martes, 7 octubre 2025

Dra. Inés Grijalba (51), endocrinóloga: «Si siempre tienes las manos y los pies helados, no es la circulación: tu cuerpo te está dando la primera señal de un colapso metabólico, y esto es lo que tienes que hacer»

El frío constante en manos y pies puede ser mucho más que un problema de circulación. La Dra. Inés Grijalba, endocrinóloga, desvela la conexión oculta con la tiroides.

Un colapso metabólico nunca llega de repente, sino que susurra a través de señales que a menudo ignoramos por completo. ¿Sientes siempre las manos y los pies helados, incluso arropado en el sofá? La endocrinóloga Inés Grijalba (51 años) lo afirma con rotundidad, y es que esa sensación podría ser la primera advertencia de un problema mayor que nada tiene que ver con la circulación sanguínea. Es una llamada de atención que merece ser escuchada antes de que el susurro se convierta en un grito.

Mucha gente lo achaca a «ser una persona friolera» o a la genética familiar, restándole importancia durante años. Sin embargo, para esta experta con más de dos décadas de experiencia, esa manifestación física es un síntoma claro de una tiroides ralentizada, que nos pone en la antesala de un desajuste hormonal severo. Grijalba es clara: «tu cuerpo te está dando la primera señal», una que podría evitar un futuro colapso metabólico. ¿Y si esa simple sensación de frío fuera la clave para entenderlo todo?

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¿POR QUÉ MI CUERPO ESTÁ EN ‘MODO AHORRO’?

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Imagina que tu organismo, de repente, decide bajar el interruptor general de la energía para protegerse de algo que no funciona bien. Esta drástica medida de conservación energética es una respuesta directa a una ralentización del metabolismo, un mecanismo de defensa que precede a un fallo sistémico más grave. No es que te falten ganas, es que a tus células les falta el combustible necesario para funcionar a pleno rendimiento, iniciando un peligroso círculo vicioso.

Este «modo ahorro» no es una elección consciente, sino la consecuencia de un motor interno que se está quedando sin revoluciones. Cuando la glándula tiroides no produce suficientes hormonas para mantener el ritmo, el cuerpo entero reduce su actividad para poder sobrevivir, una situación que, si se mantiene en el tiempo, puede desembocar en un temido colapso metabólico. Es el silencio que precede a la tormenta, un estado de latencia que agota tus reservas poco a poco.

LA TIROIDES: ESA DIRECTORA DE ORQUESTA QUE NADIE MIRA

Pensamos en el corazón, en el cerebro, pero rara vez en esa pequeña glándula con forma de mariposa que tenemos en el cuello. La tiroides es la gran olvidada de nuestra salud, a pesar de que su correcto funcionamiento es vital. Es la directora de una orquesta sinfónica complejísima que es nuestro cuerpo, y si su batuta falla, toda la melodía de nuestra salud se desafina de forma casi imperceptible al principio.

Un desajuste en esta glándula es capaz de alterar desde nuestro ritmo cardíaco hasta la velocidad con la que quemamos calorías. Por eso, un fallo en su producción hormonal no solo provoca frío o cansancio, sino que afecta al estado de ánimo, la memoria y la salud de la piel y el pelo. Entender su papel es fundamental para prevenir un colapso metabólico, ya que su influencia se extiende a cada rincón de nuestro organismo de una forma silenciosa pero implacable.

MÁS ALLÁ DEL FRÍO: SEÑALES QUE TU CUERPO GRITA EN SILENCIO

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La intolerancia al frío es solo la punta de un iceberg enorme y profundo, la señal más evidente de un problema de tiroides. Debajo de la superficie se esconden otros síntomas que solemos atribuir al estrés de la vida moderna o al simple hecho de envejecer: una fatiga crónica, aumento de peso inexplicable, niebla mental o una caída del cabello más acentuada. Son las piezas de un puzle que, unidas, dibujan el mapa de un inminente colapso metabólico.

Mucha gente convive con estos malestares durante años, normalizándolos sin saber que su salud metabólica está en juego. Las uñas quebradizas, la piel seca y escamosa o incluso una tendencia a la melancolía o la depresión son gritos de auxilio. Escuchar estas advertencias es crucial, porque son la crónica de un motor que se está gripando lentamente, avanzando hacia un fallo metabólico que podría haberse evitado prestando un poco más de atención a nuestro propio cuerpo.

EL ESTILO DE VIDA MODERNO, ¿EL VERDUGO DE NUESTRO METABOLISMO?

Vivimos en una carrera constante contra el reloj, una espiral de estrés, mala alimentación y pocas horas de sueño. Nos hemos acostumbrado a un ritmo de vida que pasa factura, y uno de los primeros en pagarla es nuestro sistema endocrino. El estrés crónico, por ejemplo, libera cortisol de forma descontrolada, una hormona que interfiere directamente con la función de la glándula tiroides, obligándola a trabajar a marchas forzadas hasta que finalmente se agota.

Esta tormenta perfecta se alimenta también de lo que comemos y de lo que no descansamos. Una dieta rica en productos ultraprocesados, azúcares y carente de nutrientes esenciales es veneno para nuestra salud hormonal. Si a eso le sumamos un descanso insuficiente que impide la correcta reparación celular, estamos creando el caldo de cultivo ideal para un futuro colapso metabólico. No es una cuestión de mala suerte, sino la consecuencia directa de un estilo de vida que nos aleja de nuestro equilibrio natural.

RECUPERAR LAS RIENDAS: ¿HAY MARCHA ATRÁS ANTES DEL ABISMO?

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La sensación de que estamos al borde de un precipicio físico puede ser abrumadora, pero la Dra. Grijalba insiste en que hay esperanza. Un diagnóstico a tiempo es la clave para evitar un colapso metabólico en toda regla. Una simple analítica de sangre puede revelar si la tiroides está funcionando por debajo de sus posibilidades, dando a los profesionales médicos la información necesaria para actuar de inmediato. Este primer paso es fundamental para poder trazar un plan de acción y empezar la remontada.

Recuperar el equilibrio perdido no sucede de la noche a la mañana, pero es totalmente posible con el enfoque correcto. A menudo implica una combinación de tratamiento médico para regular la función tiroidea y cambios profundos en el estilo de vida. Cuidar la alimentación, gestionar el estrés y priorizar el descanso son los pilares para reconstruir nuestra salud metabólica, permitiendo que el organismo salga de ese peligroso ‘modo ahorro’. Es un camino de vuelta a escuchar las necesidades reales de nuestro cuerpo, una reconciliación necesaria para evitar el colapso metabólico y recuperar la vitalidad perdida.


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