martes, 7 octubre 2025

Scharffenberg, experto en longevidad: “Cada hora de ejercicio te regala tres más de vida”

Cuando somos conscientes de la longevidad, nos puede invadir la sensación de que la llegada de la vejez en nuestro ser humano quiere decir también la llegada de la inexorable decrepitud. Ahora bien, la historia del tipo de médico y nutricionista John Scharffenberg, quien -con más de un siglo- continúa recomendando que el ejercicio es uno de los componentes que intervienen en la longevidad, nos puede hacer reconsiderar esa idea: «Si no haces ejercicio, morirás antes». Una afirmación contundente y clara con la que se hace eco del peligro de la pasividad, pero no se queda ahí su mensaje, sino que también se plantea la moderación y cuidar otros aspectos de nuestra forma de vida.

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EL MOVIMIENTO PARA LA LONGEVIDAD

John Scharffenberg, experto en longevidad: “Cada hora de ejercicio te regala tres más de vida”
Fuente: Freepik

Lo que dice Scharffenberg sobre la longevidad no es casualidad: la actividad física diaria es la que te puede llevar a vivir más o bien a vivir menos. Para él el ejercicio no es un lujo ni es un complemento, sino una necesidad fisiológica que permite que los órganos, los músculos, el metabolismo y la mente funcionen. Dice incluso que “por cada hora de ejercicio se puede vivir tres horas más”, es decir, el ejercicio es como una inversión directa en tiempo de vida

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Pone, por otra parte, ejemplos provocadores para enfatizar su tesis: una mujer con sobrepeso y activa superará en años a una mujer con peso normal que no se mueve; un hombre con hipertensión y colesterol alto que haga ejercicio puede vivir más que un hombre sin estos problemas que no se mueve. De este modo, el valor del movimiento parece hacerse relevante más allá del cuerpo, en todos los aspectos de la persona humana.

Eso sí: Scharffenberg no propugna el exceso para alcanzar la longevidad. De hecho, advierte que hacer demasiado ejercicio puede disminuir la esperanza de vida, ya que el desgaste excesivo también hace estragos. La precaución, la moderación y la buena escucha de las señales del cuerpo son en una medida tan importante como el deseo de activarse.

En su opinión, hasta los quehaceres habituales como la jardinería, pasear, realizar trabajos manuales, pueden ser un “ejercicio útil” si se hacen con regularidad. No es preciso ser un atleta de alto nivel; basta con establecer el movimiento como un hábito de vida y poco más. Y su insistencia en comenzar a la edad mediana −entre 40 y 70 años− revela que nunca es tarde para empezar a cambiar de rumbo.

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