La osteoporosis es una enfermedad que, a lo largo de nuestra vida, avanza sin síntomas evidentes, pero con consecuencias devastadoras. Nuestros huesos se hacen frágiles y sufrimos fracturas por caídas leves, pérdida de estatura, dolor crónico y pérdida de autonomía… algunas de las secuelas de este trastorno óseo que afecta a millones de personas en todo el mundo. Aunque suele asociarse con mujeres mayores, los hombres también están en riesgo. El diagnóstico precoz y los avances terapéuticos son clave para frenar su progresión.
Unos tres millones de personas en España padecen osteoporosis. Aunque el 80% de los casos se dan en mujeres, especialmente tras la menopausia por la caída de los niveles de estrógenos, los hombres no están exentos. De hecho, cerca del 7% de los varones mayores de 50 años la padecen, y el riesgo de fractura en ellos alcanza el 13%. La diferencia hormonal marca el ritmo de deterioro, pero factores como el sedentarismo, el tabaquismo, el alcohol y ciertas enfermedades crónicas pueden acelerar la pérdida ósea en ambos sexos.
El Dr. Luis Fernando Villa Alcázar, especialista de Reumatología del Hospital Ruber Internacional, explica que “en torno a la menopausia suele producirse un descenso de la densidad ósea muy marcado en las mujeres, cuya masa ósea depende mucho de la cantidad de estrógenos”. Sin embargo, añade que “en los hombres, el descenso de la masa ósea es más lento y gradual, asociado con la andropausia y la disminución de la testosterona, que generalmente ocurre más tarde en la vida”.
Hoy en día, el coste de las fracturas osteoporóticas -alrededor de 300.000 al año, unas 33 cada hora- representa en torno al 4% del gasto sanitario en España. Y se espera que aumente aproximadamente un 30% entre 2019 y 2034.
¿Cuándo acudir al especialista?
A pesar de una prevalencia tan alta, la osteoporosis sigue siendo una enfermedad infravalorada e infradiagnosticada. Fundamentalmente porque no presenta síntomas hasta que aparece la primera fractura. El Dr. Villa advierte: “Por lo general, la osteoporosis no causa dolor ni otros síntomas hasta que ocurre una fractura, lo que la hace especialmente peligrosa”.
Es recomendable consultar a un especialista si se ha sufrido una fractura con un traumatismo mínimo, si hay antecedentes familiares de fractura de cadera, menopausia precoz, pérdida de estatura o si se toman medicamentos como corticoides de forma prolongada. La densitometría ósea (DEXA) es la prueba de referencia para diagnosticar la enfermedad. “La densitometría ósea es el patrón oro para diagnosticar osteoporosis, ya que nos permite medir la densidad del hueso de forma precisa”, señala el Dr. Villa.
Además, herramientas como FRAX -que se calcula introduciendo datos personales como edad, sexo, peso, antecedentes clínicos y, opcionalmente, la densidad ósea del cuello femoral- permiten estimar el riesgo de fractura en los próximos diez años, incluso en pacientes sin signos evidentes de la enfermedad. El Dr. Villa destaca la importancia de esta evaluación, señalando que «es útil para establecer el riesgo de fractura incluso en pacientes que aún no han desarrollado una osteoporosis evidente en las pruebas de densidad ósea». Esta herramienta es ampliamente utilizada para decidir si un paciente debe recibir tratamiento farmacológico o intensificar las medidas preventivas.
Tratamientos actuales: más allá del calcio
Para prevenir y tratar la osteoporosis, es fundamental asegurar una ingesta adecuada de ciertos suplementos que favorecen la salud ósea. El calcio es el más conocido, ya que constituye el principal componente del hueso; se recomienda una dosis diaria de entre 1000 y 1200 mg, preferiblemente repartida en varias tomas. La vitamina D es igualmente esencial, ya que mejora la absorción del calcio en el intestino y contribuye al mantenimiento de la masa ósea; en muchos casos, se prescribe en forma de colecalciferol o calcifediol. Además, algunos especialistas sugieren complementar con magnesio, vitamina K2 y zinc, que participan en la mineralización ósea y en la regulación del metabolismo del calcio.
Todos estos suplementos deben tomarse bajo supervisión médica, ya que un exceso puede ser contraproducente o interferir con otros tratamientos.
El tratamiento de la osteoporosis ha evolucionado notablemente en los últimos años. Los fármacos disponibles buscan frenar la pérdida ósea, estimular la formación de hueso nuevo y prevenir fracturas.
Entre los medicamentos más utilizados están los bisfosfonatos, como el ácido alendrónico o el zoledrónico. “Son el tratamiento de primera línea para la osteoporosis. Inhiben la actividad de los osteoclastos, lo que reduce la reabsorción ósea y permite que predomine la formación ósea”, explica el Dr. Villa.
Otra opción es el denosumab, un anticuerpo monoclonal que se administra cada seis meses. “Es una opción muy cómoda de administrar y tiene buenos resultados en la prevención de fracturas”, añade.
En casos más graves, se recurre a terapias anabólicas como la teriparatida o la abaloparatida, que estimulan la formación de nuevo hueso. También existen moduladores selectivos de receptores estrogénicos (SERM), como el raloxifeno, especialmente indicados para mujeres postmenopáusicas.
Innovaciones que prometen cambiar el enfoque
Más allá de los fármacos, la investigación avanza hacia terapias regenerativas. “Ya se están estudiando terapias experimentales con células madre y factores de crecimiento para reparar el tejido óseo”, señala el Dr. Villa. También se investiga el uso de anticuerpos monoclonales como el romosozumab, que inhiben la esclerostina y favorecen la formación ósea.
Además, biomateriales como biohidrogeles y cementos enriquecidos con factores de crecimiento podrían acelerar la recuperación de fracturas y mejorar la resistencia del hueso.
Prevenir antes que curar: estilo de vida y hábitos saludables
La prevención sigue siendo la mejor herramienta contra la osteoporosis. El Dr. Villa insiste en que “con una nutrición adecuada, ejercicio regular y evitando el tabaco y el exceso de alcohol, deberíamos llegar a la edad madura con un capital óseo suficiente para afrontar los retos de la vida adulta”.
Una dieta rica en calcio y vitamina D, actividad física regular (como caminar una hora al día), exposición moderada al sol y evitar tóxicos son pilares fundamentales. “El tabaco es un tóxico importante para los huesos tanto en hombres como en mujeres”, advierte el especialista. También añade que el alcohol en exceso inhibe la formación ósea y disminuye la absorción de calcio, lo que acelera la pérdida ósea.
Con una prevención adecuada, la osteoporosis no tiene por qué ser una condena inevitable del envejecimiento. Con conciencia y acceso a tratamientos adecuados, es posible mantener la salud ósea y evitar las fracturas que comprometen la calidad de vida. El reto está en detectar a tiempo, actuar con decisión y apostar por un enfoque integral que combine ciencia, hábitos saludables y seguimiento médico.