Hay médicos que hacen estética, y hay otros que entienden la estética como una extensión de la medicina.
El Dr. Pablo Magalhães pertenece al segundo grupo.
Formado en la Universidad Federal de São Paulo, este especialista brasileño en medicina estética lleva más de una década combinando la práctica clínica con la docencia. Hoy enseña en un posgrado en su país y dirige su propio curso profesional, “Esculpindo Lábios”, pensado exclusivamente para médicos que quieren dominar —de verdad— el arte y la ciencia del relleno labial.
Su motivación para crear el curso surgió de algo muy humano: la frustración.
“Al principio de mi carrera, me di cuenta de que muchos profesionales tenían la misma dificultad que yo tuve: la falta de práctica real. Por eso decidí que mi curso sería diferente. Coloco unos 15 o 20 pacientes modelo para que el médico practique, porque solo se aprende haciendo. No hay otro camino”, cuenta con naturalidad.
Una filosofía que pone a la persona antes que la técnica

Cuando Magalhães habla de los labios, lo hace con una mezcla de precisión y pasión. “El labio es el centro del rostro, una de las áreas que más comunica. Un pequeño cambio puede transformar por completo la expresión”, explica.
Pero deja claro que su enfoque no es cosmético, sino médico. “Un labio bonito e hidratado da la sensación de salud. Y esa apariencia, muchas veces, se traduce en autoestima. Y autoestima también es salud.”
Esa forma de ver la estética como una rama de la salud define su práctica. “En medicina no existen fórmulas ni recetas. Cada paciente es único, con su historia, su genética, su modo de vivir. Individualizar el tratamiento no es opcional, es la base.”
Antes de cualquier procedimiento, dedica tiempo a conversar con quien llega a su consulta. Busca entender qué hay detrás del deseo estético. “Hay personas que vienen con heridas emocionales, con expectativas irreales o comparándose con celebridades. Yo no trabajo así. Mi estilo es primero entender quién es el paciente. Después, viene la técnica.”
Su meta no es transformar, sino resaltar lo que ya está ahí, la belleza natural de cada rostro.
“Mi trabajo no es mostrar mi procedimiento, sino realzar al paciente”, resume.
Precisión, naturalidad y seguridad ante todo

El relleno labial, explica, se realiza con ácido hialurónico, una sustancia que ya existe en el cuerpo y que, además de dar volumen, hidrata los tejidos. “La elección del producto es clave. En labios, uso siempre uno de densidad intermedia, para mantener la naturalidad. El exceso de volumen puede arruinar un rostro”, advierte.
El procedimiento se realiza con anestesia local, combinando técnicas tópicas e intraorales para que el paciente no sienta dolor. Y, a diferencia de otros profesionales, Magalhães prefiere hacerlo en dos etapas, con unos 15 días de diferencia. “Así controlo mejor la adaptación del tejido y evito riesgos vasculares”, explica.
Su visión de la seguridad es clara: “El médico cualificado no es el que hace el labio más bonito, sino el que sabe resolver una complicación si ocurre.”
Y añade con serenidad: “Complicaciones solo no tiene quien no hace nada.”
Cuando se presentan irregularidades o nódulos, utiliza hialuronidasa, una enzima que disuelve el ácido hialurónico. Para él, todo médico estético debería tenerla a mano como herramienta básica. “Es parte de la responsabilidad profesional.”
Ética y límites: no todo vale en estética

Fuente: Canva
Magalhães también marca distancia con ciertas prácticas que considera peligrosas, como el uso de materiales permanentes tipo PMMA (polimetilmetacrilato). “Sinceramente, no lo recomiendo para rostro ni mucosa. Es un material sintético, y si el resultado no gusta o la moda cambia, solo puede retirarse con cirugía. Es un riesgo innecesario.”
Solo lo utiliza en casos muy específicos, como asimetrías severas o glúteos, y siempre bajo análisis clínico riguroso.
También recuerda que la hidratación del paciente influye directamente en los resultados. “El ácido hialurónico necesita agua para mantenerse estable. Un cuerpo bien hidratado conserva mejor el volumen y la elasticidad”, apunta.
“La buena estética no se nota, se siente”
En su clínica de Moema (São Paulo), el Dr. Magalhães mantiene una filosofía que combina técnica, ética y empatía. “La medicina estética no es un juego. Son procedimientos serios, y deben ser realizados por médicos cualificados, de verdad”, repite, casi como un mantra.
Su definición de belleza es sencilla, pero contundente: “La buena estética es aquella que el paciente siente… pero los demás no perciben.”
Y ahí, en esa sutileza, está la diferencia entre un simple retoque y un trabajo médico hecho con alma.