartas que yo pongo sobre la mes», expone.
De Vicente defiende la investigación seria y el análisis aséptico, poniendo como límite infranqueable el respeto a la víctima. «La delgada línea es no ofender a las víctimas», recuerda que en España no se permite que el criminal gane dinero o fama contando su delito, protegiendo así la integridad moral de los afectados.