
El Alzheimer es todo un reto a la medicina moderna, debido a que habitualmente aparece cuando el daño neurológico avanzó por encima del nivel de reparación espontánea. En este sentido, la posibilidad de un diagnóstico temprano se erige como la tendencia del futuro a abrir las puertas a nuevas alternativas de intervención. La aparición de las nuevas tecnologías para realizar diagnóstico por imagen están permitiendo anticipar señales patológicas de la enfermedad antes incluso que aparezcan los síntomas evidentes.
REVELAR EL ALZHEIMER ANTES DE QUE APAREZCA

La capacidad de “ver lo que no se ve”, de dejar ver lo que no se ve, es lo que hace que estas técnicas sean tan prometedoras. Técnicas de imagen como el PET/CT y la resonancia magnética han conseguido evolucionar hasta llegar a la localización de biomarcadores cerebrales, incluso en las fases preclínicas de la enfermedad del Alzheimer, cuando todavía no hay síntomas. Estas técnicas nos permiten ver placas de beta amiloide y las acumulaciones de proteína tau, dos marcadores biológicos que son el sello distintivo del Alzheimer, antes de que el deterioro cognitivo se manifieste.
Pero no solo eso: la imagen médica también permite ver los patrones metabólicos cerebrales, como los relacionados con la glucosa, que van cambiando de forma especial en las personas con Alzheimer incipiente. El PET permite cuantificar alteraciones tanto funcionales como estructurales con un grado de precisión que hacía años se consideraba impensable. Por su parte, la resonancia magnética aporta información sobre atrofia en determinadas áreas del cerebro, alteraciones en la conectividad neuronal y otros signos de un daño cerebral que puede considerarse ya muy leve.
Un punto importante a destacar es la integración de la inteligencia artificial en este tipo de procesos, haciendo el análisis de imagen automatizado para detectar las pequeñas alteraciones que se pueden escapar a la vista humana, lo cual teóricamente hace que el análisis sea más eficiente y que el margen de error sea reducido. En un contexto de crisis de especialistas en Alzheimer, este modelo de la fusión de tecnología y experto emerge como potencia del arte.
DESAFÍOS Y NUEVAS OPORTUNIDADES

El hecho de que estas tecnologías sean esperanzadoras no garantiza que su uso sistemático en el ámbito hospitalario y en el ámbito de la clínica se produzca de forma inminente y uniforme. Existen barreras técnicas, organizativas y económicas que deben ser salvadas para que el retorno llegue a todas las personas. La infraestructura necesaria, como escáneres, PET o laboratorios especializados, supone una fuerte inversión inicial, algo que no todos los centros sanitarios pueden permitir que llegue a un 100%.
La equidad de acceso es un reto ético y social: en muchos lugares las prestaciones de salud no tienen en cuenta estas pruebas diagnósticas de vanguardia. Si solo quien puede sufragarlas tiene acceso a ellas, se agudizan desigualdades. Por ello, resulta indispensable que la implantación de los sistemas se apoye en políticas públicas que garanticen la cobertura universal, de forma que cada persona con sospecha pueda beneficiarse en condiciones de igualdad, sin ver interpuestas en su camino su posición social o su nivel económico.
La formación del personal es otra piedra angular. Clínicos, radiólogos y técnicos han de formarse para interpretar resultados complejos, para integrar datos multimodales (imágenes, biomarcadores, genómica) y para poner en práctica protocolos de seguimiento. Sin una base humana bien formada, los más sofisticados artilugios se convierten en decoración.