En lo que respecta a la investigación privada, pocas fechas generan tanto movimiento como la Navidad. Las luces, las cenas de empresa y los reencuentros suelen despertar emociones dormidas. Según el detective español David Rodrigo, es precisamente en esta época del año cuando se produce el mayor número de infidelidades. Sin embargo, detrás de ese dato se esconde una realidad mucho más compleja y, sobre todo, menos romántica de lo que parece.
Rodrigo, con años de experiencia en el sector, asegura que la imagen del detective dedicado exclusivamente a descubrir infidelidades ha quedado atrás. Hoy, la mayor parte de su trabajo se centra en las empresas y en cuestiones económicas. Sin embargo, cada diciembre el teléfono vuelve a sonar con historias de sospechas, miradas cruzadas en cenas de trabajo y parejas que buscan una confirmación, aunque a veces no sepan si realmente quieren encontrarla.
1Las infidelidades: un fenómeno emocional y sin rentabilidad
El detective explica que en su agencia, más del 80 % de los casos provienen del ámbito empresarial: bajas laborales falsas, fugas de información o competencias desleales. Las infidelidades, en cambio, han disminuido notablemente. “Hace años era uno de los temas más solicitados, pero hoy son pocos los que contratan un servicio así. En una empresa hay un rendimiento económico, en una relación no”, afirma Rodrigo.
Esa afirmación resume el cambio de enfoque dentro de la investigación privada. Mientras las infidelidades se mueven en un terreno emocional y subjetivo, las investigaciones laborales implican dinero, indemnizaciones y decisiones empresariales. No obstante, el detective reconoce que cada caso de pareja implica una presión distinta. “Cuando investigas una infidelidad, no solo observas comportamientos, también manejas sentimientos. Y si el resultado no coincide con lo que el cliente esperaba, aunque el trabajo sea impecable, puede sentirse decepcionado”, sostiene.
En esas circunstancias, la Navidad actúa como detonante. Rodrigo detalla que las infidelidades aumentan especialmente durante las cenas de empresa, donde los límites se diluyen y el ambiente festivo facilita los acercamientos. “Esa noche tenemos una bala. Si el cliente sospecha de su pareja, quiere ver qué ocurre en ese evento. A veces no pasa nada, pero el simple hecho de saberlo ya cambia la relación”, explica.