Un riñón que trabaja más de la cuenta mientras duermes no es un asunto menor, sino una llamada de atención que resuena en el silencio de la noche. Es la advertencia que lanza el Dr. Mario Soria, un reputado urólogo de 59 años, al afirmar que «si te levantas a orinar más de una vez por noche, tu cuerpo te está alertando». ¿Y si te dijera que esa señal, que tantos achacan a la edad o a la próstata, esconde en realidad dos problemas graves que nada tienen que ver con ella?
Esta interrupción del descanso es mucho más que una simple molestia. Según la experiencia del Dr. Soria, es una pista fundamental que nos ofrece nuestra propia salud renal para que miremos más allá de lo evidente. Porque cuando esto ocurre de forma recurrente, tu organismo podría estar luchando contra una enfermedad sistémica sin que tú lo sepas, y esas visitas nocturnas al baño son el primer síntoma visible. La pregunta es inevitable: ¿qué intenta decirte tu cuerpo con tanta insistencia?
¿POR QUÉ MI VEJIGA ME DESPIERTA DE MADRUGADA?
Levantarse una vez puede considerarse normal, sobre todo si has bebido mucho líquido antes de acostarte. Sin embargo, cuando la frecuencia aumenta a dos o más veces cada noche, de manera sostenida, el panorama cambia por completo. Ya no es una anécdota, sino un síntoma clínico conocido como nicturia que, como bien apunta el Dr. Soria, la interrupción constante del sueño para orinar es una señal de alerta que merece una investigación médica inmediata, porque tu sistema urinario está reflejando un desequilibrio interno.
Lo que ocurre es que tu cuerpo intenta comunicarse contigo de la única forma que sabe: con señales físicas. Esa urgencia nocturna no es el problema en sí, sino el eco de una batalla que se libra en otra parte de tu organismo. Por eso, el Dr. Mario Soria insiste en no minimizarlo, ya que estas visitas al baño son a menudo el primer indicio de patologías serias que aún no han dado otros síntomas, y que afectan a órganos vitales mucho más allá de la vejiga.
EL AZÚCAR, UN ENEMIGO SILENCIOSO QUE GRITA DE NOCHE

Cuando los niveles de glucosa en sangre son demasiado elevados, como ocurre en una diabetes no diagnosticada o mal controlada, el riñón se ve desbordado. En su esfuerzo por eliminar ese exceso de azúcar del torrente sanguíneo, el riñón se ve forzado a producir una cantidad de orina mucho mayor de la habitual para poder disolver y expulsar la glucosa, lo que inevitablemente aumenta la necesidad de ir al baño, especialmente durante la noche, cuando el cuerpo está en reposo y estos procesos se hacen más evidentes.
Esta es una de las dos graves advertencias a las que se refiere el urólogo. La diabetes tipo 2, en particular, puede no dar la cara con síntomas claros durante mucho tiempo, pero la sobrecarga a la que somete al riñón sí se manifiesta. Por ello, si te levantas repetidamente a orinar, tu cuerpo podría estar revelando una incapacidad para gestionar el azúcar que requiere atención médica urgente, una situación que subraya la importancia de no ignorar esta señal nocturna.
CUANDO EL CORAZÓN NO PUEDE Y EL RIÑÓN RESPONDE
Durante el día, cuando una persona con insuficiencia cardíaca pasa mucho tiempo de pie o sentada, la gravedad hace que los líquidos se acumulen en las partes inferiores del cuerpo, como las piernas y los tobillos. Es el típico inidicador de retención de líquidos. Sin embargo, al tumbarse por la noche para dormir, el líquido acumulado en las extremidades inferiores retorna al torrente sanguíneo, aumentando el volumen de sangre que el riñón debe filtrar, lo que provoca una producción de orina repentina y abundante.
Este mecanismo de compensación es una clara demostración de cómo nuestro organismo está interconectado. El riñón, en su afán por mantener el equilibrio, trabaja a marchas forzadas para procesar ese volumen extra de líquido que el corazón no es capaz de gestionar eficientemente. Como insiste el Dr. Soria, esta producción de orina nocturna es una respuesta directa a un fallo en la función de bombeo del corazón, convirtiendo una simple visita al baño en un sofisticado sistema de alarma cardiovascular.
MÁS ALLÁ DE LA PRÓSTATA: MITOS Y REALIDADES

Es cierto que el agrandamiento de la próstata (hiperplasia benigna) puede causar nicturia, pero es un error darlo por sentado y no explorar otras posibilidades. La advertencia del Dr. Mario Soria es crucial precisamente por esto: nos obliga a ampliar el foco. Mientras que el problema de próstata es una causa «mecánica» y localizada, la diabetes y la insuficiencia cardíaca son enfermedades sistémicas que afectan a todo el cuerpo, y el aviso nocturno es una oportunidad de oro para detectarlas a tiempo.
Por tanto, atribuir automáticamente la nicturia a la próstata sin una evaluación médica completa puede enmascarar estas dos condiciones mucho más graves. El cuerpo humano es un todo complejo, y lo que parece un problema urológico menor puede ser en realidad la punta del iceberg de un trastorno metabólico o cardíaco. Como bien se desprende de las palabras del Dr. Soria, ignorar la posibilidad de que el corazón o el metabolismo del azúcar estén fallando puede tener consecuencias muy serias para la salud general.
LA SEÑAL QUE TU CUERPO TE ENVÍA Y NO DEBES IGNORAR
Las interrupciones del sueño para orinar no son un capricho del organismo ni una simple consecuencia inevitable de hacerse mayor. Son un mensaje claro, una baliza luminosa que se enciende en la oscuridad para alertarnos. El Dr. Mario Soria lo resume perfectamente: es una alerta de dos problemas graves. Entender que tu riñón puede estar trabajando extra por culpa del azúcar o de un corazón debilitado te coloca en una posición de poder para actuar antes de que sea demasiado tarde, transformando la preocupación en una acción preventiva.
Así que la próxima vez que te encuentres caminando hacia el baño en mitad de la noche, por segunda o tercera vez, no lo veas solo como una molestia. Piensa en ello como un diálogo. Es tu cuerpo, pidiéndote ayuda y dándote la información que necesitas para cuidarte mejor. Porque, a fin de cuentas, prestar atención a estas pequeñas señales es la mejor herramienta de la que disponemos para proteger nuestra salud a largo plazo y anticiparnos a problemas que, de otro modo, seguirían creciendo en silencio.