sábado, 11 octubre 2025

Mucho más que arrugas: Cómo el colágeno refuerza tus vasos sanguíneos, tendones y órganos internos

- El colágeno, esa red invisible que sostiene nuestro cuerpo desde dentro.

Hay cosas que sostienen la vida y ni siquiera pensamos en ellas. El colágeno, por ejemplo. No se ve, no se nota, pero está ahí, trabajando en silencio para que todo lo demás funcione.
El colágeno es como una red interna que nos mantiene enteros”, explica Ana López, farmacéutica y delegada técnica de Laboratorios Natur. “Da fuerza, elasticidad y soporte a casi todo lo que somos.”

Mucho más que una proteína “para la piel”

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El colágeno da soporte, elasticidad y firmeza a todos los tejidos. Fuente: Canva.

Durante años se ha hablado del colágeno como si fuera solo una cuestión estética, pero Ana desmonta ese mito enseguida. “No, no es solo para verse bien”, dice sonriendo. “Está en los huesos, los músculos, los tendones, los vasos sanguíneos, los órganos… literalmente en todo el cuerpo.”
Y tiene razón. Es la proteína más abundante del cuerpo humano, casi un tercio de todas las que tenemos. Sin ella, nos desmoronaríamos, igual que una casa sin vigas.

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Lo curioso es que el cuerpo lo fabrica por sí mismo… pero no para siempre. “A partir de los 25 años, la producción empieza a bajar poquito a poco”, explica. “Y aunque al principio ni lo notas, con los años se refleja en la piel, en las rodillas, en los músculos. De repente te miras al espejo y te das cuenta de que el tiempo ha pasado también por dentro.”

El tabaco, el alcohol, el sol y el azúcar hacen el resto. Este último, dice Ana, “endurece las proteínas, las envejece antes de tiempo. Si quieres cuidar el colágeno, empieza por quitarle azúcar a tu café.”

Un equipo que trabaja en silencio

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Su pérdida comienza a los 25 años, pero puede prevenirse. Fuente: Canva.

Hay más de 20 tipos de colágeno —cuenta—, y cada uno tiene su papel. El de la piel no es el mismo que el de las articulaciones o los vasos sanguíneos.”
Por eso, cuando se trata de suplementos, ella recomienda buscar los que incluyan varios tipos. “El cuerpo funciona como una orquesta. Si solo suena un instrumento, la melodía no está completa.

Tomar colágeno no es complicado. Lo difícil es ser constante. La dosis ideal, según Ana, es de 10 gramos al día. “Menos no sirve y más no se aprovecha. Es como intentar llenar un vaso que ya está lleno.”

Intentar conseguir esa cantidad solo con alimentos es casi imposible. “Tendrías que comer caldos de huesos o gelatinas todos los días y en mucha cantidad. Nadie lo hace, claro.
Por eso los suplementos son la opción más práctica. Ana recomienda los péptidos de colágeno, pequeñas moléculas que el cuerpo absorbe fácilmente. Y, aunque hay muchas formas (polvo, cápsulas o líquido), ella lo tiene claro: “El polvo es más cómodo. Para llegar a 10 gramos con cápsulas, necesitarías tragar diez pastillas al día. Y eso no hay cuerpo que lo aguante.”

Paciencia, constancia… y cero mitos

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La vitamina C potencia su producción natural y protege la piel. Fuente: Canva.

El colágeno no actúa de la noche a la mañana. “El cuerpo necesita tiempo”, dice Ana. “Normalmente los efectos se notan después de dos o tres meses, pero valen la pena.”
Los beneficios van mucho más allá de la piel: ayuda a las articulaciones, los huesos, los músculos y los vasos sanguíneos, y hasta mejora la recuperación después del ejercicio.

Y sobre los mitos, Ana no se anda con rodeos.
El colágeno no engorda. Diez gramos tienen unas 40 calorías, nada más. Si un producto hace subir de peso, revisa su etiqueta: seguro tiene azúcar o grasa añadida.”
Tampoco existe el “colágeno vegetal”. “Eso es puro marketing —afirma—. El colágeno solo se obtiene de animales o del mar. Lo vegetal puede tener aminoácidos, pero no colágeno.”
Y sobre las cremas con colágeno, ríe un poco. “Hidratan, sí, pero no llegan hasta donde deben. El colágeno natural se produce en la dermis, y ninguna crema llega tan profundo.”

El mejor compañero: la vitamina C

El colágeno no trabaja solo. “La vitamina C es su gran aliada”, explica Ana. “Sin ella, el cuerpo no puede producirlo correctamente.”
Otros nutrientes como el zinc, el magnesio o el ácido hialurónico también ayudan, aunque —advierte— hay que fijarse en las dosis. “A veces las ponen tan pequeñas que solo sirven para decorar la etiqueta.

Cuidarse desde dentro

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Al final, Ana no habla solo de ciencia, sino de sentido común. “Cuando el colágeno falta, lo notas”, dice. “Te cuesta moverte, te duelen las articulaciones, la piel se vuelve más fina, y hasta los músculos pierden fuerza.”
Pero cuidar el colágeno, insiste, es cuidarte por dentro. “No es vanidad, es salud. Es mantener tu cuerpo fuerte, flexible, joven. Porque, al final, todo lo que haces —caminar, reír, abrazar— depende de esa red invisible que te sostiene.”

Y justo antes de despedirse, deja una frase que se queda resonando:
El colágeno no se ve, pero se siente. Es el hilo que nos mantiene en pie, y cuidarlo es una forma de agradecerle al cuerpo todo lo que hace por nosotros cada día.


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