sábado, 11 octubre 2025

Manel Domínguez, analista social: “La sociedad trata a los mayores como si sobraran, y eso es inaceptable”

En el contexto actual, un periodo en el que la esperanza de vida se extiende y las sociedades se han envejecido, aparece un fantasma que pocos sociocultores apuntan con la intensidad con la que lo merecería: el maltrato a las personas de edad avanzada. No exageramos si afirmamos que se trata de una “pandemia silente”, dado que su efecto se enlaza con prejuicios, silencios institucionales y con unas dinámicas familiares oscuras. El comunicador y pensador Manel Domínguez, en su obra y en la reflexión pública, nos alerta sobre el edadismo que ha calado de tal forma en la cultura contemporánea que ha dotado a los seniors de un marco social hostil.

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CONCIENCIA, LENGUAJE Y DERECHOS

Fuente: Freepik

Si el diagnóstico es profundo, las soluciones también han de serlo. Domínguez señala tres ejes. El primero es la concientización social, el segundo, el cambio de lenguaje y, el tercero, el reconocimiento institucional del cuidado. El primero significa que mayores y jóvenes en grupo reconozcan que el edadismo existe y que las consecuencias del mismo no son cuestiones privadas, sino colectivas.

No hay que condenar casos concretos: hay que reconocer que el edadismo está, en primer lugar, en cada frase, en cada decisión de exclusión o minimización. El segundo eje —el del lenguaje— requiere transformación: los medios de comunicación, la publicidad, los programas institucionales han de hacerse con una retórica que respete la inclusión y que deje de pensar a los mayores como “carga” o “reserva”. El poder de nombrar lo que está sucediendo es enorme: hablar de persona y no de viejo, hacer resaltar sus proyectos y no su decrepitud es devolver una imagen social digna.

Domínguez insiste en que el cambio léxico no es simplemente superficial: es político. El tercer eje se refiere a la estructura institucional de los derechos y de los cuidados. La profesionalización y la consideración del rol de los cuidadores ocupan protagonismo: más tarde o más temprano, todas las personas necesitaremos cuidados, y la calidad ética del vínculo determinará la dignidad con la que se envejece.

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