La creatina no es solo para deportistas, es energía para vivir mejor. Vivimos corriendo. Corremos para trabajar, para llegar, para no llegar tarde… y el cuerpo, pobre, corre detrás de nosotros intentando no quedarse atrás. A veces me pregunto cómo aguanta tanto. Dormimos poco, comemos cualquier cosa, respiramos mal y, aun así, esperamos que funcione como si nada. Pero el cuerpo no es una máquina. Tiene memoria, se cansa, protesta. Y si no lo escuchamos, nos pasa factura.
Ahí entra la suplementación. No como un lujo ni una moda, sino como una forma de darle al cuerpo un poco de lo que le hemos quitado con este ritmo tan loco. “Cuidarse antes de enfermar siempre es más barato —y más sabio— que hacerlo después”, dice el especialista. Lo llama deuda biológica, y la definición no puede ser más gráfica: vivimos más rápido de lo que nuestro cuerpo puede seguir.
Los alimentos ya no nutren igual que antes. “Incluso cuando comes bien”, explica, “el suelo está empobrecido, los cultivos son industriales, las frutas maduran en camiones. Es imposible obtener todos los nutrientes que necesitamos solo con la comida.” Así que la suplementación se vuelve una especie de parche amable, una ayuda que le dice al cuerpo: “tranquilo, aquí tienes lo que te falta”.
Eso sí, no vale todo. “Hay suplementos que no sirven para nada —advierte—. Si no tienen buena calidad, lo que tomas no llega a donde debe. Es como llenar una botella rota.” Por eso trabaja con Cobo, un laboratorio español que pone el foco en algo esencial: que el producto no solo se venda bien, sino que funcione de verdad dentro del cuerpo.
Magnesio: el mineral que baja el volumen del estrés

El magnesio es uno de esos héroes silenciosos. Está en el corazón, en los músculos, en el cerebro, en cada célula. Y, aun así, la mayoría de nosotros tenemos carencia. “Vivimos con estrés, y el estrés se come el magnesio como si fuera gasolina”, explica el especialista.
Cuando falta, el cuerpo lo nota: cuesta dormir, la mente no se apaga, el cuello se tensa, las emociones se desbordan. “Y lo peor —dice— es que nos acostumbramos. Pensamos que es normal estar así. Pero no lo es.”
El tipo más recomendable es el citrato de magnesio, sobre todo si se combina con vitamina B6, que mejora su absorción. Entre 200 y 400 mg al día bastan. “Lo ideal es tomarlo una hora antes de dormir. No porque te duerma, sino porque le enseña al cuerpo a relajarse.”
El magnesio ayuda a producir melatonina natural, reduce el cortisol (esa hormona del estrés que no nos deja en paz) y mejora la calidad del descanso. “No hace falta tomar melatonina de fuera. Si el cuerpo tiene lo que necesita, la produce solo.”
Y si haces ejercicio, todavía más importante. “El deporte es salud, sí, pero también estrés físico. Si repones el magnesio que gastas, te recuperas mejor, duermes mejor y tu energía no se apaga tan rápido.”
Creatina: energía para el cuerpo y para la cabeza

Durante años se pensó que la creatina era solo para quienes iban al gimnasio, pero hoy la ciencia dice otra cosa. “La creatina —explica el experto— no es solo para los músculos. Es energía pura para todo el cuerpo, y especialmente para el cerebro.”
Nuestro cuerpo la fabrica, pero no suficiente. “Vivimos pidiéndole más de lo que puede dar”, dice. La creatina ayuda a regenerar el ATP, la molécula que da energía a las células. Se acumula en los músculos y también en el cerebro. Por eso mejora la memoria, la concentración, el ánimo y hasta el sueño.- La suplementación de calidad se convierte en una aliada clave para equilibrar cuerpo, mente y energía en un mundo que va demasiado rápido.
La dosis ideal: 3 a 5 gramos diarios. Puedes tomarla con agua o junto con una comida con algo de hidratos, para absorberla mejor. “Y no, no engorda ni da retención de líquidos”, aclara. “Es el suplemento más estudiado del mundo y uno de los más seguros.”
En personas mayores ayuda a mantener la fuerza y prevenir la pérdida de masa muscular. En mujeres menopáusicas compensa la falta de estrógenos, lo que ayuda a proteger el corazón y los huesos. “No hace milagros”, dice sonriendo, “pero te da una energía tranquila, de esa que dura todo el día sin altibajos.”
Cuidarse no es un lujo

El experto baja la voz cuando dice la última frase, como si hablara más al corazón que a la razón:
“Nuestro cuerpo no fue diseñado para tanta prisa, tantas pantallas, tanta tensión. Pero aun así, sigue haciendo lo imposible por mantenernos vivos.”
Y tiene razón. Nos mantiene de pie aunque lo maltratemos, nos avisa con señales suaves antes de gritar, nos pide descanso sin exigirlo. Cuidarlo —con buena comida, con sueño, con un poco de ayuda en forma de suplementos— no es vanidad, es respeto.
Porque al final, lo que hacemos cuando nos cuidamos es decirle al cuerpo: gracias por aguantar tanto.
Y esa, quizá, sea la mejor inversión que podamos hacer en la vida.