
En un mundo donde parece que se rinde a la juventud y a lo inmediato, Villa nos recuerda que la pasión no tiene edad y que la reinvención no tiene caducidad. A los 75 años, esta influencer y modelo silver se ha convertido en un símbolo de estilo, de resiliencia y de creatividad, acumulando miles de seguidores en Instagram y derribando estereotipos de lo que significa envejecer con elegancia. Su carrera, que siempre ha tenido un vínculo con la moda y el arte, es un brillante ejemplo de cómo la experiencia puede transformarse en un potente motor que nos inspire.
LA PASIÓN POR LA MODA Y EL IMPULSO DE CREAR

Desde su infancia, Villa era fascinada por el arte y la moda. “He trabajado toda la vida en moda; era toda una pasión desde muy pequeña”, recordó entre risas cuando rememoraba su llegada a León; su ciudad natal. Aunque estudió turismo —dado el deseo de conocer mundo— el hilo conductor de su vida fue la creatividad. Era muy pronto que la pasión la llevó a emprender junto a su hermana su primer proyecto: una tienda multimarca donde dejara volar su gusto por el estilo y la autenticidad.
La vida, sin embargo, iba guiándole por caminos que no esperaban en los inicios de su andadura. Con su mudanza a Madrid, Villa decidió volver a inventarse de nuevo, esta vez como embajadora y estilista freelance de distintas marcas, un compendio de su amor por la moda y la flexibilidad que necesitaba para cuidar de sus hijos. “Fueron unos años estupendos, más de seis”, recordó en una especie de nostalgia, haciéndose notar la habilidad de saber adaptarse sin perder su esencia.
DOLOR A LA OPORTUNIDAD POR LA EDAD

La vida de Villa no se detiene ahí. Cuando logramos pensar que había encontrado su equilibrio, una nueva crisis fue otra vez la que la puso a prueba: la enfermedad de su marido. Este mazazo emocional le hizo subir a la superficie el dolor en su máxima expresión, para buscar soporte psicológico e intentar cuidar de sí misma. En este camino, descubrió en Instagram no solo un lugar de trabajo, sino un lugar calmo en el que refugiarse. «No pretendo conmiseración, sino demostrar que de la crisis puede surgir también una oportunidad”, confesó.
Esta disposición, que no deja de ser valiente y sosegada, es quizás una de las cosas que más conmueve de su relato, en el que Villa ha logrado transformar cada caída en un nuevo comienzo, demostrando que la edad no es un punto de partida sino un efecto con su dosis de sabiduría. Hoy, y después de dejar su trabajo como embajadora de marcas, ha decidido optar por un nuevo apartado vital y aprovechar su edad; seguir formándose, estudiar filosofía e historia, cuidar su salud física y la salud mental. “He aprendido a descubrir que de las crisis pueden provenir puertas a caminos insospechados”, dijo con emoción, haciendo hincapié en tener en cuenta la curiosidad y la ilusión para progresar.