domingo, 12 octubre 2025

Dra. Gema Pardo (50), reumatóloga: «Si te duele esta parte de la espalda al levantarte, no es el colchón: podría ser el primer aviso de esta enfermedad grave»

Esa rigidez matutina que no te deja moverte podría ser algo más que una mala noche. Descubre la diferencia clave entre un dolor muscular común y el aviso de una enfermedad inflamatoria que muchos confunden.

Ese dolor de espalda al abrir los ojos por la mañana es una sensación demasiado familiar para miles de personas. Lo primero que nos viene a la cabeza es culpar al colchón, a la almohada o a la mala postura, pero ¿y si te dijera que el problema no está en tu cama? Muchos lo achacan al descanso, pero podría ser el primer síntoma de una enfermedad inflamatoria sistémica y no un simple problema postural. Es una realidad incómoda que muy pocos se atreven a afrontar.

La clave para descifrar este misterio no reside en la intensidad, sino en el comportamiento de esa molestia. Esa sensación extraña que te obliga a moverte casi de forma instintiva, ya que el dolor mejora con la actividad y empeora con el reposo prolongado, es la pista definitiva que tu cuerpo te está enviando para que le prestes atención. Una señal que, de ser ignorada, puede traer consecuencias que nadie desea experimentar en su día a día.

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EL DOLOR QUE TE DESPIERTA NO ES NORMAL

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Este no es el típico pinchazo que sientes después de un mal gesto o de levantar más peso del debido en el gimnasio. Hablamos de un malestar profundo y sordo que irradia desde la zona lumbar baja y las nalgas, un tipo de dolor de espalda inflamatorio que incluso llega a despertarte en la segunda mitad de la noche y te obliga a levantarte de la cama. Es un aviso persistente que interrumpe tu descanso y te roba la energía.

Lo más desconcertante para muchos es que el descanso, que debería ser reparador, aquí se convierte en el enemigo. De hecho, levantarse y caminar unos minutos se convierte en el único remedio eficaz para aliviar esas molestias en la espalda, porque la rigidez matutina que sientes durante más de media hora es característica de un proceso reumático y no de una simple contractura muscular. Un detalle que marca una diferencia fundamental.

¿UN MAL GESTO O ALGO MÁS SERIO?

Casi todo el mundo ha sufrido alguna vez un tirón o una lumbalgia aguda por un esfuerzo indebido. Sabes a qué se debe y sueles recordar el movimiento que lo causó, mientras que el dolor inflamatorio aparece de forma insidiosa, sin un desencadenante claro, y se va instalando poco a poco en tu vida, como un invitado no deseado que se niega a marcharse. Esa naturaleza sigilosa es lo que lo hace tan peligroso y confuso.

Otro de los grandes mitos es pensar que los problemas serios de columna solo afectan a personas de edad avanzada. Este tipo de dolencias, sin embargo, suele dar la cara en gente joven, especialmente en varones menores de 45 años, una edad en la que nadie espera un diagnóstico crónico de espalda y se tiende a minimizar los síntomas. La juventud no es un escudo infalible y creerlo es un error que puede costar muy caro.

EL NOMBRE OCULTO TRAS LA RIGIDEZ: ESPONDILITIS ANQUILOSANTE

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Cuando este conjunto de señales se presenta, los especialistas apuntan hacia una dirección muy concreta. No estamos ante una simple molestia muscular, sino frente al posible debut de la espondilitis anquilosante, una forma de artritis inflamatoria crónica que afecta principalmente a las articulaciones de la columna vertebral y la sacroilíaca. Es una enfermedad autoinmune, donde tu propio sistema inmunitario ataca por error a tus articulaciones.

El concepto puede sonar abrumador, pero entenderlo es el primer paso para combatirlo con eficacia. Esta patología provoca una inflamación persistente en las vértebras que, si no se trata a tiempo, puede llevar a una pérdida de movilidad, ya que el cuerpo intenta «reparar» el daño generando hueso nuevo, lo que puede provocar la fusión de las vértebras y una rigidez severa en la espalda. Una realidad que se puede frenar con un diagnóstico precoz.

LA FACTURA DE MIRAR HACIA OTRO LADO: ¿QUÉ PASA SI NO LE HACES CASO?

La tentación de aguantar el dolor y pensar «ya se me pasará» es muy humana, pero en este caso es la peor decisión. Retrasar la visita a un reumatólogo solo agrava el problema, permitiendo que la inflamación avance sin control y cause un daño estructural que puede llegar a ser irreversible en tu columna. Cada día que pasa sin un tratamiento adecuado es una oportunidad perdida para preservar la flexibilidad de tu espalda.

Las consecuencias no se limitan únicamente a la columna vertebral. Esta enfermedad es sistémica, lo que significa que la inflamación puede afectar a otras partes del cuerpo, como los ojos, causando uveítis, las articulaciones periféricas como caderas o rodillas, e incluso el corazón, aunque esto último es menos frecuente. Cuidar tu espalda es, en este contexto, cuidar tu salud general de una forma mucho más amplia de lo que imaginas.

ESCUCHA A TU CUERPO: LAS SEÑALES QUE NO DEBES IGNORAR JAMÁS

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La solución no pasa por autodiagnosticarse ni por entrar en pánico, sino por actuar con información y sensatez. Si te sientes identificado con este dolor lumbar nocturno que mejora al moverte y una rigidez matutina prolongada, el siguiente paso es consultar con tu médico de cabecera para que te derive al reumatólogo, que es el especialista indicado para confirmar o descartar este diagnóstico. No lo dejes para mañana.

Ignorar una señal de alarma nunca es una buena estrategia, y menos cuando se trata de la salud de tu espalda. Ese gesto tan simple como consultar con un especialista a tiempo, puede cambiar radicalmente el pronóstico y tu calidad de vida en el futuro, permitiéndote seguir adelante sin que el dolor crónico tome las riendas de tu vida. Tomar el control empieza por escuchar lo que tu propia espalda intenta decirte cada mañana al despertar.


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