Otro retraso en una entrega, otro riesgo de sanción, y un contrato que se presentó a concurso público desde 2018, precisamente para evitar esta situación. Un nuevo retraso en las entregas de Talgo a Renfe, en este caso de unos 13 trenes de la serie Talgo Avril 107, que deberían sumarse a la flota que opera en la ruta de alta velocidad que conecta Madrid con Galicia. Es una situación que pone al fabricante en el marco de nuevas sanciones por retraso en las entregas, ya tienen una con el operador público por encima de los 100 millones de euros, pero que además alarga el proceso de liberalización de esta vía que espera por las condiciones que debe presentar ADIF.
Es un círculo vicioso que castiga la posible entrada de Ouigo, Iryo o cualquier otro operador interesado en esta ruta. Lo cierto es que Galicia es la joya de la corona de esta segunda etapa de la liberalización, aunque también la ruta más complicada por las variaciones entre el ancho ibérico y el ancho internacional que hay en este trayecto, un reto común en el sistema español, pero que está especialmente marcado en esta ruta al ser una de las más antiguas del país.
El problema es que Talgo está comprometida hasta entregar el pedido de Renfe, y es la única que tiene, al menos de momento, un modelo de tren funcional que pueda adaptarse al ancho variable de la ruta. En esta circunstancia no debería ser una sorpresa que el peso de la liberalización caiga sobre el fabricante, sobre todo por qué tanto Ouigo como Iryo han coqueteado con la idea de buscar otras opciones, como el prototipo Oaris de CAF, y la empresa francesa incluso abrió un ‘Request for Information’ para fabricantes europeos en caso de que alguno tuviese un proyecto que pudiese adaptarse a la situación.
En cualquier caso, para los gallegos es un problema difícil de ignorar. No solo esperan por la entrega de los nuevos trenes para que Renfe pueda operar todas las frecuencias prometidas en esta ruta, sino también espera la llegada de los competidores. Lo cierto es que si, cuando eventualmente llegue la competencia de la alta velocidad a las ciudades gallegas se repite el efecto que ha tenido en Barcelona, Valencia o Andalucía, es de esperar un nuevo pico en el turismo, en el número de viajeros y en la inversión económica en la zona. Pero de momento, a pesar de la fecha en que se inició el pedido, tendrán que seguir esperando.
GALICIA, UNA PIEDRA EN EL ZAPATO PARA TALGO
Lo cierto es que el acuerdo con Renfe para la ruta gallega sigue siendo uno de los grandes dolores de cabeza de una Talgo que no necesita más problemas. A la espera de que avance el acuerdo con Sidenor y el conglomerado vasco, que espera hacerse con el control del porcentaje de la empresa que en este momento controla Trilantic, y que le daría al fabricante el socio industrial que necesitan, siguen en el punto incómodo de ver cómo se acumulan sus pedidos, pues los necesitan para salir de los números rojos, y como se siguen acumulando también retrasos.
El acuerdo gallego es el más evidente, pues ya ha generado una consecuencia económica directa sobre sus resultados, el valor de sus acciones y ha retrasado el acuerdo con Sidenor, pero no es el único. También se han visto obligados a renegociar con la alemana Deutsche Bahn para reducir el número de trenes que van a entregar, y el otro pedido en ese país, para la competidora Flixtrain, tendrá que esperar a que terminen el primero. Es una realidad difícil de ignorar.
Que estos se puedan traducir también en sanciones no se puede descartar. Los más de 100 millones de deuda con Renfe son precisamente uno de los principales obstáculos al acuerdo con Sidenor, pero al menos tienen la disposición de la empresa pública española a renegociar el pago, algo con lo que no pueden contar en caso de las empresas alemanas que tengan problemas similares.
LOS ACCIONISTAS MANTIENEN LOS NERVIOS SOBRE TALGO
En cualquier caso, la situación sigue siendo complicada para los accionistas de la empresa. Desde que el gobierno nacional vetó la opa por parte del conglomerado húngaro Ganz Mavag (Magyar Vagon) el valor de las acciones de la empresa ha caído un 40%, y sin acuerdo seguirán cayendo. La realidad, complicada de ignorar, es que la empresa está en una crisis profunda que ha creado dudas razonables entre los posibles socios industriales que han mostrado interés en comprarla.

Se suma que ahora Bruselas empieza a revisar con lupa la entrada de la SEPI en el accionario de Talgo, como lo confirma The Objective, preocupados por el deseo del fondo de inversión publicado de formar parte de la mesa directiva del fabricante tras la operación. Es una medida que temen que pueda considerarse competencia injusta por parte de otras empresas del sector como CAF o incluso algunas extranjeras como Alstom.