El ‘cáncer silencioso’ de tu portátil es esa costumbre tan nuestra de usarlo sobre las piernas o en la cama, un gesto que parece inofensivo pero que esconde una amenaza letal. Pocos saben que al hacerlo estamos ahogando lentamente su sistema de refrigeración, y es que la obstrucción de las rejillas de ventilación provoca un sobrecalentamiento interno que degrada sus componentes de forma silenciosa e irreversible. ¿Sientes que tu ordenador cada día va más lento? Quizá la causa no sea un virus.
Esta práctica tan cotidiana es, sin saberlo, la principal causa de averías graves a medio y largo plazo, un verdadero problema interno que muchos descubren demasiado tarde. Mientras ves tu serie favorita cómodamente, el calor acumulado está dañando la batería, el procesador y la placa base, acortando drásticamente la vida útil del equipo. Prevenir esta muerte prematura está en tu mano y es más fácil de lo que imaginas.
¿POR QUÉ UN GESTO TAN INOCENTE PUEDE SER LETAL?

Imagina que tu portátil necesita respirar para sobrevivir, igual que nosotros. Para ello, utiliza un sistema de ventiladores y rejillas que expulsan el aire caliente generado por el procesador y otros chips, y aunque no los veas, estos componentes vitales mantienen una temperatura de funcionamiento segura para evitar un fallo catastrófico. Es un equilibrio delicado que rompemos sin darnos cuenta cada vez que lo apoyamos en una superficie blanda como un edredón o nuestras propias piernas.
Lo que ocurre entonces es simple y devastador. El tejido de la ropa o la ropa de cama bloquea por completo esas salidas de aire, creando una especie de sauna interna de la que el calor no puede escapar, y entonces el ventilador se acelera al máximo en un intento desesperado por enfriar el sistema, pero solo consigue mover aire recalentado. Es el inicio de una degradación sigilosa que terminará con una visita muy cara al servicio técnico.
EL CALOR, ESE ENEMIGO INVISIBLE QUE LO DEVORA TODO

El procesador (CPU) y la tarjeta gráfica (GPU) son los primeros en sufrir las consecuencias. Cuando la temperatura se dispara, activan un mecanismo de autoprotección llamado «thermal throttling», y aunque esto es una medida de seguridad, reduce drásticamente el rendimiento del portátil para generar menos calor, provocando que todo funcione mucho más lento. Si esta situación se repite, el daño irreparable a los chips está prácticamente garantizado, un cáncer
que no avisa.
Pero la cosa no acaba ahí. La batería es extremadamente sensible a las altas temperaturas, perdiendo capacidad de carga de forma acelerada y permanente. Del mismo modo, el calor extremo puede llegar a deformar la placa base o desoldar componentes críticos, lo que supone una sentencia de muerte para el procesador. En definitiva, un sobrecalentamiento continuado es la receta perfecta para la muerte prematura del equipo.
LOS SÍNTOMAS QUE TU PORTÁTIL TE GRITA (Y TÚ IGNORAS)
Las primeras alarmas suelen ser físicas y muy evidentes, aunque a menudo las normalizamos. Si el ventilador de tu portátil suena como la turbina de un avión casi todo el tiempo, no es buena señal, y lo mismo ocurre si la carcasa quema al tacto en la zona del teclado o en la parte inferior. Ignorar estos avisos es como ignorar la fiebre; estás permitiendo que el problema interno se agrave.
Poco después llegan los fallos de rendimiento, que son la prueba definitiva de que algo va mal. El ordenador se congela sin motivo, las aplicaciones tardan una eternidad en abrirse o se cierra de repente para protegerse del calor, y es que estos apagones repentinos son el último recurso del sistema para evitar un daño físico inminente. Es la antesala de un cáncer
que puede acabar en un colapso súbito y definitivo.https://es.wikipedia.org/wiki/Computadora
«PERO SI A MÍ NUNCA ME HA PASADO NADA…» LA FALACIA DEL SUPERVIVIENTE

El daño por calor es acumulativo y silencioso, como el cáncer
que inspira este aviso. No esperes un gran estallido la primera vez que uses el portátil en la cama, sino más bien un deterioro progresivo de los delicados componentes electrónicos internos que un día, sin previo aviso, dirán basta. Cada sesión de sobrecalentamiento es un pequeño clavo más en el ataúd de tu dispositivo.
Pensar que «no pasa nada» porque no ha fallado todavía es un error de bulto. Estás forzando a tu máquina a trabajar constantemente en condiciones extremas, muy por encima de los límites para los que fue diseñada, y es que esta degradación invisible acorta su vida útil de meses a incluso años. Evitar el `cáncer silencioso’ de tu portátil es tan sencillo como cambiar un mal hábito.
CÓMO EXTIRPAR EL PROBLEMA DE RAÍZ CON UN SIMPLE CAMBIO

La regla de oro es insultantemente fácil: utiliza siempre tu portátil sobre una superficie dura, plana y estable. Una mesa, un escritorio o incluso una bandeja rígida son los aliados perfectos de tu equipo, porque garantizan que las rejillas de ventilación tengan espacio suficiente para respirar y expulsar el aire caliente sin obstáculos. Si necesitas usarlo en el sofá, existen bases de refrigeración muy asequibles.
Adoptar esta simple precaución no solo evitará el cáncer
del sobrecalentamiento, sino que mantendrá el rendimiento de tu portátil en niveles óptimos durante mucho más tiempo. Es un gesto que te ahorrará cientos de euros en reparaciones o en la compra de un nuevo equipo, así que la próxima vez que te lances al sofá con él, recuerda que una pequeña incomodidad hoy puede salvar la vida de tu ordenador mañana y proteger tu bolsillo